El drama de un dios menor Maradona, la mano de Dios o el gigante con pies de barro.
Un modelo de futbolista pero nada más
El drama de un dios menor.
Un modelo de futbolista, pero de nada más.
Vaya de entrada mi confesión de que no soy un forofo del fútbol. Me parece muy aburrido al lado del tenis, por ejemplo. Si además en ese mundo se manejan esas cifras millonarias que son realmente escandalosas en el mundo en que vivimos no encontraréis en mí un entusiasta defensor del fútbol. Con mis aportaciones económicas el mundo del fútbol se arruinaría.
Pero una cosa es el fútbol y otra Maradona.
En estos días, la televisión, los diarios, internet, las noticias nacionales e internacionales dedican a la muerte de Maradona mucho espacio. Hasta el hartazgo. Y es lógico porque, según dicen los entendidos, ha sido el mejor jugador del mundo. Incluso en Argentina ha habido, en su despedida, problemas de orden público, lo que ya me parece excesivo. Dicen muchos que pensaban que era inmortal, pero se ha muerto como todos los seres humanos. Y sólo con sesenta años de edad. Nada en este mundo es inmortal, ni siquiera la memoria de los hombres célebres que dura lo que la hierba del campo. Se le pude llamar genio, héroe, pero Dios me parece ya una hipérbole con tintes de fanatismo. Y en el mundo del fútbol yo percibo mucho fanatismo. Se están pagando hasta 4000 euros, en plena crisis por la Pandemia, por una camiseta de Maradona
Yo también me uno al homenaje universal a este hombre que, según todos los entendidos, era un genio del balón. Vaya mi reconocimiento por ese talento que tan bien ha sabido desarrollar. Y, sobre todo, vaya mi homenaje por su generosidad, según dicen los que lo han conocido de cerca. Pero ya está. No me gustaría que este homenaje fuera una propuesta de modelo para los jóvenes y los niños, porque su vida personal no ha sido un modelo de integridad y de ejemplaridad. Maradona ha sido una víctima de sí mismo, de sus excesos y mediocridades. Los medios han mostrado escenas de su comportamiento que rayan lo escandaloso y patético. Maradona ha sido un pobre gigante con los pies de barro. Llamarle dios a Maradona es como llamarle ángel a Maduro, por cierto, su amigo, a quien se acercó y le abrazó para celebrar su sintonía ideológica, como hizo también con Fidel Castro. Dios los cría y ellos se juntan.
Mi homenaje a Maradona tiene sus reservas, muchas reservas. Ha sido más amigo de su gloria que de la gloria de Dios. Llegó a decir que le gustaría poner como epitafio en su tumba: ¡Gracias por jugar a la pelota! Una pobreza humana. El alcohol, el vicio, el dinero, la mafia, los escándalos, amigo de dictadores… en ningún caso ha sido un modelo de nada y menos de dios. Tal vez haya sido un dios pero bajado a los infiernos, un ángel fracasado por culpa del dinero que todo lo corrompe. Una víctima de sí mismo.
Descanse en paz, Maradona. Dios lo acoja en su seno. Que sea un modelo para los niños y jóvenes que deseen ser futbolistas, pero solo para eso. Y que Dios le dé la gloria que nunca tuvo a pesar de ser tratado como un dios.
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