"La gran tentación de la Iglesia"


http://www.youtube.com/watch?v=AHtAc4gTtus#t=908
Las palabras de Francisco, sean donde sean y a quien se dirijan dejan titulares impactantes siempre. Nada de lo que dice o hace carece de un profundo sentido eclesial. Hasta ahora habíamos oído a Francisco hablar de los presbíteros y obispos, de las mujeres en la Iglesia, de los laicos, de la pobreza, de la solidaridad, de la justicia, del capitalismo y de tantas cuestiones pendientes en la relación de la Iglesia con el mundo actual y dentro de ella misma. Sin embargo, aun no habíamos oído una carga teológica profunda contra un modo de ser y de hacer Iglesia que nos estaba alejando del núcleo duro de la experiencia católica: el ser mediación. Durante muchos siglos, la larga era constantiniana, la Iglesia suplantó la realidad divina, siempre última, y se presentó ante el mundo como la presencia real de esa realidad última. En palabras de Loisy, Jesús predicó el Reino, realidad última, y vino la Iglesia, realidad penúltima, mediación del Mediador, Cristo. La Iglesia, en tanto mediación, es necesaria para que los hombres, tomados como pueblo, puedan vivir la salvación que es el Reino de Dios en el encuentro con Cristo, el Mediador de la salvación de Dios. Pero la Iglesia no puede presentarse como la mediadora de la salvación, porque eso sería elevar a rango de realidad última lo que no es sino una realidad penúltima. En otras palabras, sería convertir una realidad creada en algo divino, de culto; sería una idolatría y de las peores pues corruptio optimi pessima.

Las palabras, sin papeles, de Francisco al Ponticio Consejo de Comunicación Social el pasado 21 de septiembre, permiten comprender la conciencia de Iglesia del papa, una conciencia de mediación del Reino y por tanto de la salvación de la humanidad en el encuentro común por aquello que nos hace verdaderamente humanos. Aunque el discurso lo lleva preparado, en varias ocasiones se sale de lo escrito y ahí es donde explica con fuerza y coraje un mensaje que cala hondo en la Iglesia de hoy. En el vídeo que acompaña este post podemos ver, a partir del minuto 14, cómo deja Francisco el papel y explica a los cardenales y obispos allí reunidos, que "hoy tenemos una gran tentación en la Iglesia", todos, él mismo también, una tentación en la que llevamos enfrascados muchos siglos y de la que no son capaces de soltarse muchas conciencias. Estas palabras venían a propósito de que la comunicación social de la Iglesia debe estar al servicio de un encuentro personal con Cristo "que no puede ser manipulado". Ahí es donde Francisco inserta su denuncia a una forma de ser y hacer Iglesia que está demasiado arraigada en la conciencia eclesial.

Pues bien, y aquí viene lo importante, la gran tentación de la Iglesia no es el poder ni el dinero, no, la gran tentación de la Iglesia de hoy y de siempre, la que puede hacer que deje de ser sacramento universal de salvación, es pretender sustituir a Cristo, querer ser la Mediadora, no la mediación del Mediador. De ahí que Francisco identifique la tentación como "acoso espiritual, manipular conciencias, un lavado de cerebro teológico, que al final lleva a un encuentro con Cristo puramente nominal, no con la persona de Cristo vivo". De esta manera, la Iglesia no se diferenciaría en nada de los ídolos, que dejan a los hombres amarrados a su miseria humana y no les hacen ir hacia la ultimidad de la existencia. Este es el mayor peligro para la Iglesia, porque dejaría de ser lo que Dios la llamó a ser. La Iglesia, continuación temporal del cuerpo real de Cristo, tiene como misión hacer presente el Reino para que los hombres se encuentren personalmente con Cristo, este es su ser y su misión.

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