No es de recibo matar al mensajero, y lo es reconocer la verdad venga de donde venga. Este principio verbalizado por Santo Tomàs, es el que sin duda utilizó el cardenal de Barcelona en su rueda de prensa- después de ser acogidos por el Papa-, al ser interrogado sobre el informe del diario el País sobre los abusos de la Iglesia española.

El cardenal Omella no esquivó la pregunta y fue claro diciendo que se investigarán los abusos cometidos por miembros de la Iglesia, que ayudarán a las diócesis más pequeñas -si no tiene los recursos- para hacerlo, y que invita a todas las instancias de la sociedad a hacer lo mismo ya que hay que proteger a las víctimas, acompañarlas y evitar que se repitan cualquier tipo de abusos. Recordó que se utilizaran los medios canónicos para investigar y tomar decisiones de justicia, al igual que los de la justicia civil.

Reconozco que la intervención del cardenal Cañizares, que vino a continuación, y sin micrófono -porque tenía urgencia por hablar-, descalificando de lleno al diario el País, me pareció desafortunada del todo, y hasta sentí vergüenza ajena. Omella intentó “salvarle” pero dejó claro que si en el informe del País, no había precisiones, las habían pedido para, precisamente avanzar en la verdad. Creo incluso que fue una forma de dar las gracias a aquellos que aportaron la inquietud y la información para hacer justicia ante un crimen tan cruel y que el Papa denuncia con contundencia.

Cuando estudiaba teología, recuerdo cómo se nos insistía en el axioma tomista: “la verdad, la diga quien la diga, proviene del Espíritu Santo, incluso aunque la dijera el diablo”. Y continuaba: Jesús, a aquellos que le acusaban de expulsar demonios por el poder de Satanás, les respondió: deberíais alegraros, porque de lo que se trata es de que aparezca el bien; y si Satanás colabora en esta aparición, significa que Satanás lucha contra sí mismo”.

“La verdad, el bien, la belleza, venga de donde venga, lo haga quién lo haga y lo diga quién lo diga, es un reflejo de la verdad, el bien y la belleza divina”. Como Comunidad de discípulos de Jesús, a veces nos creemos poseedores de la verdad absoluta y nos pensamos que somos los únicos que la buscamos y que hacemos el bien. Y cuando ésta viene de los que no piensan como nosotros, o de los que nos resultan sospechosos, o incluso de nuestros “enemigos” -si es que los tenemos- rechazamos sin examinar lo que nos dicen. Igualmente somos tan superficiales, que aceptamos, sin examinar lo que dicen nuestros amigos o aquellos que nos resultan simpáticos o son “de los nuestros”. 

Cuando obramos así, decía Fr Martín Gelabert O.P, “tenemos una  una actitud no sólo perezosa, sino insensata. Todo lo que nos ayuda a entender y a conseguir la verdad, es bienvenido. Y si viene de nuestros enemigos, debemos estar agradecidos a nuestros enemigos porque nos ayudan a alcanzar la verdad”.

Confío en la sensatez del papa Francisco y en la voz del Cardenal de Barcelona y presidente de los obispos, que por amor a la verdad, al bien y a la belleza: por justicia, irán hasta el final y “ayudaran a que todas las diócesi hagan lo mismo. 

Creo y espero que los abusos, “todos los abusos” no queden impunes, y lo digo y lo pido, por amor a la verdad y simplemente por AMOR y por justicia.

No seamos perezosos ni insensatos. Avancemos en la verdad que nos hace libres: ¡Y justos!