Rouco se va con 8 segundos de aplausos

Ambiente especial en esta Plenaria episcopal. Como suele suceder en todas las asambleas donde se celebran elecciones. Aquí no hay partidos ni campañas electorales, pero sí grupos y sensibilidades episcopales distintas, que tienen que plasmarse, lógicamente, en personas y en estructuras. Mediaciones, que dicen los obispos. Huele a votos y huele a fin de reinado de Rouco. Y la mayoría episcopal no parece sentir en demasía su marcha. “A Don Antonio -dice un fontanero de Añastro- se le teme o se le respeta más que se le quiere”.

La sala de la Plenaria está repleta de periodistas, invitados y obispos. Aunque se echa en falta al cardenal Amigo en la presidencia. Tampoco vi a monseñor Uriarte ni a monseñor Ureña, el titular de Zaragoza.

En el lado de los periodistas aparece Martínez Camino, sentado al lado de Iceta, el obispo de Bilbao Lleva un pectoral de oro (o dorado) que reluce más que el sol y llama la atención. Es de los pocos que luce oro. La mayoría ha optado por la plata más discreta.

Afable, como siempre, se acerca a saludar monseñor Vives, el copríncipe de Andorra. Siempre bromista asegura que llega la primavera, “aunque algunos no quieran”. Y, para alcanzarla de verdad, habla con su símil agrícola: “Hay árboles muy enraizados que costará trasplantar, cortar o podar. Pero todo se andará”.

Ya mas en serio se muestra preocupado por las informaciones sobre Cataluña en la reciente visita ad limina de los obispos. Primero, explica (lo sabe por ser copríncipe de Andorra) que lo que a uno le dice el papa no se puede contar. Sólo se puede referir lo que uno le dice al Papa. Y matiza que el auténtico pensamiento del vaticano sobre Cataluña lo refirió el Secretario de Estado, Pietro Parolín (“No creo que la Santa Sede deba entrar en la cuestión catalana”), y no el ministro de Exteriores Margallo ni el arzobispo de Toledo, Braulio Rodríguez. El Primado dijo que “El Papa está preocupado por una posible secesión en España”.

Me cruzo con el preconizado Ricardo Blázquez. Le saludo, le deseo suerte y me contesta: “Gracias, Manolo”. No sé por qué siempre me llama Manolo.

Piris, también cariñoso, asegura que tiene ya “pensado” su voto, pero que puede haber sorpresas:

-¿En la vicepresidencia?, pregunto
-Arriba, arriba del todo, contesta.

También saludo al nuevo obispo auxiliar de Santiago de Compostela, Jesús Fernández:

-¿Qué tal na miña terra, monseñor?
-”Excelente. Los gallegos sois gente tan acogedora y cariñosa que uno se siente como en casa”

En un aparte, un clan asturiano especial: El obispo auxiliar, monseñor Menéndez, el obispo de Guadalajara, Atilano Rodríguez, y Enrique Llano, el nuevo miembro del superministerio económico vaticano.

Es una de las estrellas invitadas de la Plenaria. Buena persona y un poco tímido, se acercan a saludarlo y él se quita importancia. Su amigo y “padrino” Fernando Giménez Barriocanal le presenta a algunos obispos y al propio cardenal Rouco, que no lo conocía, al menos de cara.

Algunos comentan, a la salida, que Rouco estuvo a punto de quedarse sin voz, tras la misa cantada de la mañana y la larga lectura de su cansino discurso. Él mismo pidió “perdón por la longitud del discurso, pero la ocasión lo merecía”.

El aplauso a Rouco de sus compañeros obispos duró 8 segundos y un tanto deslavazados

Por comparación, el aplauso al discurso del Nuncio, Renzo Fratini, mucho más “franciscano” duró 10 segundos.

José Manuel Vidal
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