“Y vio Dios que era bueno…” Día de la vida consagrada, nueva creación
Testigos de la esperanza
“En el principio creo Dios los cielos y la tierra. La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas” (Gn 1,1)
El día 2 de febrero se celebra, cada año, la Jornada Mundial de la Vida Consagrada. Un día para el recuerdo, la oración y el agradecimiento por el inmenso don de Dios que supone la Vida Consagrada para la vida y la misión de la Iglesia.
En España más de 60.000 consagrados y consagradas y otros casi 16.000 misioneros y misioneras son y se sienten consagrados para la Iglesia y para el mundo. Cientos de miles de manos entrelazadas que quieren llegar y tocar el rostro de los empobrecidos movidos por una misericordia sin límite en nombre del Dios misericordioso. No son palabras; son hechos consumados todos los días. Están allí donde la humanidad sufre y muere, donde se cierran caminos para la esperanza, donde se debilitan las miradas y se cierra la puerta del mañana. Cuando arrecia la tempestad y muchos se van, ellos se quedan. Y no lo son, simplemente, empujados por deseos de altruismo; lo son, sobre todo, animados por un deseo ardiente de consagración, de búsqueda de Dios y de imitación apasionada de Jesucristo. En Dios y en su Palabra beben todos los días para salir después a regalar agua a los sedientos. Son y quieren ser testigos de la esperanza de que otro mundo es posible, en medio de tantos signos amenazantes como nos rodean y utilizan contra nosotros: Pandemia, Guerra de Ucrania, crisis económica, políticos a la greña, iglesia clerical y pecadora. Muchos indicios de preocupación pero que no consiguen arrebatarnos la esperanza. ¡Queremos ser testigos de la esperanza!
A través de los siglos, la Vida Consagrada ha escrito páginas únicas de santidad, de martirio, de testimonio y de anuncio. Y en la actualidad quiere seguir escribiéndolas.
En este año 2023, alentados por el espíritu sinodal, por el testimonio del viejo y tullido papa Francisco, testigo infatigable de la esperanza en medio de su propia debilidad, en silla de ruedas, queremos dejarnos acompañar y seducir por la Palabra divina: “No temas pequeño rebaño”
La VC ha nacido de un aleteo del Espíritu sobre las aguas. Su origen está en Pentecostés, con la Iglesia, y su Señor es el Espíritu dador de bienes. No es ella la luz sino testigo de la luz. Y con ella hubo luz, mucha luz, y vio Dios que la luz estaba bien. Y la VC no quiso pertenecer al reino de las tinieblas; atardeció y amaneció. Día primero.
La VC quiere nacer del agua y del Espíritu cada día. Y Dios apartó las aguas de debajo del firmamento de las aguas de por encima del firmamento. Y así fue. La VC se siente convocada a ser criatura nueva que nace del agua. Quiere entrar con Jesús en el Jordán para sentirse llamada a escuchar al Hijo predilecto. Y llamó Dios al firmamento cielo. Y vio Dios que estaba bien. Atardecido y amaneció. Día segundo.
La VC se empeñó en ser semilla y grano de mostaza. No hay árbol sano que dé fruto dañado, ni árbol dañado que dé fruto sano. Y por la fuerza creadora de Dios la tierra produjo vegetación: Hierbas que dan semilla y árboles que dan fruto con su semilla dentro, y vio Dios que estaba bien, y amaneció. Día tercero.
La VC no quiso esconderse debajo del celemín; más bien se convirtió en lucero que brilla desde lo alto para alumbrar a todos los de casa y apartar la luz de la oscuridad. Cuando la noche se quiere imponer en forma de laicismo y de falta de valores, la VC sueña con ser luciérnaga apostada en los ribazos de la vida para romper la dictadura de la sombra. Y vio Dios que estaba bien, y atardeció y amaneció. Día cuarto.
La VC es patrimonio consagrado de la Iglesia. Nada sin la Iglesia y todo con la Iglesia. Nos anima una comunión serena y fraterna, mística y profética. Y en la Iglesia la VC se mueve como pez en el agua y como ave en el azul del cielo. Y Dijo Dios: “henchid las aguas en los mares y las aves crezcan en la tierra”. Y atardeció y amaneció. Día quinto.
La VC quiere aprender de los lirios del campo y de las aves que no siembran ni cosechan, ni guardan en graneros, pero Dios las viste y alimenta con primor. La VC no quiere cosechar para llenar sus graneros sino para hacer posible la multiplicación de los panes. Sueña con acoger y perdonar, con sumar y abrazar, con reunir y convocar. Sueña con ser árbol frondoso donde acudan los pájaros a posarse en sus ramas. Y Dios creó los animales vivientes de cada especie. Y vio que era bueno. Atardecido y amaneció. El día sexto.
La VC quiso ser para la vida; para que los hombres y mujeres descubran que son imagen de Dios. Una vida consagrada, cada vez más vida y más consagrada, que apuesta por la paz, la justicia y la integridad de la creación. Y vio Dios que estaba muy bien. Atardeció y amaneció. Día séptimo.
Y la humanidad comenzó su camino de inocencia y de pecado, amada de Dios y expulsada del paraíso. Y la VC quiso ser de la humanidad, carne de su carne y hueso de sus huesos. Quiere oír el ruido de los pasos de Dios que se pasea cada tarde por el jardín a la hora de la brisa. Quiere estar muy atenta a esa brisa suave y a la Palabra que se mece sobre los hombros del hombre y de la mujer. Sin privilegios, sin ventajas, sin honores, quiere pasar como uno de tantos, señalando el horizonte de luz que nos regala cada tarde.
Con mucha esperanza, la VC quiere ser palabra que anima y convoca a los hombres y mujeres de hoy a ganar el futuro que llega. Si hay esperanza tiene que haberla para todos.
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