No a todo

No suelo detenerme en el paisaje y suelo ser bastante prudente concentrándome solo en la carretera, pero he de confesar que esta llamativa inscripción siempre me sorprende y genera en mi un sinfín de reflexiones: ¿protesta?, ¿autoafirmación?, ¿anarquía?, ¿desestabilización?, ¿rebelde sin causa?, o tal vez ¿con causa?, ¿qué causa puede ser la oposición sistemática sin dialogo y a priori? Y un largo etcétera.
Sea cual sea la motivación de “los artistas” de semejante “atentado a la montaña y a la buena voluntad", lo que está claro es que en él, o en ellos, hay un profundo malestar, angustia o insatisfacción, tal vez una frustración, o simplemente una inmadurez adolescente de la que tanto abunda en nuestra sociedad, y no exclusivamente en aquellos que por edad les “toca”.
Es una pena, -y de verdad que me encantaría poder hacer algo para evitarlo- que haya gente que permanezca a la defensiva y se vuelva intolerante para, al menos escuchar, las ideas o propuestas de los otros. Actitud que les hace repelente y que genera “anticuerpos” en los que los “tienen que aguantar”.
Me cuestiona y entristece la actitud de los que van por la vida diciendo verbalmente o con sus actitudes: “No sé de qué se trata pero me opongo…”.
Comenzamos un nuevo curso que tendrá en sus entrañas una campaña electoral que promete ser muy intensa, -por no decir ¡muy bestia!- en la que abundarán las promesas que nunca se cumplirán y aquellas que a lo mejor llegan a concretarse, pero que ni de lejos serán mayoritarias, ya que una vez en el poder, es fácil perder la memoria, y sobretodo olvidarse de los que “dieron el voto” -¡y esto pasa en todos los partidos, independientemente de su color, tendencia o situación-. Pero lo que sí veremos a diario será una incapacidad necia de reconocer la parte de verdad que hay en los del partido contrario, y mucha, muchísima descalificación personal en la que se sacarán a relucir intimidades de los personajes públicos con tal de inhabilitarlos para “competir” o “gobernar”.
Me gustaría soñar en que el respeto y la escucha, tendrán un espacio de realización en el escenario político, social y ¡hasta religioso! del País.
Y, puestos a soñar, sería ¡de fábula! si los humanos, en lugar de descalificar sistemática a los otros, nos volviéramos capaces de vivir una sana pluralidad en la que también el “Sí”, el “también” o el “tal vez tengas razón” también puedan ser pronunciados con los labios, el corazón y las actitudes.
Os deseo un buen curso en el que la “crispación “desaparezca de nuestras calles y ciudades; la información sea “objetiva” o al menos no tan sensacionalista; y el ambiente esté cada vez menos contaminado por los insultos, las críticas destructivas y el excesivo afán de protagonismo, que es una forma muy vulgar de egoísmo.
Ánimos y a ser positivos, ¡que nos lo pasaremos mejor y además haremos a los otros la vida más agradable!
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