Editorial CCM CONEVAL... Al diablo con las instituciones

En la 4T, decir al diablo con las instituciones es la premisa del desmantelamiento efectivo de organismos democráticos fincados gracias a la lucha que involucró a la misma sociedad civil. Para Andrés Manuel López Obrador es barrer con los contrapesos que limitaron al autoritarismo que, en el pasado, sumió a México en las más devastadoras crisis que nadie desea en estos momentos
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CONEVAL… Al diablo con las instituciones
Editorial CCM
Hace más de una década, el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social –CONEVAL- nació como organismo sectorizado a la desaparecida Secretaría de Desarrollo Social –SEDESOL- para ser la entidad responsable de la medición del rezago social para entender cuáles eran las causas de la pobreza del país. Sus estudios, municipio por municipio, proporcionan datos imprescindibles sobre el diagnóstico exacto de la pobreza y la efectividad de la política de desarrollo social en sus diversos componentes, los defectos o resultados de programas ejecutados por la Secretaría de Desarrollo Social.
En cuanto fue sectorizado de la SEDESOL, el CONEVAL cargaba con serios inconvenientes. Era tomar el papel de juez y parte en la evaluación. Y aunque las opiniones calificadas hablan de que el organismo, desde su nacimiento, ha sido muy útil, requería de un traje adecuado que le permitiera un trabajo libre de las injerencias del superior al cual debía obedecer. Así, tras la reforma política del 2014, adquirió su autonomía constitucional que le dotó de absoluta independencia, recursos y patrimonio propios.
A pesar de que la designación del titular se encuentra todavía en la esfera del titular del Ejecutivo debido a la carencia de una ley orgánica propia, CONEVAL llevó a cabo su labor mereciéndole el respeto de todos los involucrados en la política de desarrollo social; sin embargo, para la 4T de la actual administración, el organismo creado durante el mandato de Vicente Fox, es producto del salvaje neoliberalismo promotor de estructuras y aparatos devoradores de recursos que privilegiaron a pocos.
Prácticamente, la Secretaría del Bienestar y el CONEVAL son agua y aceite para López Obrador. No obstante que las tendencias internacionales optan por la evaluación como una de las formas de la transparencia, Bienestar echó adelante una serie de programas de los que difícilmente se podrán conocer los resultados que deberían ser evaluados para saber si realmente han servido para abatir los rezagos abatiendo la pobreza. Sin embargo, el desmantelamiento de la política del desarrollo social cuestiona seriamente si los pasos se encaminan por el rumbo correcto.
Señales contradictorias se lanzan a la opinión pública sobre la existencia del CONEVAL que requeriría de una reforma constitucional para extinguirlo. Esto es riesgoso en demasía. Como afirma el Papa Francisco, “Hay demasiados intereses particulares. Y muy fácilmente el interés económico llega a prevalecer sobre el bien común y a manipular la información para no ver afectados sus proyectos”. Sólo debe recordarse cómo en los tiempos del autoritarismo priísta, la pobreza era redituable capital político-electoral; sin evaluación alguna, las cifras eran manipuladas hasta llegar a las afirmaciones de que la pobreza había llegado a su fin gracias a ambiciosos programas sociales que, al final, fueron un fraude estrepitoso.
Hoy se escribe un nuevo capítulo en la historia del combate a la pobreza en México. Y es evidente que la entrega de recursos en efectivo no hace que los pobres dejen de serlo. En la 4T, decir al diablo con las instituciones es la premisa del desmantelamiento efectivo de organismos democráticos fincados gracias a la lucha que involucró a la misma sociedad civil. Para Andrés Manuel López Obrador es barrer con los contrapesos que limitaron al autoritarismo que, en el pasado, sumió a México en las más devastadoras crisis que nadie desea en estos momentos.