Queridas religiosas y religiosos de nuestra diócesis de Pamplona y Tudela.

Estoy cumpliendo un año de mi llegada a esta Iglesia de Navarra. Durante este año he podido visitar y compartir con muchas de nuestras comunidades religiosas su vida y sus sueños. Son ejemplo de fidelidad y entrega, muchas comunidades desde la avanzada edad, otras desde su urgencia vocacional, pero todas se manifiestan felices y contentas por su sí a Dios. Quiero dar las gracias a todas las consagradas y consagrados por su disponibilidad, por su entrega, a través de sus carismas, a la Iglesia que peregrina en Navarra.

La presencia de la vida consagrada y la de sus obras carismáticas enriquecen la acción de la Iglesia en nuestra diócesis. Están en todos los frentes de la iglesia en Navarra: igual en la educación que en el acompañamiento a enfermos o mayores. Se multiplican en el servicio en parroquias o en obras sociales de atención a la mujer, a los niños, enfermos o presos. Donde hay un pobre, un necesitado, allí está la vida religiosa peregrinando con los últimos, los preferidos del Señor.

Los carismas de la vida religiosa dan un colorido especial a nuestra diócesis, son la respuesta que cada congregación ha dado a Dios para cumplir su voluntad. Son respuestas a las necesidades que la Iglesia tenía, y que nuestras congregaciones han sabido interpretar a través de su carisma y de su compromiso. La obra carismática de cada congregación no es una respuesta “caprichosa”, sino una respuesta teologal a la llamada de Dios a través de los pobres y personas vulnerables de la época de nuestra fundación como congregación. Las fundadoras y fundadores de las congregaciones religiosas emprendieron una peregrinación para llevar esperanza a un mundo de pobreza, y de esa esperanza luego surgió la paz.

La peregrinación de la Vida Religiosa les lleva a abrazar las llagas de este mundo, los espacios de dolor y miseria. La peregrinación de los consagrados es una opción por los más pobres, por los últimos, son esperanza en la frustración, en el fracaso, en la pobreza. La vida religiosa está puesta en medio para ser transmisora de esperanza. Y cuando las desigualdades son abordadas, la humanidad se va imponiendo y surgen espacios de paz, de respeto, de humanización. Muchas guerras de nuestro mundo son provocadas por la pobreza, por el abuso de poder, por la marginación económica. La vida religiosa, con su incardinación en los lugares de dolor, es portadora de paz, porque sus obras carismáticas luchan para que los derechos humanos sean garantizados y respetados, y se les proporciona unas condiciones de vida dignas, y eso genera paz, una paz que es consecuencia de la peregrinación de la vida consagrada.

Queridos religiosos y religiosas de Navarra, os invito a haceros peregrinos de la esperanza en este año jubilar, a poneros en camino para el encuentro con Jesús que redime y purifica y permite renovar nuestra vocación religiosa y comenzar una nueva vida que nos permite vivir el Jubileo de la Esperanza. Por eso, te invito a que vengas, te invito a encontrarnos toda la vida religiosa, te llamo a participar el día 2 de febrero para celebrar nuestro día, el día de la Vida Consagrada. Será en la Catedral de Pamplona el 2 de febrero de este año 2025 a las 12.00h. Es el Jubileo de la Vida Consagrada en Pamplona. Tu presencia es testimonio de la Vida Consagrada en Pamplona. Tu presencia es signo de vitalidad de nuestra vida consagrada en la diócesis.

Querida Iglesia que peregrina en Navarra, también te invito a que acompañes a la Vida Consagrada de nuestra diócesis de Pamplona y Tudela. Tu presencia en la Catedral de Pamplona el día 2 de febrero es presencia de comunión, es presencia de acompañamiento y apoyo a tanta consagración y compromiso que la vida religiosa ha regalado a nuestra Iglesia de Navarra.

Como Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela, y también como religioso mercedario, te convoco a ganar el Jubileo en nuestra Catedral de Pamplona el día de Vida Consagrada. Te invito a ser “Peregrino de esperanza, por el camino de la paz”.