El mal está en el 3%
El gran enigma del capital, por utilizar la expresión de Harvey, es cómo consigue convencer a todos de que es bueno lo que objetivamente es perverso para el destino de la propia humanidad y de la vida en el Planeta. Cualquier cosa que experimente un crecimiento anual del 3%, siguiendo la función exponencial, necesita 23 años para duplicarse. Es decir, si la economía capitalista crece a ese ritmo a nivel mundial, su producción, consumo y nivel de desechos se duplicará en tan solo 23 años. Así ha sucedido, con pocos momentos de recomposición del capital en las grandes guerras, desde 1750. Desde la Segunda Guerra Mundial, el PIB mundial se ha triplicado, mientras que en algunos países, precisamente los más afectados por esta crisis, hemos visto cómo el PIB se duplicaba en tan solo 15 años. Es el caso de España que desde 1997 hasta 2008 se multiplicó el PIB por 2,5, con un crecimiento medio anual cercano al 5%. Esta verdadera locura se ha extendido como la bondad per se. Hoy mismo, se nos dice que el problema es la falta de crecimiento económico, que solo cuando se crezca al, cómo no, 3% crearemos empleo y saldremos de la crisis. Y es precisamente lo contrario. Al nivel que hemos llegado, un crecimiento del 3% supone que el nivel de recursos destruidos y la cantidad de residuos producidos podrían ahogarnos como sociedad y destruir aquello que nos permite vivir en este planeta.
La única solución a los problemas conjuntos sociales y medioambientales se cifra en destruir la lógica del capital de reproducción constante y en poner nuestra sociedad a reproducir, no el capital, sino las condiciones sociales de supervivencia a largo plazo, buscando únicamente satisfacer las necesidades humanas reales y ajustadas a las posibilidades de los límites ecológicos. Pero el gran problema es que el conjunto de la vida social, colectiva e individual ha sido formateada por la lógica del capital y es necesario romperla en todos los ámbitos en los que está arraigada. He aquí donde Harvey puede servir de gran ayuda. Según su propia exposición existen siete esferas de actividad que serían previas a la lógica del capital, aunque estén bajo su dominio dentro del sistema capitalista. Estas siete esferas tienen una dinámica propia en la que se puede intervenir sin necesidad de afrontar la transformación total del modelo. Podríamos empezar por cualquiera de ellas y ejercer una fuerza transformadora que cambie la lógica del capital en ese esfera, de modo que esta transformación pueda ir contagiándose a las otras esferas. De esta manera, la revolución que es necesaria no tiene porqué violentar todo el sistema y dando pasos graduales podríamos ir saliendo del capitalismo y acercarnos poco a poco a otros modos de organización social que sean compatibles con la vida en este Planeta. Es más, se puede dar el caso de que cada colectivo humano pueda avanzar hacia un modelo distinto de organización. El futuro de la humanidad deberá ser policéntrico y flexible en sus modos de organización.
Las siete esferas de actividad, que ahora están bajo la lógica del capital son: 1. Tecnología y formas de organización, 2. Relaciones sociales, 3. Dispositivos institucionales y administrativos, 4. Procesos de producción y trabajo, 5. Relaciones con la Naturaleza, 6. Reproducción de la vida cotidiana y 7. Concepciones mentales y del mundo. Podemos empezar por cualquiera de ellas y cambiaríamos el mundo al final del proceso. En las revoluciones tradicionales se pretendió cambiar todo de golpe y aquí es donde se acabó perdiendo la batalla con la lógica del capital. Si vemos el caso de la Unión Soviética vemos cómo el propio Lenin quiso poner a Rusia al nivel de los competidores capitalistas para después avanzar hacia comunismo. Pero fue en vano, una vez que la lógica de la reproducción ampliada se instala, el resto de esferas de la vida se adapta a ella y acaba sucumbiendo. De ahí que la URSS no fuera un país comunista sino un capitalismo de Estado donde el Estado es el garante de la reproducción constante del capital.
Hoy es posible hacer una revolución verdadera, aquella que afecte tanto a la estructura social como a la mentalidad personal; aquella que transforma el corazón del ser humano y el de la sociedad en su conjunto. Una opción es empezar cambiando las concepciones mentales y del mundo (esfera 7) de modo que estas concepciones modifiquen la reproducción de la vida cotidiana (6) y las relaciones con la Naturaleza (5). Desde aquí no sería muy complicado una modificación de las relaciones sociales (2), los dispositivos institucionales (3) y los procesos de producción (4), que implicaría un cambio en la organización de los procesos tecnológicos (1). En mi caso es esta la opción elegida. Desde la docencia y la difusión de conocimiento pretendo cambiar las concepciones mentales, en términos evangélicos le llamaría metanoia, de modo que las personas que piensan de otra manera modifiquen sus entornos de vida cotidiana e influyan en los dispositivos institucionales que fijan las normas de las relaciones sociales y con la naturaleza.
Hay otras opciones. Pienso que aquellas personas que están inmersas en procesos de producción podrían intentar modificar esos procesos de forma que rompan la lógica del capital y empiecen la modificación de todo su entorno. O bien, desde las instituciones, opciones políticas conscientes podrían generar nuevas formas de organización social. Sin embargo, creo que todo pasa por la esfera 7, que esa es la clave de la derrota del capitalismo, como siempre lo fue de su victoria, de ahí que debamos ganar esa batalla a la destrucción establecida de las estructuras sociales que permiten la vida de personas cabales en un mundo limitado.
En mi caso, escribir libros que permiten a las personas cambiar su mentalidad y su mundo, es un modo de hacer la revolución. Consultar mi web personal.