#sentipensares Abrazar la cruz del cáncer

| Luz Estela (Lucha) Castro
Abrazar la cruz del cáncer te permite leer entre líneas los sucesos de tu historia personal y comunitaria, te brinda la oportunidad de experimentar la manifestación del misterio Divino o de las energías del universo, según la física cuántica. Estoy convencida de que ambos caminos, el de la fe y el de la ciencia, nos llevan a la realidad de la creación, “la unicidad”.
La experiencia del acompañamiento Divino se envía a personas sanas y enfermas; lo puedes ver en las señales cotidianas que aparecen en tu propia vida, y si no las vemos, es porque estamos distraíd@s —o como dice el budismo, estamos dormid@s.
Algunas personas lo expresan según “se alinearon los astros”.
Tal vez el alto involuntario en el camino, en mi caso obligado por la enfermedad, te vuelve más sensible tras permanecer en la cama de un hospital sometida a procesos dolorosos, de profunda incertidumbre y con tiempo para reflexionar sobre el sentido de la vida.
Cierta estoy de que quienes compartimos en redes sociales el proceso de llevar una enfermedad terminal, cada quien desde su propio estilo, no lo hacemos para victimizarnos, ni por protagonismo, ni por mostrarnos como unas guerreras que buscan halagos; es sencillamente para infundir la esperanza de que las personas no estamos solas: el misterio de la divinidad se hace presente y pretendemos hacer conciencia para ayudar a despertar lo que realmente importa en la vida, y estar atentas en las señales que se nos presentan en el camino.
Esta es una explicación que consideré pertinente antes de dar mi testimonio del acompañamiento que he experimentado, el cual llamé: LA GRATITUD.
En muchas tradiciones religiosas y espirituales la gratitud se ve como una virtud fundamental que eleva el espíritu y mejora la calidad de vida; expresar gratitud atrae energía positiva y bendiciones. En este contexto, la gratitud se considera una práctica que abre el corazón y la mente a experiencias positivas y a una conexión más profunda con lo divino o con el universo.
MI TESTIMONIO:
Antier me fui con mi esposo Luis a caminar y de pronto, al llegar a un parque, me desmayé. Providencialmente pasaba por ahí un paramédico que me vio a punto de caer; él estaba en el parque patinando porque era su día de descanso. Llegó justo cuando estaba por caer; perdí el conocimiento, me dio los primeros auxilios, y llamó a una ambulancia. Terminé en el hospital, donde inicialmente pensaron que era un infarto, pero al final el diagnóstico fue COVID con un golpe de calor. Providencialmente, a Jesús —ese es el nombre del médico oncólogo que me atiende en consulta normal— le tocó ese día estar de guardia en el hospital más grande de oncología de Barcelona, con varios médicos de guardia, y justo a esa hora que llegué al hospital. Se sorprendió al verme y me dijo: “Lucha, ahorita vengo a revisarte”.
Al siguiente día me tocó quimioterapia. Era imposible encontrar una cama en un cuarto privado habilitado para atenderme del inesperado COVID en un pabellón de personas cancerosas muy vulnerables por el sistema inmunológico deprimido; además debía estar con un equipo de especialistas en alergias por la posible reacción alérgica al fármaco.
La enfermera Sandra me recibió. Ella movió cielo, mar y tierra; me consiguió un cuarto privado, y después llegó la Dra. Patricia Bigas, Médica Alergóloga del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona, quien es la directora de esa área. Vino con dos médicos más que me llenaron de agujas en el brazo, y ella permaneció a mi lado durante las ocho horas que duró la aplicación de la quimioterapia.

Realmente me sentí crucificada: por un lado, el catéter lleno de sondas de suero y fármacos; parches para el electrocardiograma en mi pecho y piernas; en mi brazo derecho una aguja con tres salidas listas para, en caso de alguna complicación administrar algo, y en el brazo izquierdo piquetes para hacer pruebas de alergias.

Así que no piensen que lo que ven en la foto que comparto es un tatuaje: al final me puse a ver las señales que dejaron las 4 marcas en mi tatuaje “fake”, y son una cruz invertida, un Enzo, un corazón y un Yod. Va mi interpretación de los símbolos que quedaron marcados en el brazo.
La cruz es un símbolo central del cristianismo, representando la crucifixión de Jesús y su sacrificio por la humanidad. También puede significar un cruce de caminos o una intersección entre lo divino y lo terrenal.
En el Budismo Zen, el Enzo es un círculo dibujado a mano en una o dos pinceladas, simbolizando la iluminación, la fuerza, el universo y el vacío.
El corazón comúnmente representa amor, cariño y emociones fuertes de apego.

La pequeña raya horizontal es la letra hebrea "yod" (י), la décima letra del alfabeto hebreo. Su valor numérico es 10 y tiene una gran importancia en la lingüística y el significado simbólico. En la mística judía, especialmente en la cábala, "yod" representa un punto o chispa de energía divina. Es vista como el origen de todas las formas, ya que muchas letras hebreas pueden derivarse de la forma de "yod". También simboliza humildad por su tamaño pequeño.
Un ejemplo de palabra hebrea que contiene la letra "yod" es "יהוה" (YHWH), el nombre sagrado de Dios en el judaísmo.
Finalmente, desde una perspectiva teológica feminista, los mensajes de Jesús en los que subraya en varias ocasiones la importancia de la gratitud y el acto de dar gracias, se pueden analizar como actos de resistencia y afirmación de la dignidad humana, especialmente para las que nos encontramos en la vulnerabilidad de la enfermedad:
1. Los diez leprosos (Lucas 17:11-19): Jesús sana a diez leprosos, pero solo uno regresa para darle gracias. Jesús destaca la gratitud del samaritano como un acto significativo, ya que fue el único en expresar su gratitud.
2. El agradecimiento en la Última Cena (Mateo 26:26-28): Durante la Última Cena, Jesús da gracias antes de partir el pan y compartir el vino. Este acto de gratitud en un momento de inminente sufrimiento puede ser visto como una forma de reconocer y celebrar la vida y la comunidad, incluso en tiempos de adversidad; una afirmación del valor de cada momento y de cada acto de comunidad y solidaridad, especialmente en contextos de opresión o de sufrimiento
3. La oración del Padrenuestro (Mateo 6:9-13): Jesús enseña a sus discípulos y discípulas a orar, comenzando con "Padre Nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre". Esta oración, que incluye peticiones de provisión y perdón, puede verse como un reconocimiento de la interdependencia y la necesidad de agradecer por lo recibido.
A la luz de las reflexiones de la Biblia, del significado que doy a las marcas de mis brazos y de mi experiencia acompañada por el misterio de la Divinidad encarnada en el personal de salud que me acompañó en mi proceso, mi corazón se llenó de gratitud por haberme permitido ver las señales de su presencia
Les animo a que encuentren esas señales en su vida, en el día a día; seguro que tendrán muchas más experiencias que las mías.
