Agustín y la misión de los obispos
He recordado este pensamiento agustiniano ante la próxima ordenación de dos nuevos obispos auxiliares, el próximo sábado 9 de septiembre, en la basílica de la Sagrada Familia. El obispo es sobre todo un servidor de las comunidades cristianas, del Pueblo de Dios que tiene encomendado. Los nuevos obispos auxiliares expresan muy bien esta voluntad de servicio en los lemas que han escogido y que son como un propósito ante el servicio pastoral que inician. El del obispo Sergi dice «Servid al Señor con alegría» (Sl 99). Y el del obispo Antoni exhorta «Alégrense siempre en el Señor» (Fl 4,4).
San Ignacio de Antioquía, un gran defensor de la misión de los obispos en la primitiva Iglesia, escribe a los cristianos de la ciudad de Esmirna: «Seguid todos al obispo como Jesucristo sigue al Padre, y el presbiterio como los apóstoles. En cuanto a los diáconos, respetadlos como la ley de Dios. Que nadie haga nada sin el obispo en todo lo que pertenece a la Iglesia».
Para dar cumplimiento a esta misión del obispo, su función, sobre todo en las diócesis más grandes, pide mucha dedicación y esfuerzo. Por ello, una vez más, me complace expresar mi agradecimiento a Dios porque, desde el primer momento de mi servicio episcopal en Barcelona, he podido contar con la fraternal y valiosa colaboración del obispo auxiliar Sebastià Taltavull que, últimamente, como sabéis, tiene que compartir su tiempo entre Barcelona y Mallorca, con un esfuerzo que deseo valorar como se merece y agradecerle de todo corazón.
También he tenido ocasión de agradecer al Santo Padre que me haya concedido la ayuda de dos nuevos obispos auxiliares, Sergi Gordo Rodríguez y Antoni Vadell Ferrer. Ahora llevaremos el báculo del ministerio episcopal entre cuatro. Son dos nuevos obispos jóvenes, que como sacerdotes han hecho muy buen trabajo pastoral en Barcelona y en Mallorca, respectivamente. Y que están dispuestos a entregarse en el oficio de hacer de obispo con el mismo espíritu con el que lo definió San Agustín: como un “oficio de amor” a Dios y a sus hermanos y hermanas en la fe. Ambos tienen una buena experiencia de trabajo con los laicos en las parroquias y los movimientos de formación cristiana y de presencia y testimonio en el mundo de hoy. Son sacerdotes de acción, con inquietud renovadora y con un buen bagaje intelectual.
Este es, por tanto, un momento de alegría y de esperanza para nuestra Iglesia local. Por ello os invito a participar en la celebración del próximo sábado en la basílica de la Sagrada Familia. Os ruego que deseéis uniros espiritualmente a nuestra acción de gracias a Dios por su don de estos dos nuevos obispos que son garantía de continuidad del ministerio apostólico en la Iglesia de Jesucristo y en nuestra Iglesia particular de Barcelona.
Cardenal Juan José Omella
Arzobispo de Barcelona