No voy a rezar más por la unidad con la iglesia de KIrill La Guerra de Ucrania: una tiranía, un psicópata y un “tsunami” de solidaridad.
Hoy me siento muy orgulloso y reforzado de pertenecer a a iglesia católica
Estamos asistiendo, absortos, a una violación de los derechos humanos de éstas que van a marcar una época. A mí me asombran y escandalizan mucha cosas, pero sobre todo hay una que me cuesta digerir: ¿Cómo es posible que a estas alturas de la humanidad y del progreso estemos todos, ¡todos!, en manos de un solo hombre con rasgos psicopáticos? ¡Un solo hombre con la capacidad de activar la destrucción nuclear, ante la imposibilidad de defendernos de ella¡ ¿Se le puede llamar a esto progreso?
Ver los noticiarios hoy es una desagradable sorpresa engarzada de miedo e impotencia. Estamos asistiendo a una masacre pública de seres humanos como la de Auschwitz. ¡Esto es intolerable y hay que pararlo ya! Un posible psicópata invade un país soberano, viola todos los acuerdos internacionales para casos de guerra, bombardea civiles, mata mujeres, ancianos y niños sin piedad y la comunidad internacional apenas puede hacer nada que no sea esperar a ver cómo se desarrollan los acontecimientos. Muchas sanciones económicas –que están muy bien- a los oligarcas que tienen de sobra y saben cómo defenderse bien con todo lo acumulado y nada más. A seguir esperando que mueran civiles y destruyan un país entero por el capricho de un indecente psicópata. No es posible. Ahora vemos que la ONU no vale para nada, a pesar de todos los millones que cuesta mantenerla. Va siendo hora de que revisemos y dejemos de apoyar a estas instituciones inútiles, donde se mantienen muchos vividores de lo ajeno para resultar inútiles, cuando hacen realmente falta.
Otra sorpresa que me he llevado en estos día es el silencio cómplice, cuando no militante a favor de Putin por parte del patriarca ruso de Moscú, Kirill. ¡Todo un patriarca de la iglesia ortodoxa apoyando la guerra tácitamente y a ese narcisista enfermizo llamado Putin! ¡Cuesta creerlo! ¡Con lo que yo he rezado por una unidad con la iglesia ortodoxa en las semanas de oración por la unidad de los cristianos en la que he creído tan firmemente hasta ahora. Yo no quiero unirme a esa iglesia imperial y silenciosa ante el genocidio. Lo siento pero dejo de rezar por esa intención. En último caso rezaré para que se conviertan al evangelio.
Hoy me siento muy orgulloso y reforzado de ser miembro de la iglesia católica que se ha posicionado sin fisuras al lado de las víctimas y está colaborando con toda la sociedad para apoyar a las víctimas en una corriente de solidaridad que nos ha desbordado a todos. ¡Impresionante y emocionante la solidaridad que crece y rompe fronteras, credos e ideologías para estar en las fronteras de Ucrania donde llegan los refugiados ucranianos en condiciones deplorables. Me temo que cuando acabe este conflicto, Putin se va a convertir en un paria de la tierra donde no va a encontrar quien lo acoja y el patriarca Kirill por el estilo. Se pueden ir juntos.
En mis tiempos de juventud militante, como secretario muchos años de “Amnistía Internacional en Salamanca”, defendí a capa y espada mi oposición a la pena de muerte. Y he llegado a publicar varios artículos sobre mis razones en contra de esta pena. Ahora no estoy tan seguro. Estoy haciendo mía la teoría del tiranicidio de san Agustín que decía en “El Gobierno de los Príncipes”: “Se ha de proceder contra la maldad del tirano por autoridad pública”. Y aún más: “Cuando la tiranía es en exceso intolerable, algunos piensan que es virtud de fortaleza el matar al tirano”- Creo que estamos ante un caso de tiranía intolerable y que la comunidad internacional debería buscar forma de acabar con estos tiranos antes de que acaben con todos nosotros. Al fin y al cabo es cuestión de defensa propia.
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