#MaríaMagdalena2024 ¡CUANDO TE ATREVISTE A BAJAR!

¡CUANDO TE ATREVISTE  A BAJAR!
¡CUANDO TE ATREVISTE A BAJAR!

María te veo siendo transportada en tu lectica [i], recargada en cojines mullidos, con tus atavíos de finas telas y diadema características. Envidia de muchos y frustración de otros. Tú con la mirada altiva, hastiada de lo que vivías, forzada a sonreír y dar miradas de pleitesía cuando te convenía. Dejando tras de ti, un aroma a Bálsamo de Judea[ii], codiciado por demasiados y deleite de muy pocos.

Recorriendo Magdala, ciudad portuaria entretejido de cultura y comercio entre judíos y griegos.

Pero los rumores llegaron a ti, pues de ellos necesitabas estar al pendiente. Quizá era la forma de entretener a tus cercanos o tal vez también a ti, para sacarte del marasmo emocional en que vivías. Hablaban de un tal Jesús el nazareno que era escuchado por muchos, pobres y ricos, mujeres y hombres, hombre de palabras de esperanza y justicia, de sonrisas que daban paz, varón que hablaba de su papá, su Abba como si conviviera con él de forma cotidiana.

Quizá pensaste, uno más de los que pasaban por Magdala. Otro que querría su oportunidad de reconocimiento, y que más tarde que temprano, desaparecería dejando detrás suyo desesperanza y desilusión. 

Esa vez tus porteadores iban lentos, tanto que el calor inclemente te abarcaba y te producía desespero. Así que instaste a que se apresuraran, pero no pudo ser posible. Qué pasaba, si todos sabían que al ver una litera, transportaba a alguien importante, a ti, conocida como María Magdalena, debían darte paso. Uno de tus sirvientes, a tu interpelación, respondió —Señora, muchos se dirigen hacia donde está un tal Jesús de Nazaret, está hablando—. Replicaste molesta —Busca otro camino, pronto, quiero llegar ya—.

En tu casa entre la servidumbre, al paso de los días, oías cuchicheos, veías sonrisas y hasta en algunos, actitudes amables. Qué les pasaba, a tus interrogantes contestaron —Un tal Jesús venido de Nazaret, habla de la espera en tiempos mejores si se aprende a amar a Dios Abba como Él nos ama y cree en nosotros.— Quién era ese tal Jesús, cómo se atrevía a poner la esperanza en los corazones de los que lo escuchaban, si la realidad era lo cierto, no había más. Cada quién con su vida, cada cual con su realidad, pensaste.

—¿Acaso la incertidumbre te poseyó, el hastío te cubrió, ni tus finos ropajes, ni tus costosos perfumes, ni tus viandas selectas allende de otros lugares te satisfacían adormeciéndote aunque fuera por lapsos cortos?—

­—Pronto preparen mi lectica, siento que me abruman estas paredes. Al que llegué a pedir mis favores, háganle saber de mi indisposición,... después tal vez. Vamos a la orilla del mar, que necesito que aires frescos y dulces me ayuden.— Pasos apresurados, manos obedientes disponiendo lo necesario para la señora. Varios porteadores para relevarse en caso necesario, sombrillas y tapetes, por si bajas de la litera a mojarte los pies en la dulzura cristalina. Viandas dignas de reyes, vino de frutos dulces y espumosos. Por fin, todo preparado para partir.

Y cuando estabas por llegar, de nuevo tu litera detenida entre los caminantes que inusualmente parecían dirigirse al mismo lugar que tú.

María te bajaste inquieta, caminaste entre los que se dirigían como tú, a la orilla del mar de Galilea, para ver qué pasaba. Hasta ti llegó una voz profunda, varonil, segura, no entendías lo que decía, pero el tono como una suave brisa te refrescó, como una manta te cubrió en las noches de invierno. ¡Lo oíste y te turbó! Entonces escuchaste —Es Jesús el de Nazaret—.

[i] Litera: En la Antigua Roma, la lectica o litera eran un medio de transporte habitual, tanto urbano como interurbano, para aquellas personas que se lo podían permitir. https://es.wikipedia.org/wiki/Litera_(veh%C3%ADculo)#:~:text=Lectica%20o%20litera%20en%20la%20Antigua%20Roma,-Lectica%20romana.&text=En%20la%20Antigua%20Roma%2C%20la,que%20se%20lo%20pod%C3%ADan%20permitir.

[ii] https://www.perfumarte.com/tienda/blog/post/la-historia-del-perfume

Volver arriba