La visión humanista de la economía de Francisco
En mi conferencia del 6 de noviembre, "El reto de la Doctrina Social de la Iglesia ante la crisis económica actual. No podéis servir a dos amos", resalté lo que viene siendo el núcleo de mi análisis de la crisis social y eclesial actual. No estamos ante una crisis episódica, ni siquiera sistémica del modelo social, estamos ante el verdadero fin de un mundo, de este mundo y barruntamos a lo lejos otro mundo (im)posible, pero real. La Iglesia ha dedicado demasiado tiempo a remedar, sostener y justificar este mundo, va siendo hora de transformarlo en el Reino de Dios. La DSI no tuvo ni tiene esa función, por desgracia, porque nació arrastrada por las circunstancias. Cuando en 1891 se publica Rerum novarum llega 50 años tarde. La reflexión marxista ya había ocupado el terreno que era connatural al Evangelio para pensar críticamente (proféticamente) un mundo de injusticia desoladora. A partir de aquel documento se ha criticado el ser corrupto del modelo imperante, aunque se ha aceptado instrumentalmente el capitalismo como mal menor. Así hasta Caritas in veritate, verdadero giro esencial de la DSI. Como creo demostrar en mi último libro, el texto de Benedicto XVI da por sentado el capitalismo como instrumento "natural" de la economía y da un paso peligroso hacia su aceptación esencial dentro de la lógica del cristianismo. Fue un grave error que el propio Benedicto fue enmendando en textos posteriores, pero dejando intacta un encíclica fallida.
Francisco dio un giro tan radical que ha sobrepasado la DSI. Es más, la ha dejado obsoleta. Si la lógica interna de la DSI hasta Juan Pablo II era de crítica esencialista y aceptación instrumental del capitalismo, y con Benedicto se da carta de ciudadanía al ultraliberalismo económico, con un pequeña capa de ethics bussines, Francisco ha desatado el nudo como solo se podía, de un tajo. El capitalismo es una economía de exclusión, una economía asesina, que genera individuos emponzoñados en el consumo y absortos en su mismidad. Hay que transformar la sociedad para respetar la dignidad de cada persona y el bien común. Hay que implementar políticas que protejan al ser humano y al medio natural de la codicia de una minoría feliz que vive a expensas del sufrimiento de las mayorías. Hay que hacer una opción por los pobres que nos lleve a otro mundo, un mundo de misericordia, justicia y solidaridad.
Con Francisco se ha acabado el intelectualismo evangélico y ha llegado el profetismo como modo de ser creyentes en medio de un mundo en quiebra que avanza hacia su clausura. Pero, la propuesta de Francisco, nacida del corazón del Evangelio, se vive como una apuesta por una fe comprometida que sabe que Dios está presente en cada momento de nuestra existencia. Esa alegría nos lleva a que el compromiso no nos agríe el carácter, sino que nos permita vivir aquí y ahora la alegría de los hijos de Dios, hermanos en Cristo y fieles a la esperanza que nos redime.
http://youtu.be/4q8vN3cs41A