"Y que se entere todo el mundo. Lo mejor es la sinceridad y la transparencia" La Iglesia no debe ocultar su conducta
"Todos sabemos que las cosas de la Iglesia se han puesto tan feas, que abundan quienes piensan que lo mejor sería aparcar este asunto"
"¿No sería esto lo mejor? Yo pienso que no. Lo mejor es la sinceridad y la transparencia"
"El Evangelio es también ejemplar en este penoso y escandaloso asunto. No se calló las conductas poco ejemplares de los apóstoles"
"Por supuesto, los Evangelios no hablan de delitos de pederastia… el escandaloso silencio del clero se debe, sobre todo, a la severa prohibición que, una y otra vez, el Vaticano imponía a quienes tuvieran alguna información"
"El Evangelio es también ejemplar en este penoso y escandaloso asunto. No se calló las conductas poco ejemplares de los apóstoles"
"Por supuesto, los Evangelios no hablan de delitos de pederastia… el escandaloso silencio del clero se debe, sobre todo, a la severa prohibición que, una y otra vez, el Vaticano imponía a quienes tuvieran alguna información"
Todos sabemos que las cosas de la Iglesia se han puesto tan feas, que abundan quienes piensan que lo mejor sería aparcar este asunto, de forma que quien se entere de escándalos y delitos de pederastia, que lo denuncie a la autoridad competente, pero no que lo divulgue por los cauces que van derechos a la opinión pública. Quizá esto es lo que explica el silencio de no pocos obispos en este asunto.
¿No sería esto lo mejor? Yo pienso que no. Lo mejor es la sinceridad y la transparencia. El Evangelio les dice a los cristianos: “Vosotros sois la luz del mundo,,, No se enciende una lámpara para meterla debajo de un candelero… Que todos vean vuestras buenas obras… (Mt 5, 14-16). Pero, ¿y qué hacemos cuando nuestras obras no son buenas? Pues eso también se dice. Y que se entere todo el mundo.
El Evangelio es también ejemplar en este penoso y escandaloso asunto. Efectivamente, con frecuencia, ni nos damos cuenta de la cantidad de comportamientos escandalosos, que cometieron los apóstoles de Jesús. Y los evangelios no se callaron estas conductas poco ejemplares. Jesús reprendió a Pedro llamándole “¡Satanás!” (Mt 16, 23). Y en la última cena, otro enfrentamiento, también con Pedro, cuando éste se negó a que Jesús le lavase los pies (Jn 13. 6-8).
Además, todos sabemos que el mismo Pedro negó tres veces su conocimiento y buena relación con Jesús, precisamente cuando habían llevado a Cristo ante el Sumo Sacerdote. Como también sabemos que, cuando llegó la hora de la verdad y apresaron a Jesús, para entregarlo al Procurador Romano, Poncio Pilato, los “Doce Apóstoles” huyeron despavoridos. Allí nadie se jugó la vida por salvar a Jesús de la muerte. Y nadie lo defendió, sabiendo los Apóstoles – como lo sabían – que Jesús era inocente.
"El escandaloso silencio del clero se debe, sobre todo, a la severa prohibición que, una y otra vez, el Vaticano imponía a quienes tuvieran alguna información de los escándalos de pederastia"
Por supuesto, los Evangelios no hablan de delitos de pederastia. Desde este punto de vista, la “vergonzosa” conducta de los discípulos de Jesús no tiene nada que ver con el “delictivo” comportamiento de clérigos pederastas y sus encubridores, entre los que hay curas, frailes, obispos y cardenales. Sobre todo, si tenemos en cuenta que el escandaloso silencio del clero se debe, sobre todo, a la severa prohibición que, una y otra vez, el Vaticano imponía a quienes tuvieran alguna información de los escándalos de pederastia. Estoy hablando de los tiempos transcurridos desde el pontificado de Pío XII hasta la elección del actual papa Francisco, que ha sido el que ha tirado de la manta y ha decidido que se pongan en claro las desvergüenzas que se han vivido en la Iglesia durante tanto tiempo.
"¿Y qué hacemos cuando nuestras obras no son buenas? Pues eso también se dice. Y que se entere todo el mundo"