VI foro de intelectuales y profesionales católicos de los grupos de PAX ROMANA "El género humano se enfrenta a una situación de grave emergencia ambiental y social"

Los grupos vinculados a PAX ROMANA en Cataluña (Moviment de Professionals Catòlics de Barcelona, Grup de Juristes Roda Ventura y Fundació Joan Maragall), Euskadi (Barandiaran Kristau Alkartea, Movimiento de Profesionales Cristianos), Navarra (Solasbide) y Portugal (Metanoia-Movimento Católico de Profissionais) nos hemos reunido en Javier para reflexionar y debatir sobre el tema de la ecología integral, partiendo del texto de la encíclica Laudato Si del papa Francisco.

Premisas

Hemos partido de algunas de las proposiciones contenidas en la Laudato Si:

⎯El género humano se enfrenta a una situación de grave emergencia ambiental y social;

⎯Vivimos en un sistema socioeconómico terriblemente injusto, que genera desigualdad, pobreza, hambre, enfermedad física y mental, “un sistema que mata”, en palabras del papa Francisco, y todo en beneficio de una minoría cada vez más reducida;

⎯Hemos establecido un sistema de producción y consumo que esquilma los recursos naturales, que amenaza con la conservación de la Tierra, la Casa Común de la Humanidad, y que pone en riesgo la propia supervivencia de la especie humana;

⎯Es necesaria y urgente una conversión a la ecología integral, entendiendo por tal la que tiene en cuenta que todo está íntimamente relacionado, que todo lo que hacemos tiene consecuencias, que los problemas requieren una mirada a todos los factores de la crisis mundial y que incorpore las dimensiones humanas y sociales, esto es, que sea una ecología ambiental, económica y social.

Nuestra reflexión ha seguido principalmente las dos líneas siguientes: Qué acción hemos de desarrollar ante esta doble emergencia humana o social y climática o ambiental.

⎯Necesitamos respuestas integrales, tanto desde el ámbito individual y doméstico, como desde el ámbito social y político, ámbitos inseparables y que se retroalimentan mutuamente.

⎯Es imprescindible adoptar un cambio de estilo de vida, que abarque tanto los hábitos de consumo como los valores personales.

⎯Es importante partir de los pequeños cambios, en nuestro entorno inmediato (consumo, finanzas, movilidad, residuos), para que a largo plazo puedan tener lugar los grandes cambios, los que afectan a las instituciones sociales y políticas.

⎯La adopción de medidas y de cambios es responsabilidad de todos y cada uno de los seres humanos, tanto cuando actúan como consumidores, como cuando actúan como trabajadores y profesionales, y cuando actúan como actores políticos, sea como simples votantes o como activistas o cargos públicos. En todo caso, la mayor exigencia corresponde a quienes ocupan puestos de poder y decisión en el sistema político y económico, a quienes hemos de urgir mucho más compromiso que el mostrado hasta el momento.

⎯En todo caso, es necesario profundizar en el análisis y buscar las raíces estructurales de los problemas a los que nos enfrentamos, no limitarse a atajar los problemas inmediatos y solo cuando nos afectan personal y directamente.

⎯En nuestra dimensión social, y frente al individualismo y la competitividad imperantes, hemos de recuperar la importancia de lo comunitario, del bien común, de lo relacional, la idea del cuidado de los otros y el valor esencial del amor.

⎯Como instrumentos de cambio hemos de combinar tanto la educación como las normas obligatorias. Educación tanto en el sistema de enseñanza formal como en cuanto  labor de sensibilización de toda la ciudadanía en los cambios de paradigma, y en esa acción ha de participar también la Iglesia. Normas legales establecidas por las autoridades que marquen límites y lleguen, cuando es necesario, a prohibir y sancionar conductas nocivas para el bien común.

⎯Cualquier cambio implica esfuerzo y sacrificios. Los sacrificios derivados de los cambios necesarios en el sistema socioeconómico habrán de ser objeto de un reparto justo, no han de caer sobre las espaldas de los más débiles, habrá que exigir más de quienes más se han beneficiado del desarrollo y disponen de más recursos. Los países menos desarrollados deberán recibir el apoyo solidario de los más desarrollados.

⎯No podemos perder la esperanza, pese a que los problemas acucian y a que, junto a notorios avances, también percibimos preocupantes retrocesos; estamos a tiempo de cambiar las cosas, hemos de ser perseverantes en la reivindicación y en la aplicación de las medidas de transformación social.

⎯Debemos mantener la visión a largo plazo y evitar caer en recetas fáciles o parciales que solo beneficien a determinados grupos sociales, en soluciones falsas (la técnica lo remediará todo), en la búsqueda de chivos expiatorios (racismo, xenofobia), hemos de desterrar el miedo que conduce al populismo.

La espiritualidad cristiana y el ecologismo integral

⎯Toda espiritualidad implica trascendencia, salir de sí mismo y abrirse al exterior, a los demás, a toda la Creación.

⎯La espiritualidad, para ser fecunda, no puede ser solo contemplación y ensimismamiento, ha de convertirse en acción, en energía, en ser para los demás y en sentido de tener una misión que realizar en el mundo.

⎯La conversión ecológica que necesitamos, como toda conversión, como toda conversión religiosa, para ser verdadera exige, no solo asentimiento intelectual, sino transformación personal, cambio de vida.

⎯El concepto de espiritualidad ecológica que nos propone la Laudato Si es reciente, pero sus fundamentos ya estaban en el mensaje evangélico.

⎯La ecología integral parte de una relectura, adaptada al signo de nuestros tiempos, de la fe cristiana, superando el antropocentrismo y ampliando la mirada al conjunto de la Creación, incluyendo las generaciones futuras y el tiempo del mañana en que vivirán.

⎯La ecología integral y la espiritualidad ecológica no son monopolio de los cristianos, pueden ser compartidos con cualquier persona que cultive una espiritualidad laica o que profese otras religiones, aunque como cristianos nos interpela directamente en nuestra fe.

⎯Para los cristianos, el cuidado de la Casa Común a que nos lleva la ecología integral no es sino un aspecto más del Reino de Dios que no solo esperamos sino que estamos llamados a construir. Como cristianos, el reto ecológico nos exige una mayor responsabilidad personal y comunitaria, que nos implica tanto individualmente como al conjunto de la Iglesia. Nos hemos de replantear el pecado estructural en el que vivimos y del que formamos parte; hemos de tomar conciencia del pecado ecológico.

⎯Debemos ampliar la visión anterior de nuestra opción por los pobres. Los pobres son los más perjudicados por la crisis social y ecológica, tenemos que aprender a ponernos en el lugar de las víctimas presentes y futuras del sistema socioeconómico y del desastre ambiental.

⎯Esta crisis es también una oportunidad para replantearnos nuestro compromiso cristiano, para integrar los valores de la ecología integral en nuestra práctica religiosa y  en nuestra liturgia, resignificando muchos de sus elementos.

⎯En última instancia, la ecología integral nos lleva a redescubrir y a reafirmarnos en la confianza en Dios y la esperanza en un mundo mejor para todos.

Como conclusión final, la convivencia y el debate de que hemos disfrutado estos días en torno a la ecología integral han sido ricos y útiles para avanzar en nuestra vida  y espiritualidad  cristianas y en nuestra conversión, que ha de ser permanente. Salimos del encuentro animados a continuar la labor junto con el resto de la Iglesia y con el resto de nuestros semejantes en todos los lugares de la Casa Común.