Diócesis estadunidense sale al encuentro de los enfermos Sacerdote mexicano se capacita para enfrentar al coronavirus
*El reverendo Ricardo Hernández, de la diócesis estadunidense de Rockford, es parte del equipo sacerdotal calificado para asistir a cualquier persona que requiera de los sacramentos
*Entrenados por especialistas médicos para conocer la naturaleza del coronavirus, el uso adecuado del equipo de protección y de las formas apropiadas para tener contacto con enfermos
*“La situación es seria, no es mentira” afirma el presbítero originario de Veracruz.
*“La situación es seria, no es mentira” afirma el presbítero originario de Veracruz.
| Guillermo Gazanini Espinoza
Estados Unidos se convirtió en el nuevo punto del orbe con más contagios por coronavirus. Con mas de 330 mil casos y 9 mil personas muertas, enfrenta uno de los problemas sanitarios más serios. Ante la escalada de casos de personas contagiadas por coronavirus, la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos ha reconocido que la actual crisis es desafío a los limitados recursos del sistema de salud. En un reciente comunicado, reconocen que: “Esta pandemia ha resaltado el hecho de que tenemos recursos limitados y, por lo tanto, podemos enfrentar algunas decisiones difíciles por delante. En todo momento los recursos son limitados (solo hay tantas camas y tantos suministros), pero esta crisis nos ha desafiado y seguirá siendo un gran desafío”.
La Iglesia católica es de las más grandes del país. Las principales células son las más de 17 mil parroquias distribuidas a lo largo y ancho del territorio estadunidense. De acuerdo con el Pew Research Center, al 2018 la población católica adulta estadunidense era de 51 millones, de una población de 327 millones.
La atención de los católicos ante esta emergencia parece ser una prioridad y en las diócesis se han activado iniciativas de atención pastoral para ir a los enfermos que llaman la atención. Tal es el caso de la diócesis de Rockford, sufragánea de la arquidiócesis de Chicago, donde el obispo David J. Malloy ha ordenado la capacitación intensiva de un equipo sacerdotal listo para salir al encuentro de quienes requieran de la asistencia espiritual.
Entre ellos está el mexicano Ricardo Hernández Hernández. En mayo cumplirá veinte años de ordenación sacerdotal y actualmente ejerce el cargo de vicario en la parroquia de Santa Bernardette de Rockford. En entrevista a este blog, explica cómo ha sido su entrenamiento e implicaciones advirtiendo que no son pocos los riesgos a la salud personal.
-¿En qué consiste la capacitación que recibió? “Debimos aprender cómo protegernos de la mejor manera contra el coronavirus si tenemos que ir al hospital o a un asilo de ancianos para administrar los sacramentos en peligro de muerte”.
Los sacerdotes tuvieron tres sesiones de capacitación durante la primera semana de abril: “Se asignaron tres sacerdotes por decanato para asistir a los enfermos de coronavirus o de quienes estén en peligro de muerte. Aquí hay tres hospitales y cada uno tiene sus reglas. Se nos dio un curso inductivo sobre el coronavirus, sus vías de contagio y de las medidas de protección…” De acuerdo con las instrucciones del obispo, son los únicos calificados y autorizados para asistir a los enfermos en la emergencia. “Solo nosotros podemos asistir, nadie más. Todos los demás tienen nuestros números telefónicos en caso de que así se requiera aun cuando no sea en peligro de muerte…” indica Hernández.
El reverendo de origen veracruzano y sus compañeros aprendieron la forma correcta relativa a la colocación y uso del equipo protector: “Se nos enseñó la colocación del traje de conejo y los procedimientos de desinfección… además de la colocación del casco que se queda en el hospital, se nos entregó otro de plástico que podemos usar por si tenemos que asistir a alguien en alguna casa o asilo”.
“No podemos tener contacto directo con el enfermo. No le podemos tocar con el dedo. Si lo ungimos, lo debemos hacer con un algodón para después incinerarlo. Parecen medidas muy exageradas, pero cero que son necesarias. Las cosas están muy difíciles, mientras pasan los días, hay más contagiados”.
Los mismos clérigos tuvieron que acreditar la integridad de salud por las pruebas que el personal aplicó y descartar el coronavirus: “En la segunda capacitación, se nos tomó el examen para saber si no estábamos infectados; afortunadamente salí negativo”.
Personal médico del Mercy Health, del SwedishAmerican Hospital y del Hospital Católico San Antonio se encargó del entrenamiento de los clérigos de la diócesis: “Aquí se sabe cuántas personas están infectadas y, de ser posible, se da el nombre para evitar contagios” afirma el sacerdote además de hacer énfasis sobre las indicaciones que ha dado el obispo acerca de la restricción de los actos de culto: “Se recomienda que la gente vea misa por tv o redes sociales, hacer comuniones espirituales o rezar el rosario… El mismo obispo ha insistido por redes sociales que la gente debe permanecer en casa… todos los católicos de la diócesis tienen una dispensa especial; quienes quieran confesarse, se ha indicado que deban hacer un acto de contrición y el propósito de confesión lo más pronto posible.”
No obstante, como en otras partes del mundo, hay excepciones a la regla cuando clérigos no acatan las disposiciones sanitarias: “Hay quienes todavía están celebrando la misa dominical con la presencia de más de 20 personas, el obispo ha pedido que sean cinco solo para logística de transmisión. Me he enterado igualmente que hay otros quienes mantienen abiertas sus iglesias por la parte trasera, pero esto está prohibido. Si la policía ve que hay autos en el estacionamiento y verifica la asistencia de fieles, entonces la parroquia puede ser sancionada con una multa”.
Sin embargo, el padre Hernández no deja de advertir sobre el conflicto que hay entre obedecer las medidas sanitarias de aislamiento y confinamiento y el trabajo sacerdotal: “Es muy difícil conciliar esto de permanecer en casa, y no tener contacto con la gente mientras que, por otro lado, tenemos la obligación como sacerdotes de asistir a los enfermos y de enterrar a los muertos. Son obras de misericordia las cuales se están prohibiendo…”
Y se pregunta a sí mismo: “¿Cómo es posible que, si muere una persona, no pueda tener un funeral? El último que tuvimos fue el de un sacerdote y sólo vino el obispo, tres sacerdotes y veinte personas, esto fue antes de las restricciones… pero ¿si alguien muere? ¿Si una persona no tiene coronavirus y quiere recibir los sacramentos porque se siente mal o quiere un consejo? Solo por teléfono”.
Para el sacerdote sólo hay una recomendación: No salir de casa. Y advierte al final de la entrevista: “Esto es bastante serio. Puede ser que esté contaminado, no lo sepa e infecte a los demás. Hay muchas personas muriendo en Estados Unidos. Esto no es mentira, no es una invención. Obedezcamos a las autoridades civiles y a nuestros obispos. Si permanecemos en nuestras cosas, podremos detener pronto los contagios”.