Obstáculos externos Familia bombardeada
Amenazan a la familia feliz y perfecta, no solamente las dificultades internas que pueden destruirla con el divorcio, sino los obstáculos externos que bombardean continuamente sus valores fundamentales de respeto, responsabilidad, amor y fe coherente. El panorama, un tanto dramático de obstáculos externos e internos, provoca en cualquier lector una primera reacción: ¡es imposible hoy día una familia que sea feliz y perfecta!
Para fundamentar esta conclusión tan negativa analicemos las dimensiones que del mundo exterior recibe la comunidad familiar. Advirtamos que cualquiera de los 10 grupos familiares descritos sufre el impacto del contexto sociocultural. Como la historia y la cultura influyen en la conducta humana, conviene un examen previo del contexto ambiental, en parte común y en parte diferente, y del entorno socio-político que hace “difícil” para unas familias y casi-imposible” para otras el ascenso a la meta soñada de felicidad y perfección.
Comenzamos por las dificultades que sufre la comunidad bombardeada: la familia hipotecada. Y sugerimos algunos criterios a tener presente para facilitar el ascenso a los picos de la perfección y de la felicidad.
La familia bombardeada En cinco rasgos concretamos los obstáculos (“¿enemigos”) con los que se enfrentan padres e hijos los miembros de una comunidad bombardeada.
1º La mayor fragilidad socioeconómica de un gran mayoría de familias que se agravó alarmantemente sobre todo en las familias del Tercer mundo. A la fragilidad, se une la revolución demográfica, la jurídico social y la socioeconómica de la globalización que inciden negativamente en la vida de las familias más pobres.
Reflexión: si no se dan las exigencias mínimas es utópico hablar de una familia humana-perfecta para que pueda vivir según su dignidad. Ahora bien, en su pobreza o miseria, asombra la alegría de algunas comunidades que celebran muchos momentos de felicidad dentro de las carencias materiales de vida.
2º La exaltación de los valores individuales, especialmente la conciencia autónoma y la libertad que desea liberarse de la autoridad. En los últimos años se agravó el subjetivismo de la persona y el relativismo de la conciencia que convulsionó la conducta personal con la revolución del sujeto en general y con la revolución en la sexualidad.
Reflexiones. Esta exaltación repercute en el respeto y responsabilidad de padres e hijos. En nombre del “ego exaltado” surge la irresponsabilidad y la falta de respeto que se quieren justificar. En el presente siglo aumentó la dificultad para educar y exigir respeto a los hijos. Con la exaltación de los valores individuales se agrava la tensión autoridad-libertad. Los mismos cónyuges padres pueden sentir el impacto subjetivista ante los conflictos conyugales y defender mejor su libertad-felicidad que no el compromiso familiar. El amor responsable puede quedar anulado por la exaltación de la propia persona.
3º El énfasis egoísta y agresivo de la vida que ha convulsionado con acentos dramáticos las relaciones familiares. La denominada revolución del afecto y de la biotecnología ha cuestionado las relaciones tradicionales entre padres, esposos e hijos.
Por ello, una existencia familiar “humana” consiste en una convivencia agradable regida por el amor.
Reflexión. Ante la nueva problemática surge la necesidad del área antigua y nueva del amor auténtico, motor para unas relaciones de paz y alegría en la vida familiar. El ambiente egoísta y agresivo puede contaminar las relaciones familiares. Hasta puede desaparece el amor y convertir la familia en un conjunto “armado” de los unos contra los otros.
4º Mayores dificultades para la educación y para la realización personal. La educación, el trabajo y el futuro están amenazados más que nunca. Cierto que hoy se progresa en la educación “técnica” de las personas, pero nunca como hoy peligra la madurez de las personas por falta de valores fundamentales. De aquí que surja como necesidad la educación para la realización personal. Y la oposición a los medios de comunicación social que bombardean desde dentro del mismo hogar. Son los dueños de la transmisión de valores. Su influencia es tan fuerte que puede anular los valores que enseñan los padres.
Reflexión. Frente al bien familiar, lo que rige en muchos miembros es su realización personal. Todo lo demás en tanto en cuanto ayuda al bien individual. Desaparece el sacrificio-donación, tan esencial en la vida familiar. Recordar la gran misión social de la familia que radica en la educación de buenos ciudadanos
5º El influjo del secularismo y de una religiosidad desorientada han cuestionado la fe tranquila de los creyentes católicos en las últimas décadas. La raíz más profunda de muchas familias “desorientadas” aunque lo posean “todo”, consiste en la ausencia de Dios, de valores espirituales y de una fe coherente. La presencia de Dios y la comunión con la Iglesia son también condiciones para la familia que se confiesa católica. Esta situación da pié para una fe consciente, coherente y compartida.
Reflexión. Dios desaparece de la vida familiar. A lo sumo, alguna prácticas piadosas en padres y abuelos. Y sin Dios no hay fe coherente: desaparece la motivación religiosa tan fundamental para superar dificultades y para dar un sentido trascendente a las tareas y relaciones.
Dos conclusiones y dos interrogantes:
1ª conclusión: la familia queda gravemente afectada en su ser y misión por los múltiples obstáculos, dificultades y enemigos internos y externos
2ª conclusión: ante un panorama tan desolador, se impone la conclusión de que es imposible una familia feliz y perfecta.
Pero siguen los interrogantes propuestos en el subtítulo del blog: ¿Posible? ¿Cómo? Al primer interrogante la respuesta es afirmativa: sí, es posible una familia feliz y perfecta. El segundo interrogante, ¿cómo?, se convierte en un desafío que necesita varios artículos para intentar une respuesta personal.
Para fundamentar esta conclusión tan negativa analicemos las dimensiones que del mundo exterior recibe la comunidad familiar. Advirtamos que cualquiera de los 10 grupos familiares descritos sufre el impacto del contexto sociocultural. Como la historia y la cultura influyen en la conducta humana, conviene un examen previo del contexto ambiental, en parte común y en parte diferente, y del entorno socio-político que hace “difícil” para unas familias y casi-imposible” para otras el ascenso a la meta soñada de felicidad y perfección.
Comenzamos por las dificultades que sufre la comunidad bombardeada: la familia hipotecada. Y sugerimos algunos criterios a tener presente para facilitar el ascenso a los picos de la perfección y de la felicidad.
La familia bombardeada En cinco rasgos concretamos los obstáculos (“¿enemigos”) con los que se enfrentan padres e hijos los miembros de una comunidad bombardeada.
1º La mayor fragilidad socioeconómica de un gran mayoría de familias que se agravó alarmantemente sobre todo en las familias del Tercer mundo. A la fragilidad, se une la revolución demográfica, la jurídico social y la socioeconómica de la globalización que inciden negativamente en la vida de las familias más pobres.
Reflexión: si no se dan las exigencias mínimas es utópico hablar de una familia humana-perfecta para que pueda vivir según su dignidad. Ahora bien, en su pobreza o miseria, asombra la alegría de algunas comunidades que celebran muchos momentos de felicidad dentro de las carencias materiales de vida.
2º La exaltación de los valores individuales, especialmente la conciencia autónoma y la libertad que desea liberarse de la autoridad. En los últimos años se agravó el subjetivismo de la persona y el relativismo de la conciencia que convulsionó la conducta personal con la revolución del sujeto en general y con la revolución en la sexualidad.
Reflexiones. Esta exaltación repercute en el respeto y responsabilidad de padres e hijos. En nombre del “ego exaltado” surge la irresponsabilidad y la falta de respeto que se quieren justificar. En el presente siglo aumentó la dificultad para educar y exigir respeto a los hijos. Con la exaltación de los valores individuales se agrava la tensión autoridad-libertad. Los mismos cónyuges padres pueden sentir el impacto subjetivista ante los conflictos conyugales y defender mejor su libertad-felicidad que no el compromiso familiar. El amor responsable puede quedar anulado por la exaltación de la propia persona.
3º El énfasis egoísta y agresivo de la vida que ha convulsionado con acentos dramáticos las relaciones familiares. La denominada revolución del afecto y de la biotecnología ha cuestionado las relaciones tradicionales entre padres, esposos e hijos.
Por ello, una existencia familiar “humana” consiste en una convivencia agradable regida por el amor.
Reflexión. Ante la nueva problemática surge la necesidad del área antigua y nueva del amor auténtico, motor para unas relaciones de paz y alegría en la vida familiar. El ambiente egoísta y agresivo puede contaminar las relaciones familiares. Hasta puede desaparece el amor y convertir la familia en un conjunto “armado” de los unos contra los otros.
4º Mayores dificultades para la educación y para la realización personal. La educación, el trabajo y el futuro están amenazados más que nunca. Cierto que hoy se progresa en la educación “técnica” de las personas, pero nunca como hoy peligra la madurez de las personas por falta de valores fundamentales. De aquí que surja como necesidad la educación para la realización personal. Y la oposición a los medios de comunicación social que bombardean desde dentro del mismo hogar. Son los dueños de la transmisión de valores. Su influencia es tan fuerte que puede anular los valores que enseñan los padres.
Reflexión. Frente al bien familiar, lo que rige en muchos miembros es su realización personal. Todo lo demás en tanto en cuanto ayuda al bien individual. Desaparece el sacrificio-donación, tan esencial en la vida familiar. Recordar la gran misión social de la familia que radica en la educación de buenos ciudadanos
5º El influjo del secularismo y de una religiosidad desorientada han cuestionado la fe tranquila de los creyentes católicos en las últimas décadas. La raíz más profunda de muchas familias “desorientadas” aunque lo posean “todo”, consiste en la ausencia de Dios, de valores espirituales y de una fe coherente. La presencia de Dios y la comunión con la Iglesia son también condiciones para la familia que se confiesa católica. Esta situación da pié para una fe consciente, coherente y compartida.
Reflexión. Dios desaparece de la vida familiar. A lo sumo, alguna prácticas piadosas en padres y abuelos. Y sin Dios no hay fe coherente: desaparece la motivación religiosa tan fundamental para superar dificultades y para dar un sentido trascendente a las tareas y relaciones.
Dos conclusiones y dos interrogantes:
1ª conclusión: la familia queda gravemente afectada en su ser y misión por los múltiples obstáculos, dificultades y enemigos internos y externos
2ª conclusión: ante un panorama tan desolador, se impone la conclusión de que es imposible una familia feliz y perfecta.
Pero siguen los interrogantes propuestos en el subtítulo del blog: ¿Posible? ¿Cómo? Al primer interrogante la respuesta es afirmativa: sí, es posible una familia feliz y perfecta. El segundo interrogante, ¿cómo?, se convierte en un desafío que necesita varios artículos para intentar une respuesta personal.