Alfredo Quintero campoy-Alejandro Fdez. Barrajón Día de la Sagrada Familia.
Familia, escuela y hogar de santidad.
La liturgia de la palabra de este domingo nos anima a vivir con una esperanza confiada en el Señor, quien se manifiesta en el tiempo, viviendo cada momento con una mirada de fe, entendiendo en el diálogo personal que Dios va teniendo con cada uno de los que intervienen en su obra de salvación que su salvación y sus promesas se cumplen.
En el año 1964 el Papa Pablo VI visitó con mucha emoción Nazaret. Pronunció una preciosa alocución que puede resumirse en estas tres premisas: silencio, vida familiar y trabajo. De alguna manera el Papa nos trazó el itinerario de lo que ha de ser la familia cristiana.
En estos tiempos hablar de la familia es hablar de un tema conflictivo. Hemos conseguido, entre unos y otros, que la familia no encuentre su lugar, que no sea punto de encuentro de todos. Unos idealizan a la familia como si fuera lo último en las relaciones humanas –no conviene idealizar tanto las cosas- otros la han convertido en un tema político para enfrentarnos más. La familia en sí misma no existe; existen las familias concretas, unas buenas y auténtico ejemplo de vida humana y cristiana, y otras un verdadero desastre de división, de falta de respeto y de infierno legal. No olvidemos la violencia doméstica contra las mujeres, los matrimonios separados y los niños maltratados. Lo que realmente define a una familia ideal es el amor, el diálogo y la capacidad de acogida y libertad que hay entre sus miembros. Puede parecer que la familia está amenazada por las leyes o las políticas, pero creemos que la familia está amenazada, sobre todo, por sus propios miembros y las relaciones interesadas y egoístas que, a veces, se dan entre ellos. Intereses materiales, sobre todo. No es difícil encontrar a una familia dividida cuando hay que repartir la herencia, por ejemplo.
En escena aparecen , tanto en la primera lectura del génesis como en la segunda lectura a los hebreos y el evangelio de Lucas, personajes llenos de fe y de edad avanzada que aguardan el cumplimiento de las promesas de Dios. Estos personajes se distinguen por su fe, su piedad y por su conducción en cada movimiento en sus vidas por la presencia del Espíritu Santo que actúa en ellos y por eso son capaces de distinguir y reconocer la presencia viva de Dios. Y en este reconocimiento de Dios asumen cómo se irán revelando los misterios de Dios conforme a su plan de salvación.
Tanto Abraham como Simeón saben esperar el tiempo de Dios y experimentan la dicha de ver cumplida las promesas divinas en las que han confiado.
Vemos así a un Dios que va actuando en el universo de la humanidad para llevar a cabo su obra de salvación : Abraham , Sarah, Simeón, Ana , María y José, cada uno va haciendo lo que Dios va queriendo. Cada uno de ellos es dócil a Dios para que Dios realice su obra. Así debemos sentirnos y actuar en el universo de nuestras comunidades cristianas de bautizados. Es decir, ver que en Dios somos comunión y nos conectamos unos con otros por obra de su Espíritu. Él es nuestra cabeza y su Espíritu Santo nos ilumina y conduce en nuestro pensar y actuar.
La familia de Nazaret puede ser hoy un ejemplo muy estimulante para todas las familias. En ella hay espacios de silencio y de oración porque María guardaba todo lo que sucedía y lo meditaba en su corazón. José era hombre de escucha y de silencio y sólo por eso pudo entender lo que Dios le pedía. Jesús aprendió a orar y a actuar en la escuela de María y, por lo que se ve, era una escuela muy madura y llena de valores.
La familia de Nazaret hacía vida de familia; es decir compartía la vida y el trabajo, el descanso y la fiesta. El gran problema de nuestras familias es la falta de comunicación y de espacios para compartir. Hay padres que apenas ven a sus hijos despiertos. Hay jóvenes que no hablan de temas profundos con sus padres nunca; hay padres que no se atreven a abordar los temas más espinosos con sus hijos. Y al final la verdadera escuela de la vida para los niños y jóvenes no es la familia sino la calle. Y ahí deberíamos poner el acento mayor. Hacer culpables a los gobiernos o a la escuela, o a los profesores o a la sociedad puede ser una salida muy fácil para lavarse las manos y no afrontar el verdadero problema que afecta a la familia. Los grandes responsables del deterioro de la familia son los miembros de las mismas familias.
La iglesia nos propone hoy a la familia de Nazaret como modelo en el que podemos mirarnos.
El trabajo es otro valor importante que el Papa propuso en Nazaret. Porque el ocio excesivo es la fuente de todos los males. Un trabajo que no sea monopolizador de todo pero sí constante en los miembros de la familia para que todos podamos descubrir el auténtico valor de las cosas, no sea que vayamos acostumbrándonos poco a poco a vivir a costa de los demás.
No es difícil imaginar en la casa de José y María de Nazaret, a la madre haciendo la comida, tejiendo y zurciendo, lavando la ropa, limpiando la casa, vigilando al pequeño Jesús. Ni es difícil imaginarse a José en el pequeño taller adosado a la casa familiar cepillando la madera, retejando los cobertizos, martilleando y serrando sin parar. Allí el niño aprendió a ser familia. Esa familia que luego él formaría con sus apóstoles y algunas mujeres más allá de los lazos de la carne y de la sangre donde todos se sentirían protagonistas. La familia de los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen, la Iglesia.
Hay un precioso texto en la carta a los colosenses, 3,12, que puede venirnos muy bien para el tema que abordamos hoy; es éste:
"Sea vuestro uniforme: la misericordia entrañable, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión. Sobrellevaos mutuamente, perdonándoos, como el Señor os ha perdonado. Y por encima de todo, el amor, la Palabra, la Eucaristía... Hijos, obedeced a vuestros padres, que eso le gusta al Señor. Padres, no seáis posesivos, para que no se desanimen vuestros hijos”
FAMILIA DE NAZARET
- Era pobre y silenciosa pero con rayos de luz, olor a jazmín y a rosa y el Niño que la alboroza: es la casa de Jesús. 2. Un taller de carpintero y un gran misterio de fe, manos callosas de obrero, justas manos de hombre entero: es la casa de José. 3. Había júbilo y contento, ella lavaba y barría, y el Arcángel, saludando, repetía noche y día: Casa del Ave María. 4. Familia pobre y divina, pobre mesa, pobre casa, mucha unión, ninguna espina y el ejemplo que culmina en un amor que no pasa. 5. Concede, Padre Señor, una mesa y un hogar, manos para trabajar, padres a quienes querer y una sonrisa que dar.
Los niños de hoy serán los miembros de las nuevas familias del mañana. ¿Cómo los educamos?¿Qué ejemplo les damos? ¿Qué valores religiosos les transmitimos?
Creo que todos hemos escuchado alguna vez la historia del plato de madera: El abuelo ensuciaba la mesa cuando comía, tiraba el plato y, a veces, lo rompía, por culpa del párkinson. Y decidieron apartarle de la mesa familiar y colocarle en un rincón del comedor con un plato de madera para que no lo rompiera. Un buen día el niño más pequeño de la casa estaba jugando con un trozo de madera queriéndolo tallar. ¿Qué haces? –le dijo el padre de la familia. Y el niño respondió: estoy haciendo un plato de madera para cuando tú seas mayor.
Que importante es ver que cada uno de los bautizados tiene un valor de servicio y colaboración. Somos una familia llamada a vivir en la comunión del servicio para que el Dios de la vida se presente con la fecundidad del servicio que cada uno realiza .
Parece ser que el Evangelista Lucas nos regala una imagen en la que María , José y El Niño están en escucha, aprendizaje y adentrándose en el misterio de Dios. La comprensión en el camino de la fe es un proceso que requiere escucha de la voz de Dios para conducirnos por los caminos que Dios nos va trazando y que nos tiene preparados. No es fácil escuchar la profecía de Simeon que le dice a María: y a ti una espada te atravesará el alma para que queden al descubierto los pensamientos de todos los corazones . María ha dado a luz al que es la Palabra y cuya palabra va a penetrar el corazón de cada persona para que quede revelada la verdad y así se disipe todo engaño y se manifieste la verdadera libertad a la que somos llamados .
Cada día podemos ir haciendo, como familia de bautizados , un camino de liberación desde la verdad y transparencia que Jesus , palabra encarnada , nos invita a asumir . Así entendemos que desterrar la mentira y el engaño es una tarea cotidiana que todo bautizado debe abrazar desde Cristo camino , verdad y vida.
Muchas veces caemos en la tentación de pensar pasivamente que la liberación será después , ciertamente cuando se manifieste Cristo en su segunda venida , será una liberación definitiva , pero esta liberación ya empezó en Cristo , palabra encarnada , que quiere actuar en la verdad en cada uno de nosotros para disipar las tinieblas y oscuridad del engaño y la mentira en la que muchos nos vemos envueltos constantemente.
Dios manifiesta su plan de vida en la familias de Abraham-Sara-Isaac y José-María-Jesús. La distinción de estas familias es que cumplen en plenitud el plan de vida de Dios de hacerse un pueblo que camine en la fe. Papá, Mamá e Hijo hacen la familia y es ahí donde se manifiesta la Trinidad. Hoy en esta época donde se nos han cambiado los paradigmas de la familia tradicional en una cultura moderna que camina con una mentalidad diferente a la cultura de las generaciones de nuestros abuelos, debemos abrirnos a una comunicación dialogante desde el amor , cuya sabiduría nos conduzca a la verdad transparente que Jesús nos viene a revelar, donde nuestros corazones experimenten la belleza de la gracia que Jesucristo nos trae en el Espíritu Santo que quiere actuar en cada uno de los corazones de la humanidad , la gracia de Dios siempre será la gracia de Dios.
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