Que alguien detenga a Rico Pavés y a sus 'señoritos'

Lo que el minicensor y secretario técnico de la comisión episcopal de Doctrina de la Fe, José Rico Pavés, esta haciendo con José Antonio Pagola es de vergüenza ajena. Porque Pagola (el bueno de Pagola que aguanta en silencio el acoso y derribo que viene sufriendo desde hace años) no se lo merece. Y su obra, tampoco. Porque el censor no está a la altura del censurado. Porque el procedimiento denota falta de misericordia. Y porque, al final, mientras el aprendiz de inquisidor intenta separar el trigo y la cizaña, sin haber estado nunca en un trigal, el pueblo sencillo (al que los libros y artículos de Pagola tanto bien hacen) se escandaliza por esta inmisericorde persecución y, harto de tanta prepotencia, o mira con pena a los censores y no les hace ni caso o se aleja de ellos y de su Iglesia inmisericorde y sin entrañas.

¡Que alguien detenega a Rico Pavés! Y, sobre todo, que a sus señoritos. Porque, al final, el secretario de Doctrina de la Fe es un simple funcionario. Colocado ahí por sus amigos. Para hacer un "papelón". Primero, porque le sale de dentro. Es de la escuela de Toledo, de los que creen que, mientras toda la Iglesia patria se deslizaba hacia la herejía durante el postconcilio, sólo ellos mantuvieron la fe intacta, sana y segura. Y, ahora, que ha dado la vuelta a la tortilla, ahora que gobiernan la Iglesia los que perdieron el Concilio, la imponen con descaro e impunidad a los demás. Y, segundo, porque lo han colocado ahí para eso. Y si quiere ganarse la mitra...

Rico Pavés no sería nadie sin Camino (que lo azuza) y sin Rouco (que lo permite). Ellos son, pues, los máximos culpables de esta situación de acoso y derribo (sin razones serias y de calado) contra un teólogo y un servidor de la Iglesia sin trampa ni cartón. Bastaría una leve indicación de Rouco a Camino...Pero Rouco no la dará. Está en otras cosas. Está en lo único que le obsesiona desde hace años: el éxito total de la JMJ y, por lo tanto, su coronación, su triunfo...

No lo hará, porque, en el fondo, Pagola es un cabeza de turco, que está pagando los "pecados" de la Iglesia vasca de estas últimas décadas. Y, sobre todo, los de monseñor Setién. Y, según Rocuo, esos pecados son muchos y mortales. Los obispos vascos fueron los únicos que le plantaron cara, los que resistieron, los que montaron estructuras diocesanas corresponsables y democráticas, los que nunca fueron en su carro a misa. Y, además, Setién le tumbaba el pulso en la Plenaria siempre que intervenía...

Por eso, en cuanto pudo, Rouco cambió el mapa y el modelo eclesial vasco, colocó allí a sus dos peones (Munilla e Iceta) y, no contento, quiere remachar la faena, dejando que uno de sus mandados pisotee la dignidad personal y teológica de Pagola.

¡Qué se habrá creído éste Pagola...que los tiempos han cambiado...que ahora mandamos nosotros! ¡Y, encima, su libro se vende más que el del propio Papa! ¡Y sus comentarios al Evangelio (tema del libro recién censurado) lo utilizan muchísimos curas españoles y se difunden en RD! ¡Y alimentan a millones de critianos!

Así las cosas, sólo desde Roma pueden cambiar las cosas e introducir un poco de cordura en este sinsentido. Sólo el jesuita Ladaria, el secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y el cardenal Cañizares, perfecto conocedor de la obra de Pagola y de sus circunstancias, pueden hacer algo por detener esta deriva. Que lo hagan cuanto antes, que informen al Papa-teólogo (al que no me imagino pidiendo que se tape la boca a un colega), que le manden un recado a Rouco-Camino, que les pongan en su sitio, que dejen ya en paz de una vez a Pagola, que se dediquen a su JMJ o que se vayan los dos, en amor y compañía, a rezar a la Trapa de Dueñas...Amén.

José Manuel Vidal
Volver arriba