El cardenal Sandri visita Covadonga
Cuando Sandri (Buenos Aires, 1943) dio voz a Juan Pablo II, en los primeros meses de 2003, lo hacía como arzobispo y sustituto de la secretaria de Estado, cargo que viene a ser el «número tres» del Vaticano, tras el Papa y el secretario de Estado, que entonces era el cardenal Angelo Sodano.
Hoy, Sandri es cardenal de la Iglesia -creado por Benedicto XVI en 2007- y prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales. «Nuestra Congregación tiene jurisdicción sobre territorios como el Líbano, Tierra Santa, Siria, Irán, Irak, Egipto, Grecia y la Europa ex comunista», explicó a este periódico, al tiempo que señaló, respecto a la situación de Oriente Medio, que «parecemos impotentes y repetimos paz, paz, paz, y lo que no podemos hacer nosotros esperamos que lo haga Dios».
Por lo que se refiere a Irak, agregó que «hay una situación de guerra y de terrorismo que afecta también a los cristianos; hemos tenido un arzobispo, el caldeo Bulus Faraj Rahho, que fue secuestrado y murió después, en febrero de este año, junto a tres jóvenes que le acompañaban; se mezcla la persecución, el chantaje, el bandolerismo y la situación de inseguridad general que padece el país».
Leonardo Sandri llegó a Covadonga hacia las ocho de la tarde de ayer, y aunque la cueva había sido cerrada a las siete y media -«creo que se va a retrasar, y además es una visita privada», comentó el abad, Juan José Tuñón-, fue reabierta a esa hora y los niños de la Escolanía acudieron a recibir con sus cantos al cardenal. Sandri llegó acompañado por el arzobispo Carlos Osoro y por un matrimonio de Orense, amigo de ambos. «Sigo el programa de visita que me ha preparado don Carlos, a quien conocí en Roma hace cuatro o cinco años», indicó el cardenal.
Ya en la santa cueva, Osoro explicó a los escolanos que «vosotros habéis oído hablar más de Juan Pablo II, porque estuvo aquí, pero su eminencia el cardenal Sandri estuvo muy cerca de él, y en los últimos momentos de su vida fue el que le daba voz y decía las palabras que el Papa quería decir a todos los hombres».
A continuación, el Arzobispo animó al rezo de «un avemaría por las responsabilidades que tiene en estos momentos su eminencia el cardenal Sandri como prefecto de las Iglesias Orientales, que fueron el inicio mismo de la vida cristiana». Dichas iglesias orientales se desarrollaron desde los primeros tiempos del cristianismo en las regiones de Bizancio y de la lengua griega. Muchas de ellas, antiguas u ortodoxas, se unieron en algún momento de su historia con la Iglesia católica. Tras los rezos y los cánticos de la Escolanía, el cardenal Sandri manifestó ante los presentes que «hay un camino y unas rutas invisibles que conectan el mundo de aquí, de España, con toda Europa y con el mundo de Oriente. Esta ruta invisible se llama la Santísima Virgen María, presente a través de todos sus santuarios, aquí y en Oriente. Ella vigila sobre todos sus hijos, acompaña las alegrías y las penas de nuestras vidas y nos muestra a su hijo Jesús». Finalmente, Sandri pidió a la Santina «por la diócesis, por su pastor y por España».