"Niega la evidencia de la existencia de 'conservadores y progresistas' entre los obispos" Omella y las 'bienaventuranzas' frente a la crispación política

Omella
Omella

"Juan José Omella, aprovechó la ocasión, para hacer un discurso sencillo, pero profundo, anclado en la dura realidad del momento, pero abierto a la esperanza, criticando algunas de las leyes del Gobierno, pero ofreciendo la colaboración sincera de la Iglesia"

"Para no quedarse en la mera descalificación de la política y de los políticos, Omella se atreve a proponerles unas 'bienaventuranzas', extraídas de las enseñanzas del cardenal François-Xavier Nguyen Van Thuan"

"No se olvida ni silencia el cardenal Omella las críticas directas al Gobierno, centradas especialmente en la ley del aborto y en la llamada 'ley trans', que descalifica en su totalidad"

"Niega, para ello, la situación (en España y en el mundo) y la constatación de los fieles de que hay sensibilidades y diferencias evidentes y distantes, cuando no opuestas, entre los obispos que comulgan a fondo con Francisco y los que simplemente se limitan a soportarlo mientras dure"

La influencia social de una institución se calibra por su capacidad de salir en los medios y de marcar la agenda diaria de la comunicación. Hubo una época en la que la Iglesia católica (y la conferencia episcopal en su nombre y representación) copaba telediarios y abría periódicos y radios. Desde hace años, los obispos ya solo salen en los medios por las inmatriculaciones o, lo que es peor, por la plaga de los abusos del clero.

Pero hay dos veces en el año, coincidiendo con las Plenarias episcopales, que los obispos, con su presidente, cardenal Omella, a la cabeza, tienen a todos los medios a sus pies, dispuestos a hacerse eco de sus palabras y trasladarlas a la opinión pública y publicada.

Omella
Omella

Y esta vez, Juan José Omella, aprovechó la ocasión, para hacer un discurso sencillo, pero profundo, anclado en la dura realidad del momento, pero abierto a la esperanza, criticando algunas de las leyes del Gobierno, pero ofreciendo la colaboración sincera de la Iglesia, para trabajar en favor de los más desfavorecidos y buscar la “amistad social”. Mäs al estilo del Papa Francisco y menos al estilo del ex secretario general, Luis Argüello.

Omella no titubeó a la hora de describir con crudeza la realidad actual, a la que califica de “panorama sombrío”:

"La economía no crece como  antes, los precios suben y la capacidad adquisitiva de millones de personas se ha visto muy mermada. Muchas familias  ven cómo sus salarios o prestaciones sociales son insuficientes, o, incluso, carecen de ellas, y sufren la angustia de no  poder llegar a fin de mes, ni cubrir sus necesidades básicas”.

CEE
CEE

Se puede decir más alto, pero no más claro.Y, además, pone en solfa la actitud de los políticos profesionales, porque “la crispación política no ayuda a resolver los  problemas ni a ofrecer serenidad a la ciudadanía”. Y a su juicio, esta situación se debe a que “no hay voluntad de trabajo en común”.

Y para que el mapa de la realidad no se quede sólo con el negro, Omella también reconoce y agradece de corazón “el esfuerzo continuo de profesionales, empresarios, organizaciones civiles y multitud de personas sencillas que trabajan  intensamente para promover el empleo, sostener la economía y hacer real la solidaridad con los más necesitados”.

Más aún, para no quedarse en la mera descalificación de la política y de los políticos, Omella se atreve a proponerles unas “bienaventuranzas”, extraídas de las enseñanzas del cardenal François-Xavier Nguyen Van Thuan, fallecido en loor de santidad y que preconiza, entre otras cosas : “Bienaventurado el político que trabaja por el bien común y no por su propio interés”. Y tras las bienaventuranzas, concluye:

Cardenal Van Thuan
Cardenal Van Thuan

“Es la hora de los hombres y mujeres de Estado que miran a largo plazo, de los que se atreven a tomar decisiones  importantes para asegurar el bien y la prosperidad para las  próximas generaciones y no el rédito partidista inmediato”.

Y, como es lógico, tras ponerles ante el espejo de las Bienaventuranzas, Omella ofrece a los políticos la colaboración leal de la “Iglesia, madre”, para “mirar el mundo desde los ojos del que sufre,  del que se queda al margen, del que experimenta la soledad,  del que no llega a final de mes, del que no puede recibir la asistencia que necesita, del que padece alguna enfermedad...”

Y para no quedarse sólo en lo abstracto y en la teoría, Omella, siguiendo la estela del Papa Francisco, baja a la arena de la concreción y pide a los políticos que contengan los precios del alquiler, que promuevan la edificación de viviendas y que pongan coto al invierno demográfico a través de ayudas a las familias y de la acogida (eso sí, "ordenada") de emigrantes. Y, por supuesto, que agilicen los trámites para que las ayudas lleguen cuanto antes a los más necesitados, que firmen pactos entre los partidos y que pongan en marcha un "pacto de rentas".

Ley trans

No se olvida ni silencia el cardenal Omella las críticas directas al Gobierno, centradas especialmente en la ley del aborto y en la llamada “ley trans”, que descalifica en su totalidad: “la llamada autodeterminación de género, auténtica  piedra angular de esta norma, no tiene fundamento médico  ni científico, y supone transformar en ley el mero deseo de  personas, en muchos casos jóvenes en proceso de madurez,  que pueden ver comprometido seriamente su futuro con actuaciones para las que ya no existe vuelta atrás”.

En clave más interna, el cardenal Omella se muestra muy preocupado por la división (instalada en el fondo del imaginario colectivo del pueblo y de los medios de comunicación) que se suele hacer entre los obispos “conservadores y progresistas”. Y, como siempre, pide comunión y dice que apenas existen diferencias entre ellos. Un deseo más que una realidad. Niega, para ello, la situación (en España y en el mundo) y la constatación de los fieles de que hay sensibilidades y diferencias evidentes y distantes, cuando no opuestas, entre los obispos que comulgan a fondo con Francisco y los que simplemente se limitan a soportarlo mientras dure.

Conservadores y progresistas en la Iglesia

Una batalla perdida también en los medios, que juegan con la escenificación de las diferencias y con la dualización, para tratar de describir mejor la realidad y acercar a la gente el misterioso y melifluo mundillo del episcopado. Como suele decir un amigo, “no hay nada más parecido y más distinto que un obispo a otro obispo”.

Aunque también es verdad que, como dice Omella en su discurso, esta evidente separación entre grupos y cordadas episcopales (que siempre han existido y existirán) podría verse superada o, al menos matizada, si todos concluyesen (de corazón y de verdad) en el camino sinodal, vivido e interpretado a la luz del Vaticano II.

¡Ojalá! ¿Está dispuesta la casta episcopal a dejar de lado su ideología de “roca acechada”, para subirse al carro de Francisco en pos de una Iglesia samaritana y misericordiosa? Llevan casi 10 años sin hacerlo. ¿Por qué iban a hacerlo ahora, cuando atisban el final del reinado de Francisco?

Papa
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