"¿Qué le espera al Sodalicio? ¿Puede dar frutos buenos un árbol malo desde la raíz?" Los ‘007 del Papa’ se cobran otra pieza mayor

Scicluna, Bertomeu y el Papa
Scicluna, Bertomeu y el Papa

"Francisco decidió confiarles investigaciones sobre pederastia en Bolivia, Perú o Brasil, como visitadores con plenos poderes, por encima de obispos y cardenales, y que sólo rinden cuentas al Papa reinante"

"Los miembros del Sodalicio juran cumplir los votos de pobreza, castidad y obediencia, pero no son pobres, algunos no son castos y sólo obedecen a las órdenes del dinero, que acumulan con malas artes y delitos, como la pederastia"

"Al final se demuestra, una vez más, que la llamada “primavera” de Juan Pablo II, con su enorme proliferación de asociaciones y movimientos religiosos, estaba podrida de raíz"

"La ‘misión especial’ ha sido empeño directo de Francisco. Sin su interés personal, la maquinaria vaticana no se hubiera movido o lo habría hecho, como hasta ahora, para frenar toda iniciativa de control y rendición de cuentas"

Son dos: Un gordito y un flaco; un bajito y un alto. Uno es arzobispo en Malta; el otro, oficial del Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Los dos son de la máxima confianza del Papa Francisco, que les encarga las misiones más complicadas, especialmente las que tienen que ver con la plaga de los abusos. Charles Scicluna y Jordi Bertomeu son los agentes especiales del Papa.

Después de su misión en Chile, Francisco decidió pedir la renuncia al episcopado chileno en pleno y confiarles investigaciones sobre pederastia en Bolivia, Perú o Brasil, como visitadores con plenos poderes, por encima de obispos y cardenales, y que sólo rinden cuentas al Papa reinante. Su próximo destino podría ser Ecuador, especialmente su archidiócesis primada, Quito.

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Scicluna y Bertomeu
Scicluna y Bertomeu

El dúo acumula experiencia en misiones delicadas para identificar a depredadores sexuales de niños y adolescentes y desenmascarar a sus encubridores, algunos con altas dignidades. Y podrían presumir, aunque no lo hacen, de haber logrado sonados trofeos, como, por ejemplo, el exsacerdote Fernando Karadima, formador de curas y obispos, protegido por las más altas esferas religiosas y políticas chilenas y con una mochila llena de abusos. Tras su informe, Karadima fue expulsado del sacerdocio.

Ahora, estos dos cazadores de monstruos eclesiásticos, acaban de cobrar otra pieza, quizás más sonada todavía, porque Fernando Fígari era el todopoderoso fundador del Sodalicio de Vida Cristiana, un grupo laico de derecho pontificio afincado en Perú, pero que funciona también en Chile, Ecuador, Colombia, Costa Rica, Brasil o Estados Unidos. Sus miembros juran cumplir los votos de pobreza, castidad y obediencia, pero no son pobres, algunos no son castos y sólo obedecen a las órdenes del dinero, que acumulan con malas artes y delitos, como la pederastia.

Al final se demuestra, una vez más, que la llamada “primavera” de Juan Pablo II, con su enorme proliferación de asociaciones y movimientos religiosos, estaba podrida de raíz, desde sus bases de referencia, desde los propios cimientos y carismas. Unos 10 fundadores están siendo investigados por abusos de poder o de conciencia, corrupción financiera, problemas afectivos y abusos sexuales de todo tipo. Algunos ya castigados, como el esloveno Rupnik, el chileno Karadima, el mexicano Maciel (al que Wojtyla protegió y Ratzinger mandó retirar a un monasterio, pero sin obligarlo a dejar de ser sacerdote), el francés Abbé Pierre y, ahora, el peruano Fígari. Unos, denunciados por sus propias organizaciones, pero la mayoría fruto de las pesquisas de los dos agentes especiales papales.

Scicluna y Bertomeu
Scicluna y Bertomeu

¿Qué le espera al Sodalicio? ¿Puede dar frutos buenos un árbol malo desde la raíz? Expulsado el fundador, ¿qué queda del carisma? Y no parece plausible decir que el carisma nació con él y fue desarrollado por su gente, siendo él infiel al mismo. Fígari abusó de menores incluso antes de fundar. ¿Cómo puede Dios confiar un carisma a un abusador delincuente? Todo apunta a que el Sodalicio está marcado desde el momento cero por un no-carisma fundacional y que, por lo tanto, está condenado a desaparecer.

Asi pues, el Sodalicio, que ha hecho más de 1000 millones de beneficios en negocios irregulares a la sombra del concordato, también peligra. Será el gran golpe definitivo del comando especial del Papa en favor de las víctimas de Fígari y de los periodistas Pedro Salinas y Paola Ugaz, que casi entran en la cárcel por denunciar sus tropelías y sus abusos.

 Por otra parte, con la condena de Fígari se realiza una reparación tardía, pero al fin y al cabo reparación de las víctimas, aprobada por el Papa a propuesta de la ‘misión especial’. Y eso que, desde la primera denuncia de José Enrique Escardó, en 2001, hasta la condena del fundador sodalite han tenido que pasar 23 años, para que se hiciese justicia. Entre otras cosas, porque con su poder y su dinero utilizaron y manipularon a la Justicia peruana, para encubrir sus delitos.

 ¿Quiénes más han impedido investigarlos hasta ahora? ¿Por qué la iglesia no tiene instrumentos más ágiles para tutelar a sus fieles respecto a estos desaprensivos con tanto poder? ¿Por qué el Vaticano no tiene instrumentos más ágiles para cortar de raíz tanta corrupción?

Scicluna y Bertomeu
Scicluna y Bertomeu

La ‘misión especial’ ha sido empeño directo de Francisco. Sin su interés personal, la maquinaria vaticana no se hubiera movido o lo habría hecho, como hasta ahora, para frenar toda iniciativa de control y rendición de cuentas. Gracias, pues, a Francisco, a algunos periodistas y a la ‘misión especial’, un abusador menos y un acto de reparación de las víctimas más.

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