Editorial CCM El humanismo cristiano de AMLO
AMLO revela su identidad de ser el cruzado, es mayor al del simple líder del partido político en turno. Hacedor del renacimiento, los pobres adquieren de nuevo el místico significado como objetivo de una práctica redentora secular sin identificación concreta con una iglesia-institución.
| Centro Católico Multimedial
En Sonora, López Obrador destapó lo que ya se sabía: el eje de la cuarta transformación es el cristianismo. El 26 de octubre, ante personas humildes de Etchojoa beneficiadas por programas sociales, señaló lo que es quintaesencia de su gobierno, el eje práctico de su mandato que ningún otro antecesor en el cargo se hubiera atrevido a decir aunque comulgaran en lo oscurito: “Esto es humanismo, esto es justicia y es cristianismo. Me van a criticar, pero lo voy a decir. Miren: ¿por qué sacrificaron a Jesús Cristo? ¿Por qué lo espiaban y lo seguían? por defender a los humildes, por defender a los pobres, esa es la historia”.
Sus argumentos no pasan desapercibidos en el momento actual en el que Andrés Manuel está en una de las más serias crisis después del asunto Culiacán por el que algunos ponen en entredicho el camino del gobierno. No obstante, AMLO apuntala su mandato a través de una comparación que molesta a muchos en lo que se percibe sería el fin del gobierno laico para un Estado que presume ser tal, separado de cualquier ideología religiosa.
Los dichos presidenciales en Sonora no son exclusivos. En diferentes ocasiones expresa estas simpatías hacia la obra de Cristo como eje de una práctica de gobierno. No es más una renovación moral de sexenios pasados para recuperación de la vida pública. Ahora el gobierno aspira a la instauración del humanismo cristiano sin iglesias de por medio, sin estructuras eclesiásticas o polos teocráticos de poder que le digan cómo debe ser entendido el cristianismo. Este fundamento carismático tiende más hacia las expresiones del evangelismo ahora encapsuladas en la 4T para desplegarse conforme a las órdenes del presidente.
AMLO revela su identidad de ser el cruzado, es mayor al del simple líder del partido político en turno. Hacedor del renacimiento, los pobres adquieren de nuevo el místico significado como objetivo de una práctica redentora secular sin identificación concreta con una iglesia-institución. Citar constantemente a Cristo no demerita la laicidad del Estado; por el contrario, en la presidencia de López Obrador, la asociación de su gobierno con el legado cristiano entraña dimensiones sobrenaturales que empujan las convicciones presidenciales más allá del mero cumplimiento de la ley y la letra de la Constitución, es antípoda de la teología de la prosperidad que benefició a pocos e, incluso, situaría a las ‘iglesias oficiales’ en el establishment de la mafia del poder, alejadas del propósito fundamental de redimir al pobre para darles justicia y bienestar.
La República amorosa de Andrés Manuel tiene líderes y personajes impolutos que murieron por una causa superior padeciendo bajo fuerzas deleznables y corruptas. En su libro 2018, la salida, el presidente señaló que se debe revertir el predominio del individualismo a fin de hacer el bien a los demás. No se trata de una versión recargada del comunismo, es la del cristianismo con una teología populista específica: la de los iluminados y profetas.
AMLO escribió: En el Nuevo testamento, Jesús manifestó con sus palabras y obras su preferencia por los pobres y los niños y para muchos, Cristo es amor. En el sermón de la montaña dijo ‘Bienaventurados los pobres porque de ellos será el Reino de los cielos’. Por pensar de esa manera de los poderosos de entonces, lo acusaron de agitador… Esta es la versión de la lucha que pretende librar para llevar a México a su supuesto renacimiento. Para muchos, esto es visto con escepticismo incluso por obispos de la Iglesia católica quienes critican la ruta tomada por el presidente de la República.