La auténtica sabiduría

Uno de los géneros literarios que nos encontramos en la Biblia es el sapiencial. Es decir, el de la sabiduría. Hay un conjunto de libros del Antiguo Testamento conocidos como “libros sapienciales”, porque transmiten los elementos fundamentales de la Sabiduría. Pero también en los otros libros del Antiguo Testamento así como los del Nuevo testamento encierran la sabiduría que viene de Dios. Además podemos encontrar rasgos del estilo sapiencial en muchas páginas de la Biblia.

Se suele reconocer a Salomón como el creyente experto en sabiduría. De hecho, algunos libros sapienciales son atribuidos a él, aunque no lo son de manera estricta. Sencillamente, podemos decir en nuestros términos modernos, es como el “padrino” de los libros de sabiduría. ¿A qué se debe esto? En el libro primero de los Reyes encontramos la respuesta, e incluso hasta la definición de la auténtica sabiduría. Salomón ha sido designado rey de Israel. El Señor se le apareció en sueños y le dijo que pidiera lo que quisiera y le sería concedido. Muy al contrario de lo que hubiera hecho otro rey, Salomón pide algo muy importante. Quizás los otros reyes hubieran pedido poderío militar, dinero en abundancias, territorios a su disposición… Pero Salomón le responde al Señor con sencillez: “Te pido me concedas sabiduría de corazón para que sepa gobernar a tu pueblo y distinguir entre el bien y el mal”. Al Señor le agradó esta petición y le concedió lo pedido: “Te doy un corazón sabio y prudente, como no ha habido antes, ni lo habrá después de ti”. Además le colmó de bienes y gloria.

En este episodio nos conseguimos lo que significa la auténtica sabiduría: la apertura de corazón y de mente para poder gobernar… para poder escuchar la Palabra e interpretarla, para poder distinguir el bien del mal, y así poder estar en comunión y sintonía con Dios. La sabiduría no va a consistir sólo en amplitud de conocimientos. Esto es erudición. Va a consistir en la propia capacidad de interpretar, de conocer la Palabra de Dios y así guiar la propia vida y compartirla con los demás. No en vano, se dirá en la Biblia que la sabiduría y el temor de Dios van unidos. Para poder ser sabio hay que tener fe; y la fe es el temor de Dios, principio guía de toda sabiduría.

La sabiduría va a conllevar la sencillez, con lo cual se puede tener apertura de corazón y de mente. Sencillez que va a ser enriquecida por dones de Dios. Esa misma sencillez hará del sabio una persona prudente, capaz de hacer el bien, de juzgar adecuadamente y también ayudar a quien lo necesite. Sus juicios serán verdaderos y rectos, como lo demostrará Salomón con sus actos reseñados en la escritura Santa.

Quien quiera interpretar la Palabra de Dios deberá hacerlo desde la perspectiva de la sabiduría. Se podrá valer de muchos instrumentos y conocimientos; pero, en el fondo, deberá hacerlo con la sabiduría que viene del mismo Dios, cuya Palabra debe ser oída y asumida con decisión. Por eso, al escuchar las parábolas del reino, se debe tener esa actitud que pidió Salomón: el corazón abierto capaz de entender y aplicar la enseñanza de la Verdad que proviene de Dios. Quien tiene esa actitud y hace de la sabiduría su actitud para vivir y creer podrá recibir la recompensa de la cual nos habla Pablo: “A quienes predestina, los llama; a quienes llama, los justifica; a quienes justifica, los glorifica”.

+Mario Moronta R., Obispo de San Cristóbal.
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