"Hay una sensación de soledad y de profunda incomprensión, incluso emocional" "Jesús está verdaderamente solo"
"Hay una sensación de soledad y de profunda incomprensión, incluso emocional. Jesús está verdaderamente solo"
"Él, coronado de espinas, en su soledad, dando un fuerte grito, expira. La muerte anunciada se cumple. El velo del templo se rasga de arriba abajo"
Vemos a los sumos sacerdotes y a los escribas conspirando entre ellos: buscan la manera de capturar a Jesús mediante engaños para darle muerte. Marcos (14:1-15:47) revela los planes. La suya no es una novela policíaca: es la crónica de una muerte anunciada. Y revela su razonamiento frío, lógico, perfecto: no debe tener lugar durante la fiesta para evitar una revuelta. Deben aislarlo.
Cambio de escena: Jesús está en Betania, en su casa, a la mesa. El ambiente es íntimo y contrasta con el escenario. Entra una mujer con un frasco de alabastro lleno de perfume de nardo puro. La mujer rompe el frasco y derrama el perfume sobre la cabeza de Jesús, que satura la habitación.
Cambio de escena: Marcos encuadra ahora a algunas personas que murmuran indignadas: "¿Por qué este derroche de perfume? Podrías haberlo vendido por más de trescientos denarios!". Uno de ellos es Judas, que acude a los sumos sacerdotes para entregar a Jesús. Le prometen darle dinero. También Judas, como los jefes y los escribas, espera ahora el momento oportuno para entregarlo.
Cambio de escena: Los discípulos de Jesús le dicen: "¿Dónde quieres que vayamos a prepararnos para que comas la Pascua?". Y van siguiendo sus indicaciones. Cae la tarde y los doce están a la mesa comiendo al calor de la intimidad.
Cambio brusco de opinión: "En verdad os digo que uno de vosotros, el que come conmigo, me va a traicionar". Es Jesús quien habla y todos empiezan a entristecerse y a decirle, uno tras otro: "¿Seré acaso yo?", "¿Seré acaso yo?", "¿Seré acaso yo?",... Hay suficiente para reventar la cena de Pascua. Pero Jesús quiere comer, quiere celebrar la fiesta: mientras comen, toma el pan y recita la bendición, lo parte y se lo da diciendo: "Tomad, esto es mi cuerpo". Después toma una copa, da gracias, se la da y todos beben de ella. Y les dice: "Esta es mi sangre de la Alianza, que se derrama por muchos". A continuación cantan el himno pascual, según la tradición.
Cambio de escena: todos salen hacia el Monte de los Olivos. Está oscuro y la cálida intimidad de la sala donde habían cenado se rompe. Llegan a una finca llamada Getsemaní. Jesús pide a los suyos que se sienten mientras él va a orar. Marcos nos dice que Jesús empieza a sentir miedo y angustia.
Jesús toma consigo a Pedro, Santiago y Juan y les confiesa: "Mi alma está triste hasta la muerte. Quedaos aquí y velad". Luego vuelve, pero los encuentra dormidos. Se aleja de nuevo y reza. Vuelve de nuevo y los encuentra dormidos. Los tres no saben qué responderle. Se va y vuelve por tercera vez, pero esta vez les dice: "¡Levantaos, vamos!". Hay una sensación de soledad y de profunda incomprensión, incluso emocional. Jesús está verdaderamente solo.
Y llega Judas, y con él una multitud con espadas y palos. Le echan mano y le arrestan. Todos le abandonan y huyen. Excepto uno: le seguía un muchacho, que sólo llevaba una sábana. Intentan agarrarlo, pero suelta la sábana y huye desnudo.
Jesús es trasladado al sumo sacerdote con los sumos sacerdotes, los ancianos y los escribas. Se abre un juicio sumario con testimonios contradictorios. Jesús calla y no responde. Está solo. Todos juzgan que es culpable de muerte: es un coro. Algunos le escupen, le vendan los ojos y le abofetean. Y está solo.
Jesús oye a la multitud gritar con fuerza: "¡Crucifícale!". Entonces le azotan. Está solo. Luego lo crucifican. Él, coronado de espinas, en su soledad, dando un fuerte grito, expira. La muerte anunciada se cumple. El velo del templo se rasga de arriba abajo. La sábana de aquel muchacho que se había atrevido a acompañar a Jesús permanece intacta en el suelo.