"Un obispo como Dios manda y el 'santo pueblo de Dios' quiere" Don Gabino, un obispo 'franciscano' antes de Francisco
"Su vida fue una apuesta constante y concreta por la reconciliación entre los españoles heridos por una Guerra Civil fratricida"
"De niño de la guerra, a obispo más joven de España con 35 años, pasando por presidente del episcopado y por ser apodado el 'obispo rojo', simplemente por apoyar a los mineros de su querida Asturias"
"Nunca quiso ni buscó hacer carrera en la Iglesia. Siempre fue un pastor entregado, solícito y servicial. Características pastorales que le reconoce el pueblo de Dios y sus propios compañeros en el episcopado"
"Su predicamento social, no sólo en Asturias sino en toda España, lo debía a que siempre tendió puentes. Tanto en la sociedad, como en la Iglesia"
"Nunca quiso ni buscó hacer carrera en la Iglesia. Siempre fue un pastor entregado, solícito y servicial. Características pastorales que le reconoce el pueblo de Dios y sus propios compañeros en el episcopado"
"Su predicamento social, no sólo en Asturias sino en toda España, lo debía a que siempre tendió puentes. Tanto en la sociedad, como en la Iglesia"
Era tan inteligente como prudente, tan valiente como ponderado y dialogante y tan sencillo y humilde que 'engatusaba' en las distancia cortas. Incluso a un periodista como yo, que, desde el respeto a la profesión, trataba y trata de ejercer el 'ministerio' del control externo de una institución como la Iglesia, que huye de las críticas y se alimenta de compañeros con botafumeiro incorporado. Conocí y traté ampliamente a Don Gabino, tanto en su época de presidente de la Conferencia episcopal como después, cuando los vientos de la involución lo retiraron a su querido arzobispado de Oviedo.
Era imposible no empatizar con él. Incluso le visité en un par de ocasiones, cuando, ya jubilado, vivía en su apartamento de la casa sacerdotal. Una vez, con el Padre Ángel, al que tanto quería, en un cariño mutuo, que llevó al fundador de Mensajeros a pedir públicamente al Papa que le concediese el birrete cardenalicio.
Otra vez, me recibió en ese mismo apartamento y, tras enseñarme sus enseres informáticos (presumía de estar a la última en informática y, posiblemente, fue de los pocos obispos que, aún siendo nómada digital, trataba con familiaridad los ordenadores y los móviles), me concedió una larguísima entrevista sobre su vida.
Una vida de película. Cuando tenía apenas 10 años, vio cómo los republicanos se llevaron a su padre para fusilarlo. Y, como su madre se negó a separarse de su marido, la mataron también a ella. Huérfano de padre y madre, nunca mostró deseo alguno de revancha. Al contrario, su vida fue una apuesta constante y concreta por la reconciliación entre los españoles heridos por una Guerra Civil fratricida.
De niño de la guerra, a obispo más joven de España con 35 años, pasando por presidente del episcopado y por ser apodado el 'obispo rojo', simplemente por apoyar a los mineros de su querida Asturias.
Don Gabino, que siempre fue un obispo 'franciscano' antes de Francisco (porque ambos bebieron los vientos conciliares), nunca quiso honores ni prebendas. A pesar de haber ocupado puestos de máxima responsabilidad en la Iglesia española, como el de presidente de la Conferencia Episcopal, siempre ejerció su ministerio en colegialidad y sinodalidad. Nunca quiso ni buscó hacer carrera en la Iglesia. Siempre fue un pastor entregado, solícito y servicial. Características pastorales que le reconoce el pueblo de Dios y sus propios compañeros en el episcopado.
No creo que hubiese un prelado español que concitase mayor consenso en torno a su figura humana y sacerdotal que monseñor Díaz Merchán. Sus fieles asturianos lo seguían adorando, a pesar de que hacía ya muchos años que había dejado de ser arzobispo de Oviedo. Desde entonces, siguió viviendo en la residencia sacerdotal de la capital asturiana, prueba elocuente de su amor por la diócesis a la que sirvió con tanta dedicación y entrega. De hecho, poseía la medalla de oro de Oviedo y es hijo adoptivo de Asturias, entre otros muchos reconocimientos civiles.
Su predicamento social, no sólo en Asturias sino en toda España, lo debía a que siempre tendió puentes. Tanto en la sociedad, como en la Iglesia. En Asturias, se recuerda todavía su defensa de los pobres y de los mineros y sus denuncias proféticas sin caer en radicalismos y con total moderación. En Madrid, su labor de mediación ante los Gobiernos socialistas de Felipe González.
Gran persona, excelente sacerdote, obispo servicial y entregado, Don Gabino fue, a mi juicio, un hombre de Dios y un obispo como Dios manda y el 'santo pueblo de Dios' quiere. Un obispo de los que hay pocos, desgraciadamente.
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