El mayor problema: evangelizar a una familia sin fe
La ausencia de fe en la mayoría de las familias de bautizados es la mayor dificultad con la que se encuentra la evangelización sobre la familia. Porque si la evangelización comunica la luz de la fe en Dios; si la mayoría de las familias carecen de fe aunque sus miembros estén bautizados es tarea imposible. Cierto que se expondrán valores y virtudes humanas pero lo esencial de una familia cristiana, no. Habrá que distinguir entre familia humana y familia cristiana.
Uno de los grandes criterios para evaluar la felicidad y la perfección de una comunidad familiar es la fe coherente de sus integrantes bautizados. Frente al reducido número de familias que se declaran creyentes, se alza una mayoría absoluta de bautizados, sobre todo en Occidente, que no es creyente en todos sus miembros. Es la familia de miembros bautizados pero indiferentes, agnósticos o de ateos que rechazan la fe en Dios. Se trata de la familia como tal, padres e hijos, en la que puede existir un miembro muy creyente.
El interrogante: si la mayoría de las familias de bautizados carecen de fe, son paganas, ¿a quién y cómo evangelizar?
La problemática religiosa.
Con el cambio revolucionario, han desaparecido valores fundamentales como son el altruismo, el amor a la patria, la conducta responsable, el poder robar impunemente y no hacerlo. Y por su puesto la fidelidad. Todo se relativiza y se ha llegado hasta el eclipse de Dios, a su muerte o a la indiferencia ante su existencia. La situación es dramática: el hombre endiosado, no necesita de Dios y lo rechaza. Millones de personas viven de espaldas a Dios al que juzgan como un antivalor para el hombre. Y con razón se lamentaba el Papa Benedicto XVI: el gran problema de occidente es el olvido de Dios.
Más grave es la crisis espiritual-religiosaSi grave es la crisis del hombre actual en la dimensión personal y socio-política, es mayor y más profunda la situación espiritual-religiosa del creyente cristiano. El juicio no puede ser más severo: el hombre actual aparece como sordo y miope. En efecto: el hombre del siglo XXI, atrapado por la sociedad del bienestar, con “barra libre” en el uso de la libertad, vive “feliz” con su indiferencia religiosa, con su actitud ante Dios a quien, frívolamente, utiliza, manipula o rechaza de acuerdo con sus intereses. Pero sería injusto olvidar a tantas minorías, culturalmente menos poderosas, que gozan de buenos oídos, buenos ojos y de conciencia coherente ante Dios y los hermanos.
Crisis manifestada en la secularización y en la ética subjetivista
Por una parte, el subjetivismo de la ética de situación con los criterios relativistas y la plena autonomía para la conciencia y la libertad. Y por otra, el secularismo que contempla desfasada, no actualizada, la fe católica con sus ritos y con su moral. Y reforzando al subjetivismo y al secularismo, la falta de fe en la cultura posmoderna que desplaza a Dios de la vida pública y relega a la intimidad las prácticas religiosas "oficiales". También influye el laicismo que, aunque no sea beligerante, presiona para relegar la fe al ámbito individual.
Atrapado por la sociedad del bienestar.
No falta en la aldea global quien adore a tres diosas: la libertad sin prohibiciones, la comodidad sin sacrificio y la utilidad sin escrúpulos morales. Diosas presentes en el olimpo del mundo materialista ajeno a los valores de la trascendencia. Hoy día, con tantas preocupaciones familiares y económicas, se quiere una vida sin complicaciones. Por ello las exigencias de la moral cristiana y de los mandamientos de la Iglesia “complican todavía más la vida”.
Surgen las preguntas y las sugerencias. Ante la actual situación religiosa: ¿a quién evangelizar? ¿se puede presentar la Buena nueva sobre la familia, de la misma manera, a los cristianos que a los “paganos”? ¿Se impone un mensaje nuclear, universal (resumiento la Familiaris consortio) para todos, y otro “acomodado” a la situación humana y cristiana del grupo de padres e hijos?
Familia de creyentes cristianos Todos sus miembros se confiesan creyentes y respetuosos con la Iglesia. En la convivencia no existe conflicto alguno por motivos religiosos. ¿Porcentaje? Teniendo presente el número de católicos que de ordinario asisten a la misa dominical, en España, no llegan ni al 15% de estas familias creyentes y practicantes aunque más del 70% de sus miembros hayan recibido el bautismo y hasta la primera comunión.
¿Posibilidades para la felicidad y perfección? Si es para la felicidad todo depende de su humanismo en las relaciones interpersonales y de las ayudas-protección que reciban. Si es para la perfección, los bautizados gozan de medios especiales (la oración, la fe, esperanza y los sacramentos) para ser una familia feliz y perfecta. En esta modalidad de familia cristiana destaca el testimonio de la caridad y la fidelidad de las personas mayores, especialmente madres y abuelas, piadosas y practicantes. Ellas afirman que muchos de los momentos felices de su vida giran en torno a la vivencia religiosa. Y necesitan la fe para una vida feliz, o menos desafortunada. La misma fe les ayuda para cumplir las exigencias como personas y como miembros de familia.
Familia de indiferentes o con miembros sin feCuando los hijos eran niños o adolescentes, no existía problema por la fe en el grupo familiar. Todos, creyentes. Pero posteriormente, algunos de los hijos, como jóvenes, o bien como universitarios, profesionales o casados, se apartaron de la práctica religiosa y de la misma fe cristiana. Y no falta quien manifieste a sus padres su agnosticismo o simplemente que perdió la fe. El problema se agrava cuando los mismos padres, sin llegar al rechazo de la fe, viven en la indiferencia religiosa. Es una familia de bautizados que viven al margen de su fe.
No creo exagerar si afirmo que en España, este grupo familiar dividido por la fe, supera al 60% de los bautizados que, después de los 20 años, confiesan su indiferencia religiosa o su rechazo de la fe. Algunos declaran su adhesión al agnosticismo o al ateísmo. Son muy críticos con la fe, contra muchos valores del Evangelio, y, sobre todo, contra la doctrina moral que enseña la Iglesia. Viven bajo el influjo del secularismo, del subjetivismo o del permisivismo en moral.
Me parece que esta modalidad de familia es el primer reto y el gran obstáculo para la evangelización. Más aún: es un problema gravísimo para la recepción de la Buena Nueva de Jesús.
Los abuelos que conviven en esta modalidad de familia sufren al comprobar el fracaso de la educación religiosa que dieron o facilitaron a sus hijos. Y mucho más, cuando son rechazados porque plantean algún criterio o normativa sobre la fe cristiana.
¿Posibilidades? Menos que la familia cristiana por la división entre los miembros y el alejamiento de Dios. Por lo tanto, habrá que personalizar el tema de la felicidad y la perfección en una familia dividida por la fe cristiana. Es muy difícil la felicidad del grupo familiar como tal. Pero no faltarán momentos felices y cristianos (un bautizo, primera comunión, la boda…o el funeral). Y siempre existirá el influjo de la educación religiosa recibida. Felicidad ocasional para todos y perfección espiritual y cristiana en alguno de los miembros, con sucede con tantas madres y abuelos. Ellos sufren por la conducta religiosa y en ocasiones moral de sus hijos y nietos.
Insisto en la conclusión: no convirtamos en problema principal la comunión a los divorciados vueltos a casar, cuando el problema mayor es la fe, el contenido mínimo propio de una familia cristiana, de padres e hijos.
Uno de los grandes criterios para evaluar la felicidad y la perfección de una comunidad familiar es la fe coherente de sus integrantes bautizados. Frente al reducido número de familias que se declaran creyentes, se alza una mayoría absoluta de bautizados, sobre todo en Occidente, que no es creyente en todos sus miembros. Es la familia de miembros bautizados pero indiferentes, agnósticos o de ateos que rechazan la fe en Dios. Se trata de la familia como tal, padres e hijos, en la que puede existir un miembro muy creyente.
El interrogante: si la mayoría de las familias de bautizados carecen de fe, son paganas, ¿a quién y cómo evangelizar?
La problemática religiosa.
Con el cambio revolucionario, han desaparecido valores fundamentales como son el altruismo, el amor a la patria, la conducta responsable, el poder robar impunemente y no hacerlo. Y por su puesto la fidelidad. Todo se relativiza y se ha llegado hasta el eclipse de Dios, a su muerte o a la indiferencia ante su existencia. La situación es dramática: el hombre endiosado, no necesita de Dios y lo rechaza. Millones de personas viven de espaldas a Dios al que juzgan como un antivalor para el hombre. Y con razón se lamentaba el Papa Benedicto XVI: el gran problema de occidente es el olvido de Dios.
Más grave es la crisis espiritual-religiosaSi grave es la crisis del hombre actual en la dimensión personal y socio-política, es mayor y más profunda la situación espiritual-religiosa del creyente cristiano. El juicio no puede ser más severo: el hombre actual aparece como sordo y miope. En efecto: el hombre del siglo XXI, atrapado por la sociedad del bienestar, con “barra libre” en el uso de la libertad, vive “feliz” con su indiferencia religiosa, con su actitud ante Dios a quien, frívolamente, utiliza, manipula o rechaza de acuerdo con sus intereses. Pero sería injusto olvidar a tantas minorías, culturalmente menos poderosas, que gozan de buenos oídos, buenos ojos y de conciencia coherente ante Dios y los hermanos.
Crisis manifestada en la secularización y en la ética subjetivista
Por una parte, el subjetivismo de la ética de situación con los criterios relativistas y la plena autonomía para la conciencia y la libertad. Y por otra, el secularismo que contempla desfasada, no actualizada, la fe católica con sus ritos y con su moral. Y reforzando al subjetivismo y al secularismo, la falta de fe en la cultura posmoderna que desplaza a Dios de la vida pública y relega a la intimidad las prácticas religiosas "oficiales". También influye el laicismo que, aunque no sea beligerante, presiona para relegar la fe al ámbito individual.
Atrapado por la sociedad del bienestar.
No falta en la aldea global quien adore a tres diosas: la libertad sin prohibiciones, la comodidad sin sacrificio y la utilidad sin escrúpulos morales. Diosas presentes en el olimpo del mundo materialista ajeno a los valores de la trascendencia. Hoy día, con tantas preocupaciones familiares y económicas, se quiere una vida sin complicaciones. Por ello las exigencias de la moral cristiana y de los mandamientos de la Iglesia “complican todavía más la vida”.
Surgen las preguntas y las sugerencias. Ante la actual situación religiosa: ¿a quién evangelizar? ¿se puede presentar la Buena nueva sobre la familia, de la misma manera, a los cristianos que a los “paganos”? ¿Se impone un mensaje nuclear, universal (resumiento la Familiaris consortio) para todos, y otro “acomodado” a la situación humana y cristiana del grupo de padres e hijos?
Familia de creyentes cristianos Todos sus miembros se confiesan creyentes y respetuosos con la Iglesia. En la convivencia no existe conflicto alguno por motivos religiosos. ¿Porcentaje? Teniendo presente el número de católicos que de ordinario asisten a la misa dominical, en España, no llegan ni al 15% de estas familias creyentes y practicantes aunque más del 70% de sus miembros hayan recibido el bautismo y hasta la primera comunión.
¿Posibilidades para la felicidad y perfección? Si es para la felicidad todo depende de su humanismo en las relaciones interpersonales y de las ayudas-protección que reciban. Si es para la perfección, los bautizados gozan de medios especiales (la oración, la fe, esperanza y los sacramentos) para ser una familia feliz y perfecta. En esta modalidad de familia cristiana destaca el testimonio de la caridad y la fidelidad de las personas mayores, especialmente madres y abuelas, piadosas y practicantes. Ellas afirman que muchos de los momentos felices de su vida giran en torno a la vivencia religiosa. Y necesitan la fe para una vida feliz, o menos desafortunada. La misma fe les ayuda para cumplir las exigencias como personas y como miembros de familia.
Familia de indiferentes o con miembros sin feCuando los hijos eran niños o adolescentes, no existía problema por la fe en el grupo familiar. Todos, creyentes. Pero posteriormente, algunos de los hijos, como jóvenes, o bien como universitarios, profesionales o casados, se apartaron de la práctica religiosa y de la misma fe cristiana. Y no falta quien manifieste a sus padres su agnosticismo o simplemente que perdió la fe. El problema se agrava cuando los mismos padres, sin llegar al rechazo de la fe, viven en la indiferencia religiosa. Es una familia de bautizados que viven al margen de su fe.
No creo exagerar si afirmo que en España, este grupo familiar dividido por la fe, supera al 60% de los bautizados que, después de los 20 años, confiesan su indiferencia religiosa o su rechazo de la fe. Algunos declaran su adhesión al agnosticismo o al ateísmo. Son muy críticos con la fe, contra muchos valores del Evangelio, y, sobre todo, contra la doctrina moral que enseña la Iglesia. Viven bajo el influjo del secularismo, del subjetivismo o del permisivismo en moral.
Me parece que esta modalidad de familia es el primer reto y el gran obstáculo para la evangelización. Más aún: es un problema gravísimo para la recepción de la Buena Nueva de Jesús.
Los abuelos que conviven en esta modalidad de familia sufren al comprobar el fracaso de la educación religiosa que dieron o facilitaron a sus hijos. Y mucho más, cuando son rechazados porque plantean algún criterio o normativa sobre la fe cristiana.
¿Posibilidades? Menos que la familia cristiana por la división entre los miembros y el alejamiento de Dios. Por lo tanto, habrá que personalizar el tema de la felicidad y la perfección en una familia dividida por la fe cristiana. Es muy difícil la felicidad del grupo familiar como tal. Pero no faltarán momentos felices y cristianos (un bautizo, primera comunión, la boda…o el funeral). Y siempre existirá el influjo de la educación religiosa recibida. Felicidad ocasional para todos y perfección espiritual y cristiana en alguno de los miembros, con sucede con tantas madres y abuelos. Ellos sufren por la conducta religiosa y en ocasiones moral de sus hijos y nietos.
Insisto en la conclusión: no convirtamos en problema principal la comunión a los divorciados vueltos a casar, cuando el problema mayor es la fe, el contenido mínimo propio de una familia cristiana, de padres e hijos.