Bodas de oro sacerdotales

El 15 de agosto de 1967 recibía la ordenación sacerdotal en la Catedral de Caracas de manos del Emmo. Sr. Cardenal José Humberto Quintero Parra, el joven diácono Jorge Urosa Savino. Compañeros de curso en el Seminario Interdiocesano de Caracas coincidimos en trienio filosófico. La teología la cursó en Toronto, Canadá y posteriormente se doctoró en teología dogmática por la Universidad Pontificia Gregoriana en Roma con una enjundiosa tesis sobre Theilard de Chardin.

Tuve la dicha de que quince días antes ejerció el diaconado en mi ordenación sacerdotal en Calabozo. La vida sacerdotal nos ha unido en trabajos comunes donde se consolidó la amistad y el compartir inquietudes en la formación de los candidatos al sacerdocio. Fue rector del Seminario San José de El Hatillo, dedicado entonces a las vocaciones adultas, y de allí pasó a la rectoría del Interdiocesano de Caracas. Juntos trabajamos, entre otros asuntos, en la elevación de los estudios del Seminario a rango universitario con el reconocimiento civil del Consejo Nacional de Universidades a comienzos de la década de los ochenta.

Elegido Obispo Auxiliar de Caracas fue ordenado el 22 de septiembre 1982 trabajando al lado del Cardenal José Alí Lebrún e involucrándose en la compleja pastoral de la capital. En 1987 compartimos la experiencia sinodal siendo los dos obispos elegidos para el Sínodo de los laicos en la Ciudad Eterna. El 17 de marzo de 1990 por decisión del Papa Juan Pablo II pasó a ocupar la sede arzobispal de Valencia. Posteriormente en 1992 participó en la IVa. Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Santo Domingo y en 1997 en el Sínodo de América en Roma. El 19 de septiembre de 2005 fue promovido a la sede metropolitana caraqueña, lugar de su nacimiento y vida juvenil, sacerdotal y primeros años episcopales. En marzo de 2006 el Papa Benedicto le nombró Cardenal de la Santa Madre Iglesia. Los sínodos de la familia de 2014 y 2015 lo tuvieron como padre sinodal.

El 19 de agosto de 2017 celebrará con el clero caraqueño y la presencia de sus hermanos obispos y numerosas amistades sus Bodas de Oro Sacerdotales. Ocasión para agradecer a Dios y a la Virgen Santísima su entrega y dedicación al cultivo de la fe cristiana en los diversos ambientes donde ha trabajado a lo largo de cinco décadas.

Quienes hemos sido compañeros de camino en el sinuoso devenir de nuestra patria somos testigos de su rectitud y dedicación, de la atención a todos con particular acento a los más pobres. Incansable en el trabajo pastoral en reuniones de estudio y de promoción integral del laicado y de las vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa. De fácil pluma y buen verbo en varias publicaciones están recogidos sus intervenciones, homilías, discursos, ponencias en diversos foros, que dan fe de su aplicación al estudio y de su difusión al complejo mundo que le toca vivir.

Que el Señor lo colme de bendiciones en esta fecha jubilar para regocijo de toda la Iglesia que peregrina en Venezuela, para sus queridos familiares y amigos, y para quienes en el sacerdocio y el episcopado hemos compartido el suave yugo del trabajo pastoral. Ad multos annos, querido Jorge.

Cardenal Baltazar Enrique Porras Cardozo, arzobispo de Mérida
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