Otras peticiones urgentes

Es necesario para todo creyente sentirse amado por Dios, contemplar la oración como un abrazo de Dios, mantenerse en paz, con serenidad y paciencia. Como necesario para toda persona el tema de la felicidad, la confianza, la aceptación de los límites y posibilidades y la fortaleza Y como necesario para el cristiano, ingresar en la escuela de Jesús y María. Son otras tantas peticiones urgentes.

6ª Dar felicidad
Como siempre, Señor y Padre mío, vengo esta tarde para alabarte, bendecirte, darte gracias y, cómo no, para pedirte.
Hoy te pido, cómo dar un poco de felicidad a quien me escucha o trato con frecuencia. Me veo a mí y contemplo al egoísta que busca su felicidad ante todo y sobre todos. Pero te contemplo a Tí dando siempre algo de felicidad: cuando predicabas, por ejemplo, con las bienaventuranzas, animabas a todos para que fueran felices con la esperanza en el dolor o en la persecución; cuando curabas a los enfermos restablecías la salud y también la felicidad perdida, cuando tus discípulos estaban desanimados sabías darles unas palabras de consuelo.
Enséñame, Señor a preguntarme: ¿será feliz esta persona? ¿Cómo ser instrumento de paz y felicidad? Y que a imitación tuya, acierte con la frase adecuada o con el servicio que necesita. AMÉN..

7ª Confiar en su amor
¿Cuál será el gran secreto para relacionarme con Dios Padre? Tú, Jesús, me recuerdas que el secreto está en la humildad y en la confianza. Así lo afirmaste: aprended de mí que soy paciente y humilde de corazón ” (Mt 11, 25-30). Y tú presentaste a Dios como Padre misericordioso con un mensaje de paz y confianza. De manera especial cuando revelaste: “pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos se las dará también a quienes se las pidan! (Mt 7, 11).
Que yo aprenda, Señor, cómo mi actitud humilde y confiada es el camino más corto para llegar a Tí, el el hilo que une tu misericordia con mi debilidad. Aumenta en mi vida la humildad y la confianza. AMÉN.

8ª Aceptar mis límites y posibilidadesMe resulta difícil aceptar los límites ante el trabajo y las relaciones según mi edad y posibilidades. Sé la teoría: ni más de lo que pueden mis fuerzas ni menos de lo que me exigen mis razonables compromisos. ¡Cuánto me cuesta la moderación a la hora de alimentarme y de ayudar al prójimo! A veces me paso y otras, no llego. Y con frecuencia recuerdo la parábola de los talentos (Mt 25, 14-30). Te agradezco una vez más cuantos factores positivos –talentos- me das. Tengo la tentación de enterrarlos o de usarlos para mi provecho.
Que sea responsable y que todo lo ponga a tu servicio, en la colaboración de tu Reino y en el bienestar de mis hermanos.

9ª En la escuela de Jesús y de MaríaAunque parezca extraño, hoy te pido ser un buen alumno-a en la mejor de las escuelas, la que está dirigida por los mejores maestros, tu Hijo Jesús y tu madre María. Seré puntual para la “clase” de la mañana, la meditación personal, escuchando sus orientaciones para mi conducta en el día. Y por la noche, regresaré a la clase con el examen de conciencia. Con sencillez les expondré cómo realicé las tareas que ellos, mis “maestros”, me pusieron. Escucharé sus correcciones. Pediré perdón y fuerza “para corregirme y ser mejor” al siguiente día.
Ayúdame, Señor a ser responsable con los talentos recibidos y, sobre todo, a reflejar ante los demás “algo” de un amor. Que mi remordimiento nazca porque comprendo que mi vida no ha reflejado el proyecto que Tú tienes para mí.

10ª Fortaleza en las tentaciones
Urgente y diaria necesidad: superar las tentaciones de quien es frágil ante los ataques del mundo, del demonio y de la carne. Tengo presente la petición del Padre nuestro: no nos dejes caer en tentación. Y debiera tener presente también a tu Hijo y Maestro que me indica (en Mt 4 y Lc 4) cómo prepararme con penitencia y oración. Él, Jesús, nos enseña también que en las tentaciones hay que responder rápidamente con los reflejos de quien te tiene, Dios mío, como gran amor y como quien se siente ofendido con cualquier tipo de respuesta contraria a tu voluntad.
Enséñame, Señor a considerar la tentación como la ocasión no para pecar sino para manifestar mi fidelidad a tu amor que no admite rivales de ninguna clase.
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