"Resulta indignante es que actualmente la Iglesia todavía homenajee actos de barbarie del pasado" ¿Cómo deben ser juzgados por la Iglesia los hechos del pasado?
"El Vaticano y el propio papa Francisco tienen una visión exculpatoria: 'No hay que juzgar los hechos de la Iglesia del pasado con la mentalidad de hoy'"
"Entonces, ¿qué pintó el evangelio, donde Jesús ya cambió esa mentalidad por otra bien distinta a favor del amor, de la paz, del perdón o de la compasión?"
El Vaticano y el propio papa Francisco tienen una visión exculpatoria de los abusos de la Iglesia cometidos en el pasado al afirmar con contundencia que: “No hay que juzgar los hechos de la Iglesia del pasado con la mentalidad de hoy”. Es decir, si los conflictos se resolvían con las guerras, si la violencia era considerada necesaria para colonizar un territorio perteneciente a una comunidad nativa o para castigar con tortura o muerte a un delincuente, la Iglesia considera que el haber recurrido a esas prácticas propias de la mentalidad de épocas pasadas estaba normalizado.
Entonces, ¿qué pintó el evangelio, donde Jesús ya cambió esa mentalidad por otra bien distinta a favor del amor, de la paz, del perdón o de la compasión? La falta de mención al evangelio de esa frase es una muestra irrefutable de que la Iglesia prefirió seguir la mentalidad de las distintas épocas, anulada por Jesús, antes que la Buena Nueva anunciada por el evangelio. La frase correcta sería esta: “Hay que juzgar los hechos de la Iglesia en el pasado no con la mentalidad de entonces sino con la del evangelio”. Siendo así, la frase no resulta exculpatoria, sino que reafirma que la Iglesia prescindió de los valores del evangelio para aliarse con el mal.
La frase correcta sería esta: "Hay que juzgar los hechos de la Iglesia en el pasado no con la mentalidad de entonces sino con la del evangelio"
Ya hubo auténticos cristianos, como Fray Bartolomé de las Casas, que se apercibieron de esa deriva falsa del cristianismo, denunciando todo tipo de abusos contra los indígenas, normalizados en esa época, pero pecaminosos ante los ojos de Dios. Francisco es el primer papa en reconocer que se cometieron muchos abusos en nombre de Dios, especialmente en la colonización de América, pidiendo perdón.
A pesar de todo, todavía queda una larga lista de abusos de poder, no reconocidos por la Iglesia, pidiendo perdón y reparando el daño realizado. Entre ellos ocupan un lugar prominente el apego a los privilegios y a las riquezas o la sacrílega pleitesía reciente a dictadores sanguinarios.
La Iglesia se adaptó pecaminosamente sin reparo alguno a la mentalidad de abusos de todo tipo contra la humanidad en épocas pasadas, sin cuestionarlas a la luz de la Buena Nueva anunciadora de una nueva mentalidad. Sin embargo, resulta paradójico que rechace los valores de la sociedad democrática que son más cercanos y compatibles con el cristianismo como: la igualdad entre mujeres y hombres en todas las esferas profesionales y de poder frente al patriarcado, la democracia frente a una estructura piramidal y jerárquica donde el pueblo de Dios no tiene voz ni voto, la aceptación de la homosexualidad considerada pecaminosa o irregular frente al reconocimiento de la OMS como una variedad natural de la sexualidad , el aborto terapéutico en beneficio de la vida de la madre o de un feto con graves anomalías que le harán una vida inviable con graves incapacidades y sufrimientos , el divorcio de un matrimonio donde no anida el amor que es el primer mandamiento del cristianismo, el celibato optativo de la clerecía frente a una valoración errónea del celibato como doctrina incuestionable frente al matrimonio sacramental, o el derecho a la eutanasia en los casos de una situación insufrible y terminal siguiendo el principio de Jesús “ misericordia quiero y no sacrificio”.
Sin embargo, la Iglesia no los aplica, a pesar de ser valores que sintonizan con los Derechos Humanos, que el papa Francisco los considera compatibles con el evangelio, priorizando los valores caducos de la tradición donde abundan valores considerados intocables que sí entran en contradicción con el evangelio.
El papa Francisco ante la pederastia clerical
El papa Francisco, a principios del año 2019, a raíz de la multitud de abusos de niños y niñas por el clero en muchos países católicos durante las últimas décadas, convocó en el Vaticano, el 21-2-19, una cumbre de 4 días con 190 líderes religiosos para tratar de frenar una de las mayores crisis de la Iglesia católica.
El Papa hizo una lamentable declaración al afirmar que “los hechos del pasado deben ser interpretados con la hermenéutica de la época en la que sucedieron. Es como el indigenismo. Hubo muchas injusticias o brutalidad, pero no pueden ser interpretados con la hermenéutica de hoy, tenemos otra conciencia. En los tiempos antiguos estas cosas – los abusos sexuales a menores – se cubrían. Pero también en casa, cuando el tío abusaba de una sobrina, o cuando lo hacía el padre con los hijos. Se cubría porque era una vergüenza muy grande. Era la manera de pensar de los siglos pasados. Es necesario juzgar los fenómenos pasados con criterios de la misma época”.
Con esa declaración, el Papa, a mi juicio, no acertó en dos aspectos:
En primer lugar, porque comparó la pederastia clerical con la ejercida por algunos familiares, a pesar de ser incomparables por el carácter religioso de los que cometieron esos abusos y por la implicación de los altos jerarcas de la Iglesia al no denunciar a los pederastas clericales ni apartarlos de su cargo, más bien trasladarlos a otras parroquias con el riesgo de que continuaran abusando de menores.
En segundo lugar, porque al afirmar que “los hechos del pasado deben ser interpretados con la hermenéutica de la época en la que sucedieron” se olvidó que, con respecto a la Iglesia, ese pensamiento no es válido. ¿Por qué? Porque por su condición de líder de la Iglesia católica, no mencionó que el evangelio hace XX siglos que existe, transmitiendo una nueva conciencia distinta a la de épocas pasadas y recientes. La Iglesia dio la espalda en muchas ocasiones a la nueva conciencia emanada del evangelio
Lo que resulta indignante es que actualmente la Iglesia todavía homenajee actos de barbarie del pasado, en este caso los atribuidos por la leyenda a Santiago de Compostela. Explico esta experiencia que así lo confirma.
Santiago Matamoros
El día de Santiago Apóstol, celebrado el 25 de julio, de hace unos años, fui testigo de la procesión en honor de Santiago en un pueblo de Galicia. Después de la misa, se procedió a sacar del templo entre cuatro hombres la imagen del apóstol Santiago montado a caballo, blandiendo una espada en su mano derecha, degollando los moros que yacían en el suelo; de ahí su sobrenombre de Matamoros. Esa imagen nefasta del apóstol se basa en una leyenda:
El 23 de mayo del año 844, el rey Ramiro I de Asturias ganó la batalla de Clavijo en contra de los musulmanes de Abderramán II, emir de Córdoba. Los soldados cristianos se vieron superados por los soldados musulmanes, por lo que temieron ser vencidos. Pero en un sueño, el apóstol Santiago se le apareció al rey Ramiro I y le prometió que le ayudaría a ganar la batalla.
La leyenda explica que, durante la batalla, Santiago apóstol apareció en el fragor de la batalla montado en un caballo blanco, blandiendo una espada matando moros, hasta que fueron derrotados. A partir de esta aparición, la figura del apóstol se convirtió en Matamoros, que contribuyó a formar la idea del apoyo divino en la lucha contra el islam durante la Reconquista.
Aunque la escena sea atribuida a una leyenda, transmite la idea de que la limpieza étnica de musulmanes durante la Reconquista fue una obra realizada para mayor gloria de Dios, como otras acciones bélicas y violentas que vendrían después. Se trata de una vejación humana y cristiana que no tiene cabida en el evangelio, cuyo mensaje principal es el de “amaos los unos a los otros”. Esa imagen de un apóstol asesino, como también el apellido y el sobrenombre de Matamoros, la iglesia debería hacerlos desaparecer por respeto a los musulmanes. Pero la Iglesia no ha movido un dedo para reparar esa infamia, ya que Santiago Matamoros continúa estando presente en las iglesias y los fieles le rinden pleitesía, sacándolo en procesión por las calles de los pueblos. Esa imagen y el trato que le da la Iglesia de dejar las cosas en su sitio, como es su forma propia de ser y hacer, puede alimentar y justificar la xenofobia contra los musulmanes.
Es detestable otro ejemplo de la permanencia del vocablo de Matamoros. La diócesis mexicana de Matamoros ya tiene un nuevo nombre como Diócesis de Matamoros-Reynosa. ¿Qué hubiera costado que se llamara escuetamente Diócesis de Reynosa? ¿Por qué persistir en mantener ese sobrenombre ofensivo no solo para los moros que han llegado y continúan llegando a nuestro país, huyendo de la pobreza, sino también contra el apóstol Santiago?
La Iglesia manda al ostracismo la figura de Santiago Matamoros de la catedral de Santiago
La curia catedralicia ha decidido cambiar la ubicación que hasta ahora ostentaba la popular figura del apóstol Santiago cortando las cabezas de los infieles musulmanes dentro de la Catedral de la capital gallega, para llevarlo a un nuevo emplazamiento mucho menos vistoso.
El hueco que ocupaba hasta ahora la figura será utilizado para homenajear al Obispo Teodomiro, prelado de Iria Flavia, que según los escritos históricos fue el descubridor del sepulcro del apóstol y que es considerado el padre del fenómeno jacobeo, ya que fue quien convenció al rey Alfonso II el Casto para que levantase una iglesia en el lugar en honor a Santiago.
Conclusión
Es cierto que el análisis histórico de hechos ocurridos en el pasado hay que hacerlos teniendo en cuenta la mentalidad de la época y no con nuestra mentalidad moderna. Sin embargo, las escenas de barbarie protagonizadas por la Iglesia en épocas pasadas no pueden atribuirse a que las sociedades de entonces estaban lejos de comportarse de un modo humanitario. Es una excusa inaceptable por la sencilla razón de que los cristianos ya contaban entonces con una moral adelantada a su tiempo a través del evangelio. Por eso deben ser calificados como actos de barbarie protagonizados por la Iglesia como la Inquisición, las Cruzadas, las guerras de religión, las expulsiones de judíos y musulmanes con expolio de sus propiedades o la imposición forzada de la fe cristiana a los indígenas americanos. Son muestras de barbarie que no se corresponden con el principio básico del cristianismo: “Amaos los unos a los otros”. Son hechos imperdonables de pisoteos de la dignidad del ser humano.
Los actos de barbarie protagonizados por la Iglesia como la Inquisición, las Cruzadas, las guerras de religión, las expulsiones de judíos y musulmanes con expolio de sus propiedades o la imposición forzada de la fe cristiana a los indígenas americanos son hechos imperdonables que no se corresponden con el principio básico del cristianismo"
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