La muerte en el naufragio del recién nacido Joseph "nos dice que estamos matando el futuro" Monseñor Lorefice, cardenal electo: "El mayor riesgo que corremos es el de dejar que unas muertes parezcan más inaceptables que las otras"
Se refiere al recién nacido fallecido en el naufragio del 11 de noviembre pasado. Con solo seis meses, el bebé perdió la vida junto a otros cinco migrantes. "Entre ellos, la madre de otro niño, el pequeño Bangaly, de sólo seis años"
El prelado ha recordado que "cada cuerpo perdido en el cementerio del Mediterráneo" era una persona con "un destino idéntico al que cada uno de nosotros se siente con derecho a pedir para sí"
"Seguimos llorando otras muertes en el mar de la miopía"
"Seguimos llorando otras muertes en el mar de la miopía"
Monseñor Lorefice, arzobispo de Palermo, ha recordado que el trágico final de Joseph "nos dice que estamos matando el futuro". Se refiere al recién nacido fallecido en el naufragio del 11 de noviembre pasado. Con solo seis meses, el bebé perdió la vida junto a otros cinco migrantes. "Entre ellos, la madre de otro niño, el pequeño Bangaly, de sólo seis años", señala el arzobispo.
Como ha recogido Sir, "el desgarrador silencio de este pequeño huérfano" o el "ataúd blanco acogido en el cementerio de Lampedusa" con el cuerpo de Joseph hacen que "la conciencia de cada hombre, nadie excluido, se sienta cuestionada".
El prelado ha recordado que "cada cuerpo perdido en el cementerio del Mediterráneo" era una persona con "un destino idéntico al que cada uno de nosotros se siente con derecho a pedir para sí mismo y para sus seres queridos".
"Hace apenas cuatro meses nos indignaron las políticas de rechazo que habían cerrado nuestras puertas incluso a un niño recién nacido, devuelto a Libia junto con el grupo de migrantes", sigue denunciando Lorefice. "Desde entonces seguimos llorando otras muertes en el mar de la miopía".
"La dolorosa elección del Open Arms respecto a la difusión del vídeo del 11 de noviembre -continúa- concierne a la ya ineludible necesidad de presionar" a los gobiernos. Que no solo no acuden al rescate, sino que criminalizan al salvamento operado por las oenegés.
"El mayor riesgo que corremos es el de dejar que una tragedia prevalezca sobre otra, que una muerte parezca más injusta e inaceptable que otra, que una petición de ayuda nos llegue más grave y urgente que otra", concluye el arzobispo.