El mayor obstáculo para la evangelización
La ausencia de Dios es la mayor dificultad con la que se encuentra la evangelización sobre la familia. Porque si la evangelización comunica la luz de la fe en Dios; si la mayoría de las familias carecen de fe aunque sus miembros estén bautizados; la evangelización tiene que superar el primer obstáculo, la ausencia de Dios. Sobre este problema, la ausencia de Dios, alertó el Vaticano II al constatar: “existen otros (que) ni siquiera se plantean la cuestión de la existencia de Dios, porque al parecer no sienten inquietud religiosa alguna y no perciben el motivo de preocuparse por el hecho religioso" (GS 19.2).
Uno de los grandes criterios para evaluar la felicidad y la perfección de una comunidad familiar es la fe coherente de sus integrantes bautizados. Frente al reducido número de familias que son y se declaran creyentes, se alza una mayoría absoluta de bautizados, sobre todo en Occidente, que no es creyente en todos sus miembros. Es la familia de miembros bautizados pero como adultos indiferentes, agnósticos o ateos que rechazan la fe en Dios. Se trata de la familia como tal, padres e hijos, en la que puede existir un miembro muy creyente.
Y si la mayoría de las familias de bautizados carecen de fe, son paganas, ¿a quién y cómo evangelizar?
La problemática religiosa, clave para comprender la crisisFalla en el hombre actual la horizontal de su ética y de sus relaciones humanas porque, como raíz profunda, no tiene una vertical, Dios, donde agarrarse.
Con el cambio revolucionario, han desaparecido valores fundamentales como son el altruismo, el amor a la patria, la conducta responsable, el poder robar impunemente y no hacerlo. Y por su puesto la fidelidad. Todo se relativiza y se ha llegado hasta el eclipse de Dios, a su muerte o a la indiferencia ante su existencia. La situación es dramática: el hombre endiosado, no necesita de Dios y lo rechaza. Millones de personas viven de espaldas a Dios al que juzgan como un antivalor para el hombre. Cada vez más se esparce una apostasía silenciosa del cristianismo (Cardenal Rouco). Y con razón se lamentaba el Papa Benedicto XVI: el gran problema de occidente es el olvido de Dios.
Más grave es la crisis espiritual-religiosaSi grave es la crisis del hombre actual en la dimensión personal y socio-política, es mayor y más profunda la situación espiritual-religiosa del creyente cristiano. El juicio no puede ser más severo: el hombre actual aparece como sordo y miope. En efecto: el hombre del siglo XXI, atrapado por la sociedad del bienestar, con “barra libre” en el uso de la libertad, vive “feliz” con su indiferencia religiosa, con su actitud ante Dios a quien, frívolamente, utiliza, manipula o rechaza de acuerdo con sus intereses. Pero sería injusto olvidar a tantas minorías, culturalmente menos poderosas, que gozan de buenos oídos, buenos ojos y de conciencia coherente ante Dios y los hermanos.
Crisis manifestada en la secularización y en la ética subjetivista
Por una parte, el subjetivismo de la ética de situación con los criterios relativistas y la plena autonomía para la conciencia y la libertad. Y por otra, el secularismo que contempla desfasada, no actualizada, la fe católica con sus ritos y con su moral. Y reforzando al subjetivismo y al secularismo, la falta de fe en la cultura posmoderna que desplaza a Dios de la vida pública y relega a la intimidad las prácticas religiosas "oficiales". También influye el laicismo que, aunque no sea beligerante, presiona para relegar la fe al ámbito individual.
El hombre un tanto sordo y miope.
El ruido de la cultura actual y las luces fuertes de las ideologías producen en muchas personas una sordera y una miopía. Corto de alcances o de miras, poco perspicaz en el impulso de trascendencia con graves repercusiones en la fe cristiana, muchos, antes creyentes, van perdiendo la capacidad de oír el mensaje cristiano. Su visión se limita a lo cercano pero no a los misterios de la fe. Y el problema aumenta por un convencimiento lamentable: para ser feliz no necesitan “ni ver ni oír” lo referente a Dios y a la práctica religiosa.
Está enfermo el sentimiento religioso Infinidad de personas afirman: “yo ni robo ni mato”, mi conciencia siempre está tranquila, está justificada mi conducta que otros consideran inmoral”. En las relaciones con Dios, también podemos afirmar que al bautizado-adulto de hoy día le falta un elemento fundamental como es el sentimiento de culpa por las ofensas cometidas.
Atrapado por la sociedad del bienestar.
No falta en la aldea global quien adore a tres diosas: la libertad sin prohibiciones, la comodidad sin sacrificio y la utilidad sin escrúpulos morales. Diosas presentes en el olimpo del mundo materialista ajeno a los valores de la trascendencia. Hoy día, con tantas preocupaciones familiares y económicas, se quiere una vida sin complicaciones. Por ello las exigencias de la moral cristiana y de los mandamientos de la Iglesia “complican todavía más la vida”.
Surgen las preguntas y las sugerencias.
Ante la actual situación religiosa: ¿a quién evangelizar? ¿se puede presentar la Buena nueva sobre la familia, de la misma manera, a los cristianos que a los “paganos”? ¿Se impone un mensaje nuclear, universal (resumiento la Familiaris consortio) para todos, y otro “acomodado” a la situación humana y cristiana del grupo de padres e hijos?
Como respuesta a la última pregunta, presento una tipología de la familia con sus dimensiones, (la que ofrecí en un artículo anterior).
Para la dimensión humana: a) la convivencia: familia humana en paz o con graves conflictos. b) El bienestar: familia muy segura o bombardeada.
Para la dimensión religiosa, otros dos son los factores: c) La fe de quienes fueron bautizados: familia de creyentes o de no creyentes (miembros indiferentes, agnósticos o ateos).
d) Para la práctica religiosa: familia practicante o alejada de la Iglesia.
e) Y para la comunión-fidelidad: familia fiel a la Iglesia o sin comunión eclesial, con las situaciones irregulares de divorciados vueltos a casar.
Y una conclusión: no convertir en problema principal, divorciados vueltos a casar, en el mayor problema que hoy tiene la evangelización sobre la familia.
Uno de los grandes criterios para evaluar la felicidad y la perfección de una comunidad familiar es la fe coherente de sus integrantes bautizados. Frente al reducido número de familias que son y se declaran creyentes, se alza una mayoría absoluta de bautizados, sobre todo en Occidente, que no es creyente en todos sus miembros. Es la familia de miembros bautizados pero como adultos indiferentes, agnósticos o ateos que rechazan la fe en Dios. Se trata de la familia como tal, padres e hijos, en la que puede existir un miembro muy creyente.
Y si la mayoría de las familias de bautizados carecen de fe, son paganas, ¿a quién y cómo evangelizar?
La problemática religiosa, clave para comprender la crisisFalla en el hombre actual la horizontal de su ética y de sus relaciones humanas porque, como raíz profunda, no tiene una vertical, Dios, donde agarrarse.
Con el cambio revolucionario, han desaparecido valores fundamentales como son el altruismo, el amor a la patria, la conducta responsable, el poder robar impunemente y no hacerlo. Y por su puesto la fidelidad. Todo se relativiza y se ha llegado hasta el eclipse de Dios, a su muerte o a la indiferencia ante su existencia. La situación es dramática: el hombre endiosado, no necesita de Dios y lo rechaza. Millones de personas viven de espaldas a Dios al que juzgan como un antivalor para el hombre. Cada vez más se esparce una apostasía silenciosa del cristianismo (Cardenal Rouco). Y con razón se lamentaba el Papa Benedicto XVI: el gran problema de occidente es el olvido de Dios.
Más grave es la crisis espiritual-religiosaSi grave es la crisis del hombre actual en la dimensión personal y socio-política, es mayor y más profunda la situación espiritual-religiosa del creyente cristiano. El juicio no puede ser más severo: el hombre actual aparece como sordo y miope. En efecto: el hombre del siglo XXI, atrapado por la sociedad del bienestar, con “barra libre” en el uso de la libertad, vive “feliz” con su indiferencia religiosa, con su actitud ante Dios a quien, frívolamente, utiliza, manipula o rechaza de acuerdo con sus intereses. Pero sería injusto olvidar a tantas minorías, culturalmente menos poderosas, que gozan de buenos oídos, buenos ojos y de conciencia coherente ante Dios y los hermanos.
Crisis manifestada en la secularización y en la ética subjetivista
Por una parte, el subjetivismo de la ética de situación con los criterios relativistas y la plena autonomía para la conciencia y la libertad. Y por otra, el secularismo que contempla desfasada, no actualizada, la fe católica con sus ritos y con su moral. Y reforzando al subjetivismo y al secularismo, la falta de fe en la cultura posmoderna que desplaza a Dios de la vida pública y relega a la intimidad las prácticas religiosas "oficiales". También influye el laicismo que, aunque no sea beligerante, presiona para relegar la fe al ámbito individual.
El hombre un tanto sordo y miope.
El ruido de la cultura actual y las luces fuertes de las ideologías producen en muchas personas una sordera y una miopía. Corto de alcances o de miras, poco perspicaz en el impulso de trascendencia con graves repercusiones en la fe cristiana, muchos, antes creyentes, van perdiendo la capacidad de oír el mensaje cristiano. Su visión se limita a lo cercano pero no a los misterios de la fe. Y el problema aumenta por un convencimiento lamentable: para ser feliz no necesitan “ni ver ni oír” lo referente a Dios y a la práctica religiosa.
Está enfermo el sentimiento religioso Infinidad de personas afirman: “yo ni robo ni mato”, mi conciencia siempre está tranquila, está justificada mi conducta que otros consideran inmoral”. En las relaciones con Dios, también podemos afirmar que al bautizado-adulto de hoy día le falta un elemento fundamental como es el sentimiento de culpa por las ofensas cometidas.
Atrapado por la sociedad del bienestar.
No falta en la aldea global quien adore a tres diosas: la libertad sin prohibiciones, la comodidad sin sacrificio y la utilidad sin escrúpulos morales. Diosas presentes en el olimpo del mundo materialista ajeno a los valores de la trascendencia. Hoy día, con tantas preocupaciones familiares y económicas, se quiere una vida sin complicaciones. Por ello las exigencias de la moral cristiana y de los mandamientos de la Iglesia “complican todavía más la vida”.
Surgen las preguntas y las sugerencias.
Ante la actual situación religiosa: ¿a quién evangelizar? ¿se puede presentar la Buena nueva sobre la familia, de la misma manera, a los cristianos que a los “paganos”? ¿Se impone un mensaje nuclear, universal (resumiento la Familiaris consortio) para todos, y otro “acomodado” a la situación humana y cristiana del grupo de padres e hijos?
Como respuesta a la última pregunta, presento una tipología de la familia con sus dimensiones, (la que ofrecí en un artículo anterior).
Para la dimensión humana: a) la convivencia: familia humana en paz o con graves conflictos. b) El bienestar: familia muy segura o bombardeada.
Para la dimensión religiosa, otros dos son los factores: c) La fe de quienes fueron bautizados: familia de creyentes o de no creyentes (miembros indiferentes, agnósticos o ateos).
d) Para la práctica religiosa: familia practicante o alejada de la Iglesia.
e) Y para la comunión-fidelidad: familia fiel a la Iglesia o sin comunión eclesial, con las situaciones irregulares de divorciados vueltos a casar.
Y una conclusión: no convertir en problema principal, divorciados vueltos a casar, en el mayor problema que hoy tiene la evangelización sobre la familia.