"¿Por qué los representantes oficiales de la Iglesia no suelen decir ni palabra sobre un problema tan serio?" Crisis sanitaria y crisis religiosa: así no podemos seguir
"Los responsables de la crisis sanitaria, que estamos padeciendo, no está ni en los médicos ni en los enfermos. Los responsables de esta crisis son los políticos, por motivos económicos. Por toda Europa hay sanitarios españoles. Porque todos ellos saben que, fuera de España, están mejor pagados que en nuestro país"
"Cualquiera que se ponga a leer los cuatro evangelios auténticos, pronto se dará cuenta de un hecho fundamental: en la “Buena Noticia” que nos transmite el Evangelio, la “curación de enfermos” es el dato repetido con más insistencia. Sin duda alguna, el problema sanitario era, para Jesús, el problema más urgente y apremiante"
Como es bien sabido, uno de los problemas que más nos preocupan a los españoles, desde hace ya bastantes años, es el tema de la sanidad, tal como se gestiona desde el poder político, sea quien sea el que lo ejerza. Este problema, como es bien sabido, se ha agudizado con motivo de la pandemia y, desde la crisis económica mundial, se ha complicado más y concretamente en España, en los últimos años. De ahí, que ha llegado el momento en el que enfermos y médicos están protestando más y más. Hasta vernos, metidos de lleno, en la preocupante situación de quienes dicen: “¡Basta ya! Así no podemos seguir”.
El problema no está en que los médicos sean malos profesionales o malas personas. Nada de eso. Los médicos que hacen sus estudios en las Universidades españolas son de lo mejor que se conoce y reconoce en España y generalmente en Europa. Los responsables de la crisis sanitaria, que estamos padeciendo, no está ni en los médicos ni en los enfermos. Los responsables de esta crisis son los políticos, por motivos económicos. Por toda Europa hay sanitarios españoles. Porque todos ellos saben que, fuera de España, están mejor pagados que en nuestro país.
Sin duda alguna, no pocas afirmaciones, de las que estoy diciendo, necesitan matizaciones importantes. No soy especialista en asuntos sanitarios. Pero hay un dato, en el que casi nadie piensa, pero que, para quienes tenemos creencias cristianas, representa un problema de notable importancia. ¿De qué se trata?
Para los cristianos, lo más importante que hay en la Biblia es el Evangelio. Pues bien, cualquiera que se ponga a leer los cuatro evangelios auténticos, pronto se dará cuenta de un hecho fundamental: en la “Buena Noticia” que nos transmite el Evangelio, la “curación de enfermos” es el dato repetido con más insistencia. Sin duda alguna, el problema sanitario era, para Jesús, el problema más urgente y apremiante.
Es más, Jesús le daba tanta importancia a la sanidad, que la anteponía al cumplimiento de la Religión. Un ejemplo elocuente, a este respecto, es la curación del hombre que tenía un brazo atrofiado (Mc 3, 1-7; Mt 12, 9-14; Lc 6, 6-11). Jesús realizó esta curación en sábado, cuando estaba prohibido. Es más, aquella curación fue considerada de tal gravedad, que allí mismo (en la sinagoga) los fariseos y los herodianos tomaron la decisión de matar a Jesús. Sin duda alguna, para Jesús la “sanidad”de los humanos es más importante que la Religión de los estrictos observantes.
Teniendo en cuenta que las curaciones o hechos prodigiosos, que Jesús realizaba con los enfermos, no se relatan en el Evangelio, como argumentos para demostrar que aquel modesto ciudadano de Nazaret era el Mesías. Todo lo contrario. Cuando Jesús sanaba a un enfermo, prohibía divulgar el prodigio (Mc 1, 43; 5, 43… par.), que se podría interpretar como un argumento para demostrar la divinidad de Jesús. Lo que a Jesús le preocupaba no era el poder de la divinidad, sino el sufrimiento de la humanidad.
En definitiva, lo que todo esto nos viene a decir es que resulta difícil entender cómo se explica algo que, con frecuencia ocurre en España, un país que constitucionalmente es aconfesional, acepta la Religión, la protege y la costea, este mismo país está entre los países europeos que menos dinero gastan en atender debidamente a los enfermos que tienen que aguantarse con la falta de médicos, la falta de hospitales, la falta de medicamentos, etc.
Así las cosas en nuestro país, yo me pregunto por qué los representantes oficiales de la Iglesia no suelen decir ni palabra sobre un problema tan serio como el que acabo de plantear. Y conste que, a mis ya muchos años, ésta es la primera vez que escribo estas letras sobre un problema tan grave.