Comienza el tiempo de Adviento ¿Esperanza 'adviental' o ambiental?
"Esperar no es una actitud del hoy para el mañana. Es una virtud del hoy para el hoy. La esperanza es siempre actual y dinámica o de lo contrario es cocaína de gran pureza. La esperanza está de rabiosa actualidad"
"Nuestra esperanza es una realidad que nos ocupa y nos preocupa, que nos convierte en militantes de causas aparentemente perdidas y sueños despiertos"
"Los cristianos estamos llamados en Adviento a ser gente de mirada hacia adelante y nunca nostálgica hacia las ollas tridentinas de Egipto"
"Los cristianos estamos llamados en Adviento a ser gente de mirada hacia adelante y nunca nostálgica hacia las ollas tridentinas de Egipto"
Esperar no es una actitud del hoy para el mañana. Es una virtud del hoy para el hoy. La esperanza es siempre actual y dinámica o de lo contrario es cocaína de gran pureza. La esperanza está de rabiosa actualidad. Eso nos ha dicho ese joven ucraniano que gritaba de dolor ante la muerte de su madre por causa de un misil ruso.
La esperanza de que la guerra acabe ya, ahora, porque es indecente y viciosa. Todo el pueblo ucraniano es un ejemplo vivo de esperanza por un futuro en paz. La esperanza es hoy. Una esperanza que no hemos de hacerla estéril, como la que cultivaban Estragon y Vladimir en la obra de teatro del absurdo “Esperando a Godot”, del escritor Samuel Beckett, publicada en 1952. Aquella es la parodia de una esperanza desesperada. La nuestra es una realidad que nos ocupa y nos preocupa, que nos convierte en militantes de causas aparentemente perdidas y sueños despiertos.
Nuestro tiempo vive hoy una esperanza desmotivada o instalada porque sueña horizontes pero no construye realidades o, como mucho, espera que lo hagan otros. Esperanza de vuelos cortos. ¡Qué pocos cristianos militantes en el mundo de la política ideologizada del presente con propuestas humanizadoras por la justicia! Y la Iglesia, nosotros, como la sociedad, se ha apuntado a esta esperanza desmotivadora de sillón y tarde libre. ¡Cuántos cristianos sin compromiso real, evadidos y militantes en empresas de desilusión cuando no de decepción!
Las propuestas reformadoras del ya anciano y tullido papa Francisco, empeñado donde los haya por una Iglesia más francisana y servicial, se ven en ocasiones contrarrestadas, cuando no enfrentadas por los propios cristianos y, peor aún, por algunos obispos y cardenales, subidos ya al carro de los trepas y colocados en línea de salida ante el futuro cónclave que saben que llegará, porque todo llega. Ésta no es la esperanza que nos trae el Adviento. Es, más bien, la nueva contrarreforma que nos aleja del grito expectante del Bautista: ¡Preparad el camino al Señor, allanad los senderos¡
Ese grito que hoy resonaría así en los gritos desgañitados del Bautista:
-¡Allanad el camino para que puedan pasar por él las mujeres hasta el lugar que les corresponde como bautizadas en la Iglesia, donde ya no hay hombre o mujer, esclavo o libre, griego o romano, sino donde todos somos uno en Cristo Jesús! Mujeres y hombres en igualdad. Casa de todos.
-¡Allanad lo senderos para que la Iglesia sea sinodal y cada día menos piramidal, como son las sectas, y donde el Espíritu Santo y nosotros podamos decidir como lo hacían en la primera comunidad cristiana!
- ¡Allanad los senderos para que todos nos acerquemos más a Cristo, horizonte de nuestra esperanza, y podamos sentir que somos cada día más una sola Iglesia para que el mundo crea!
- ¡Allanad los caminos de una comunidad cristiana 'adviental' y ambiental, donde el Adviento sea la puerta al cuidado del medio ambiente y de esta casa hogar que es nuestro mundo porque somos “Frateli Tutti”!
- ¡Allanad los caminos para que logremos una casa encendida, hogar del Pan y la Palabra, donde las víctimas de abusos por parte del clero se sienten con nosotros a la mesa de la fraternidad y podamos lavarles los pies y besárselos como lo haría Jesús!
- ¡Allanad los caminos para lograr una Iglesia más despojada y dejemos de colocarnos nosotros tantos accesorios y vestiduras de puntillas, anillos, mitras, escudos de armas y signos de poder que en nada se parece a la barca de los discípulos donde Pedro se despojó para ir al encuentro de Jesús sobre las olas del mar encrespado! Que ya estamos en el siglo XXI y no en tiempos de sanedrines. ¡Por Dios bendito!
- ¡Allanad los caminos para que ninguna patera naufrague en el mar y echemos las redes a otra parte de nuestra mentalidad, donde podamos pescar a tantos migrantes amenazados de muerte y miseria por la explotación de los países del Estado del Bienestar y a los que ahora no queremos acoger en la barca humana del presente y del futuro en este Mediterráneo o Genesaret, que es la vida misma! ¡O todos o ninguno!
- ¡Allanad los caminos para que la Iglesia sea una, católica, apostólica y no excluyente, donde el pecado sea la oportunidad de la gracia y no de la exclusión. Dichosa la culpa que nos mereció tal Redentor. Y así poder sentarnos en la misma mesa del Reino que llega, a pesar de los filtros, sellos, visas y pasaportes que le estamos imponiendo. Se abrirá paso con nosotros o a pesar de nosotros porque es una fuerza de tsunami la que viene, la fuerza del mismo Dios. Como un gemido de mujer parturienta, llena de dolores, que espera, como nosotros, gimiendo en nuestro interior, la adopción de hijos, la redención de nuestro cuerpo, porque ya tenemos las primicias del Espíritu!
- ¡Allanad los caminos para que la Iglesia de Roma y de cada pueblo sea menos “Estado” y esté más en “estado” de vida y parto, de justicia y por la paz, donde haya más misioneros y menos nuncios!
- ¡Allanad los caminos para que la comunidad cristiana sea más de frontera y de barrio que de Plaza mayor y gran Avenida; espacio donde los descartados esperan una oportunidad para ser ellos mismos, sin limosnas y sin colas del hambre, sin Cáritas, sino con oportunidades y contratos indefinidos!
- ¡Allanad los caminos que nos llevan a una Iglesia más de amor y menos de moral, aunque amor y moral se parezcan en la forma, son muy distintas en el fondo!
- ¡Allanad los caminos para desterrar para siempre el “Brack Friday” eclesial, donde el Evangelio se hace saldo de temporada y se despoja del mensaje profético y mordiente de los profetas y los testigos. Agua pasada que no mueve molino. Los cristianos estamos llamados en Adviento a ser gente de mirada hacia adelante y nunca nostálgica hacia las ollas tridentinas de Egipto!
- ¡Allanad los caminos para cruzar la puerta santa y contemplar el desierto del amado Pueblo de Dios y poder así abandonar las almenas, palacios episcopales y castillos de los acomodados para soñar con la tierra que mana leche y miel!
- ¡Allanad el camino para inaugurar el monumento a la utopía que levantan cada día los poetas y los enamorados que, como arco iris, nos recuerdan la belleza sublime y la bondad de nuestro Dios, el amigo de la vida!
- ¡Allanad los caminos para entrar en la sacristía donde huela a incienso de justicia, a vestidos pascuales recién planchados y no a vestimentas de viernes santo con olor a neftalina y a amenazas clericalistas al infierno! Donde se oye cantar el aleluya y no las antífonas del salmo de los abandonados!
- ¡Allanad los caminos para que la gente joven se sienta acogida, querida y apoyada, incluso con sus vaqueros rotos y sus “piercings” y nunca juzgada y mirada con sospecha! Porque ellos son la iglesia del hoy y del mañana!
- ¡Allanad el camino para mirar, cara a cara, a los nuevos cautivos de nuestro tiempo, porque en este Adviento dice Jesús que ha venido a traer la libertad a los nuevos cautivos de nuestro tiempo y a anunciar un tiempo de gracia del Señor y en Él se cumple hoy esta Escritura que acabamos de oír.
Y dichosos vosotros, entonces, porque veréis el Reino de los cielos. Esto no hay quien lo pare si es cosa del Espíritu de Dios.
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