El santuario de Meritxell forma parte de la Ruta Mariana que une el Pilar a Lourdes Andorra, paraíso fiscal y natural en el corazón de los Pirineos
(Irene López Alonso, enviada especial)- Atravesando los pirineos, siguiendo el curso del río Segre, llegamos a la frontera de España con Andorra. Un pequeño puesto con aduana donde un guardia civil saluda amablemente y abre la puerta sin mayores trámites. Supongo que algunos pensarían, en ese momento en el que abandonábamos Lleida para cruzar al país vecino, en la diferencia aplastante que existe entre las fronteras del norte de España y las del Sur. En Melilla, valla con cuchillas. En Andorra, frontera de plástico.
Del otro lado continúa la naturaleza: pueblos encajados en la montaña, casitas de pizarra y de piedra oscura, pinos por encima de la cabeza. Andorra sorprende al visitante por sus imponentes paisajes, que en invierno quedan ocultos por la nieve que todo lo cubre.
Con 75.000 habitantes y 464 kilómetros cuadrados de territorio, Andorra cuenta tan sólo con un 8% de sus extensiones edificadas. Lo demás es naturaleza. Cultivos de tabaco, arroyos, afluentes, valles salpicados de flores... y las montañas, parte fundamental de la idiosincrasia de los andorranos, que son conscientes del privilegio que supone vivir en el corazón de los Pirineos.
En el corazón de los Pirineos
Andorra la Vella es la capital más alta de Europa. Muy cerca se sitúa la iglesia románica de San Martín de la Cortinada, que data del siglo XII y se complementa a la perfección con el entorno rural del país de los Pirineos. En el interior, los bancos de madera de 1635 parecen hablar como los viejos andorranos, de cuando la vida de la comunidad se desenvolvía en las parroquias.
Tras visitar San Martín se puede hacer parte de la Ruta del Hierro, un sendero decorado por flores y esculturas que da muestra de la tradición minera de Andorra. Los caminantes podrán ver que la tierra se enrojece y el agua, que baja directa de las montañas, tiene también ese sabor ferruginoso.
A pocos kilómetros de la ruta senderista (en un país tan pequeño, todo queda cerca) se encuentra también la estación de esquí de Arcalís, que en verano se puede transitar para admirar las vistas del valle, las antiguas casitas de los pastores y el telesilla colgando en el vacío, esperando suspendido en las alturas la próxima temporada de nieve.
Meritxell de las nieves
Andorra cuenta con múltiples iglesias del románico, muchas de ellas enclavadas en la ladera de la montaña, como San Juan de Caselles. Sin embargo, las crecientes peregrinaciones católicas al país se deben a la existencia del santuario de Meritxell, que forma parte de la Ruta Marianaque une a Andorra, España y Francia a través del Pilar de Zaragoza, el santuario de Torreciudad en Huesca, Montserrat en Barcelona, el de Lourdes y el de Santa María de Meritxell, patrona de los andorranos.
Según la leyenda, la imagen de Meritxell apareció un día de reyes nevado en un matojo de flores. La encontró un "payés", como llaman los andorranos a los vecinos de los prados y de las casas de campo, y en su honor construyó un pequeño santuario de piedra. Pero este santuario rural se incendió en 1972 precisamente durante la celebración del día de la patrona, fiesta nacional en Andorra. El templo se quemó por entero y de la imagen de la Virgen no se encontraron ni los restos. Es por ello que en el retablo del museo que a día de hoy recuerda el antiguo santuario, un espacio vacío pintado de gris recuerda la estatua de madera policromada de la Virgen, que ni siquiera apareció carbonizada como otras figuras.
El nuevo santuario fue construido por el arquitecto Ricardo Bofill, que quiso recrear la tradición románica de Andorra en multitud de arcos, y reflejar los colores de sus paisajes: blanco nieve, negro roca, y bronce para el verde que representa los campos.
Nos recibe mosén Ramón, párroco de Meritxell, un sacerdote bonachón que se dispone a dar misa con un dedo entablillado. Explica risueño que se lo rompió el día anterior: "Un cristiano triste es un triste cristiano", dice para mayor defensa de la alegría. Y dedica su homilía precisamente a eso: invitar a los fieles a "cantar, hacer piña, saber admirar...". Haciendo gala, al mismo tiempo, de lo que los andorranos llaman el "carisma de la montaña": Sencillez y humildad.
"Bella anomalía política"
Andorra es mucho más que un gran Duty Free. Hace dos años se impusieron los primeros impuestos en este paraíso fiscal y natural al mismo tiempo, que además cuenta con múltiples peculiaridades políticas.
Se trata del único coprincipado del mundo, en el que uno de los copríncipes representa el poder laico (de la laica Francia) mientras que el otro encarna el poder religioso y espiritual. Visitando la Casa de la Vall, el antiguo parlamento, pueden verse los retraros de ambos copríncipes: el presidente de Francia, François Hollande, y el obispo de la Seu d'Urgell, Monseñor Joan-Enric Vives Sicília.
En la actualidad existe ya un nuevo parlamento, que fue inaugurado en 2011, por lo que la Casa de la Vall queda más bien como museo de la particular organización política de Andorra, cuyos habitantes consideran una "bella anomalía política".
La Sala de los Pasos Perdidos o el Armario de las Siete Llaves recuerdan a los tiempos en que los "consejeros de la Tierra" (hijos de las familias pudientes de Andorra) se reunían en ese caserío de piedra decorado con escenas de la vida de Cristo para decidir sobre la vida política del país.
Según su Constitución, de 1993, Andorra es una monarquía parlamentaria. "Aunque debería ser diarquía", puntualiza nuestro guía, en referencia a los copríncipes: el presidente francés y el arzobispo de la diócesis de Urgel (Lérida). Se trata, por tanto, del único país del mundo en el que un obispo es jefe de Estado. "No lo escogemos, es una herencia histórica", reconoce el joven guía. "Quienes eligen a uno de los copríncipes, de hecho, son los ciudadanos franceses, no nosotros". Pero defiende, al mismo tiempo, que gracias a la figura de los copríncipes el pequeño país de Andorra no fue anexionado ni por Francia ni por España.
Sin embargo, el azul de la bandera de Andorra simboliza a la república francesa, mientras que la franja rojigualda es herencia de la Corona de Aragón, lo que hace pensar en la influencia que todavía ejercen en Andorra sus dos países vecinos, a pesar de que el coprincipado se sustente sobre el tradicional principio del "reinan pero no gobiernan".
La influencia religiosa es también notoria: En el propio parlamento unicameral hay todavía una capilla, y en la sala de justicia de la Casa de la Vall preside la mesa un enorme crucifijo. "Si la justicia civil no ha sido justa... nos quedará la divina", dice el joven guía andorrano, que parece ser de los que consideran "bello" esa suerte de cesaropapismo.
Ese híbrido político entre la teocracia y el confederalismo, en el que las diferentes divisiones territoriales (llamadas parroquias) tienen el mismo peso político aunque no sean iguales a nivel administrativo.
"Un país pequeño, pero complicado", dicen los propios andorranos, que parecen felices de poder mantener en un Estado tan joven las curiosas tradiciones de un pueblo tan antiguo.