"He visto el infierno, la crueldad y el ensañamiento. No podemos cometer el crimen de abandonarles" Sor Lucía: "Voy a volver a Ucrania. No tengo miedo. Tengo la necesidad imperiosa de ayudar"
"Cuando en el mes de marzo 2022 emprendí mi primer viaje a la frontera con Ucrania, no imaginaba que esto duraría tanto tiempo, que iría hasta 15 veces y mucho menos, lo que significa una guerra al Km 0"
"En este último viaje, de corredor humanitario, llevamos de regreso 10 heridos y trajimos a personas para tratarse en España. Pero entramos en el Paí y pudimos constatar el avance de la guerra. Heridos que se desangran por falta de hospitales de campaña… Infierno, crueldad, ensañamiento"
"Voy a volver. Vamos a volver. Nuestro capital humano, nuestras capacidades, nuestras energías, irán canalizadas a tres frentes: Conseguir el hospital de campaña, enviar generadores eléctricos, antener los corredores humanitarios"
"Cuento con vosotros y con la certeza de que Dios nos dará su fuerza para seguir humanizando la humanidad"
"Voy a volver. Vamos a volver. Nuestro capital humano, nuestras capacidades, nuestras energías, irán canalizadas a tres frentes: Conseguir el hospital de campaña, enviar generadores eléctricos, antener los corredores humanitarios"
"Cuento con vosotros y con la certeza de que Dios nos dará su fuerza para seguir humanizando la humanidad"
Cuando en el mes de marzo 2022 emprendí mi primer viaje a la frontera con Ucrania, no imaginaba que esto duraría tanto tiempo, que iría hasta 15 veces y mucho menos, lo que significa una guerra al Km 0., como ocurrió en mi reciente viaje a Kiev cuando la Ciudad fue atacada -el día de nuestra llegada a la misma- como regalo a Zelenski en el día de su cumpleaños, y supongo que como advertencia al envío de los tanques Leopard por parte de Alemania.
En marzo del 2022 fui porque el corazón me decía que había que ir, básicamente porque el amor es inquieto y porque me urgía hacer “algo” ante tanto sufrimiento, no sólo visto en los medios, sino a través del relato de los Ucranianos amigos de Manresa. Desde el año 2014 comparto la vida con familias de Ucrania que llegaron huyendo precisamente de esta guerra que hoy azota todo el País. Fui porque quería ayudar a salir a algunos familiares de ellos, cosa que no fue posible hasta pasado varios meses.
Lo cierto es que la experiencia en la frontera de Rumania, donde se veían multitudes de personas que huían a la desesperada, superando la inclemencia de un frío extremo, lejos de congelar mis sentimientos y mi deseo de ayudar, me hizo arder en el deseo profundo de no abandonarles.
Hubo etapas y mucho aprendizaje en estos 11 meses de Km de ida y vuelta:
Compañeros de camino que se sumaron y que hicieron el proyecto cada vez más grande y a los que tengo mucho que agradecer.
La constancia del espíritu aventurero de quien va buscando una experiencia y cuando ya jugó a ser “héroe” se cansa, tira la toalla y pasa la página y abandona a los que prometió ayuda después del “primer viaje-aventura-
La dureza de las mafias en las fronteras, el miedo de las mujeres abrazando a sus hijos pequeños y los traficantes que hasta en la carretera mostraban su falta absoluta de empatía con el drama de las personas.
Los contactos de los primeros viajes en la frontera en Rumanía fueron un aprendizaje para confiar y también para desconfiar: había mucha gente ayudando y dándolo todo, pero también había aprovechados que estaban a la saga de oportunidades para hacer negocio con el drama de la gente.
Primero fuimos en furgoneta, luego en avión sin entrar en el País y más tarde por carretera en ambulancias, furgonetas, pik ups, llevando ayuda humanitaria.
Bien pronto creamos un vínculo con la buena gente de la guardia de frontera, y vimos la necesidad, la urgencia, y la posibilidad, de abrir corredores humanitarios. No sólo para llevar ambulancias, medicamentos y mochilas de emergencia y desfibriladores, sino fundamentalmente para traer heridos y enfermos oncológicos para los que hoy no hay tratamiento en Ucrania.
Kilómetros de ida y vuelta. Acompañamiento, búsqueda de pisos, de trabajo, “acogida y no recogida de personas”, estar al lado, ayudar, orientar, buscar soluciones… Todo esto, en el día a día y con el paso de los meses fue creando vínculos que hoy puedo decir que son indestructibles y que nos tienen “libremente encadenados” para seguir ayudando. Entiendo aquello de San pablo cuando decía “voy a Jerusalén, encadenado por el Espíritu, sin saber qué me va a suceder allá” cuando debía cumplir una misión. Hch 20,22
En este último viaje, de corredor humanitario, llevamos de regreso 10 heridos y trajimos a personas para tratarse en España. Pero entramos en el País, haciendo muchos kilómetros desde la frontera, y pudimos constatar el avance de la guerra, la amenaza continua y la fuerza destructorade una guerra sin cuartel que crece y se expande dejando a su paso miles de heridos en el cuerpo y en el alma.
Si en los primeros viajes podía visitar una decena de heridos y hablar con ellos, en esta oportunidad los vimos abarrotados en varios hospitales y lo que es peor, pudimos escuchar las necesidades urgentes y la precariedad en la que se encuentran los hospitales y centros sanitarios: Desbordados y al límite de recursos.
Ucrania es un País muy grande y trasladar heridos a los hospitales en los que puedan salvarles la vida, hace que la pierdan en el camino, si no es en el mismo campo de batalla.
El 80% de los jóvenes se mueren desangrados, y cuando hay un ataque, las víctimas se cuenta por decenas y a cientos, y la impotencia y el dolor de la muerte es bestial. Nos explican que en los hospitales de campaña que pudieron montar, los médicos operan sin parar y salvan vidas. El problema es que hoy faltan éstos hospitales y muchos heridos, civiles y militares, mueren por no tener este recurso esencial.
En este viaje, pude sentarme al lado de los heridos y escuchar sus relatos. He visto el infierno, la crueldad y el ensañamiento, he oído relatos que repugnan a la dignidad de la personas y uno se pregunta si es posible tanto mal, tanto odio, tanto ensañamiento. Uno de los heridos estuvo 4 meses prisionero y perdió 60 kg. Sólo le mantenía el recuerdo de su hijo pequeño mientras era molido a golpes físicos y psicológicos por sus “verdugos”, hombres armados de crueldad, especialistas en hacer el mal, en torturar y en triturar vidas. Un joven de 19 años que hace un escaso año entró en el ejército, el primer día de la guerra vio volar por los aires a su mejor amigo, y el impacto del ataque le dejó bloqueado y ausente de la realidad.
"He visto el infierno, la crueldad y el ensañamiento, he oído relatos que repugnan a la dignidad de la personas y uno se pregunta si es posible tanto mal, tanto odio, tanto ensañamiento"
Vivir la experiencia de tener que dormir vestidos, con el pasaporte y el teléfono a punto por si hay que correr al bunker, y sentir el estruendo de los misiles que impactan o son derribados a muy pocos km, te hace verle los dientes al león de cerca y resulta agotador: un día y otro y otro.
Pero para nosotros eso tenía fecha de caducidad. Podemos salir del País y volver a entrar. Ellos no.
Visitar las zonas del horror de Bucha, Irpin, Hostomel, el Hospital de Kiev y el de Jmelnitsky, y poder hablar con los heridos, con la población, con los damnificados de este drama ha sido, creo, la experiencia de impotencia más dura de mi vida.
El frío nos congelaba y penetraba de tal manera, que nos costaba articular palabra. Y ellos que pasan horas y días sin luz ni agua. Que no tienen calefacción, que tienen hambre y sobre todo mucho dolor, sin saber hasta cuando.
"Ojalá preocupara un poco más la ayuda humanitaria, como ocupa y preocupa el envío de armas para la defensa -que no cuestiono porque la legitima defensa es un derecho-"
Voy a volver. Vamos a volver. No podemos cometer el crimen de abandonarles, cuando están siendo ultrajados sin piedad.
Ojalá preocupara un poco más la ayuda humanitaria, como ocupa y preocupa el envío de armas para la defensa -que no cuestiono porque la legitima defensa es un derecho-.
Nuestro capital humano, nuestras capacidades, nuestras energías, irán canalizadas a tres frentes que queremos mantener y en los que si tengo fuerzas y recursos quiero estar.
-Conseguir el hospital de campaña
-Enviar generadores eléctricos
-Mantener los corredores humanitarios para poder traer heridos y enfermos que puedan “salvar” su vida.
Cuento con vosotros y con la certeza de que Dios nos dará su fuerza para seguir humanizando la humanidad.