«Todo empezó con San Pedro Nolasco»
Este año viviremos el octavo centenario de la fundación de la Orden de la Merced en Barcelona, que tuvo lugar en nuestra catedral en 1218. El próximo 29 de enero celebramos la fiesta de San Pedro Nolasco, que fue el alma de esta obra que tuvo la cuna en nuestra ciudad. Creo que es un buen momento para recordar quién era este santo, tal vez, para muchos aún desconocido.
Pedro Nolasco nació hacia 1180 en una masía de las afueras de Barcelona y se dedicó desde muy joven al comercio, como sus padres y sus abuelos. Ellos, originarios de Occitania, vinieron a Barcelona alrededor del 1150 aprovechando las buenas condiciones que Ramon Berenguer IV ofreció a quienes, desde más allá de los Pirineos, vinieran a repoblar la Cataluña Nueva.
A raíz de sus viajes comerciales en Valencia, en Baleares y en el Norte de África, conoció la dura situación que sufrían los cautivos cristianos. Esta experiencia le hizo aflorar la vocación de ayudar a las personas que habían sido arrancadas de su tierra y de sus familias.
En el año 1203, cuando heredó el patrimonio familiar, decidió destinar sus bienes para liberar a los cautivos. Un momento significativo de su historia vocacional fue el viaje que hizo en Valencia, en el que dedicó una parte significativa de su fortuna al rescate de trescientos cautivos.
Con un grupo de seguidores, se estableció en el hospital de Santa Eulalia de Barcelona -situado muy cerca de la catedral- donde tenía cuidado de los pobres. Una vez al año emprendía un viaje a África para redimir nuevos cautivos. Una vez agotados los recursos familiares continuó su misión gracias a las limosnas que recibía.
San Pedro Nolasco, siguiendo la tradición de muchos fundadores catalanes o que pasaron por tierras catalanas, subió a Montserrat. Según los historiadores, lo hizo precisamente en 1218.
Él, que llevaba en el corazón la voluntad de dar la vida por la redención de cautivos, recibió la confirmación de Dios la noche del 1 al 2 de agosto de 1218, cuando se le apareció la Virgen y le pidió que fundara una orden que se dedicara a la redención de cautivos bajo la advocación de la Virgen de la Merced. Unos días más tarde, concretamente el día 10 de agosto de 1218, en la catedral de Barcelona, junto con Ramon de Penyafort, fundó la Orden de Nuestra Señora de la Merced con el consentimiento del rey Jaume I.
San Pedro Nolasco vivió atento al sufrimiento que le rodeaba y optó, con la ayuda de Dios, para entregarse totalmente a dar respuesta a una grave necesidad de su tiempo. Y nosotros, ¿sabemos detectar y actuar ante las necesidades más urgentes de nuestro mundo?
Después de 800 años, la familia de la Orden de la Merced mantiene vivo en todo el mundo su carisma de trabajar por la liberación de las personas que aún hoy están sometidas a situaciones de esclavitud y de falta de libertad. Todo el mundo conoce su dedicación a los servicios religiosos y pastorales en las prisiones, pero a menudo nos pasa inadvertida su ingente entrega en la tarea de reinserción de las personas que salen de la cárcel o que sufren varias esclavitudes sociales.
Hace un tiempo tuve el placer de poder visitar y compartir mesa en uno de sus pisos de reinserción. Muchas gracias, familia mercedaria, por vuestra misión. Pido la intercesión de la Virgen de la Merced para que el Señor os siga bendiciendo, guiando y acompañando en vuestra misión.
† Cardenal Juan José Omella
Arzobispo de Barcelona