Mensaje del cardenal Turkson para la Jornada Mundial del Turismo 2019 El cardenal Turkson pide "un trabajo decente, equitativo y libre" para los trabajadores del sector turístico
El Turismo desde la perspectiva del trabajo es el centro del mensaje del cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson, prefecto del dicasterio Para el Servicio del Desarrollo Humano Integral
El tema propuesto para el 2019 es “Turismo y empleo: un futuro mejor para todos”
"Los deseados objetivos de paz, seguridad, promoción e inclusión social no se pueden alcanzar si se descuida el esfuerzo conjunto para garantizar a todos un trabajo decente, equitativo y libre"
"Los deseados objetivos de paz, seguridad, promoción e inclusión social no se pueden alcanzar si se descuida el esfuerzo conjunto para garantizar a todos un trabajo decente, equitativo y libre"
| RD/Agencias
El Turismo desde la perspectiva del trabajo es el centro del mensaje del cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson, prefecto del dicasterio Para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, con ocasión de la Jornada Mundial del Turismo, que se celebra el próximo 27 de septiembre y que fue dado a conocer hoy por la Oficina de Prensa de la Santa Sede. El tema propuesto para el 2019 es “Turismo y empleo: un futuro mejor para todos”.
El tema propuesto para el 2019 es: Turismo y empleo: un futuro mejor para todos: “Un tema que recuerda la iniciativa: “El futuro del trabajo”, deseada por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que este año celebra su centenario”, comienza explicando el cardenal Turkson en su mensaje.
“Los deseados objetivos de paz, seguridad, promoción e inclusión social no se pueden alcanzar si se descuida el esfuerzo conjunto para garantizar a todos un trabajo decente, equitativo y libre, construido en torno a la persona y a sus necesidades primarias de desarrollo humano integral”, añade a continuación. El mensaje subraya que trabajar es propio de la persona humana y expresa su dignidad de haber sido creado a imagen de Dios y por lo tanto indica que “donde no hay trabajo, no puede haber progreso, no puede haber prosperidad y, seguramente, no puede haber un futuro mejor. El trabajo, que no es solo el empleo, sino la forma en que el hombre se realiza a sí mismo en la sociedad y en el mundo, es una parte esencial para determinar el desarrollo integral tanto de la persona como de la comunidad en que vive”.
Citando la encíclica Laborem exercens, del papa san Juan Pablo II, el purpurado recuerda que “la persona es el criterio de la dignidad del trabajo y no hay duda de que el trabajo humano tiene un valor ético, el cual está vinculado completa y directamente al hecho de que quien lo lleva a cabo es una persona”.
El sector turístico es duro. Indigna, además, la explotación del trabajo en los países pobres pero con una alta vocación turística en virtud del rico patrimonio ambiental e histórico-cultural que los caracteriza
Con especial referencia al turismo, el prefecto del dicasterio Para el Servicio del Desarrollo Humano Integral escribe que “hoy no son pocos los problemas relacionados con el trabajo en el sector del turismo, que se caracteriza por su variada profesionalidad y sus tareas específicas”.
“Consultores de viajes y guías turísticos, chefs, sommeliers y camareros, azafatas, animadores, expertos en marketing turístico y redes sociales: muchos operan en condiciones de precariedad y, a veces, de ilegalidad, con salarios injustos, obligados a un duro trabajo, a menudo lejos de la familia, con alto riesgo de estrés y sometidos a las reglas de una competitividad agresiva”, y añade: “Indigna, además, la explotación del trabajo en los países pobres pero con una alta vocación turística en virtud del rico patrimonio ambiental e histórico-cultural que los caracteriza. Inaceptables son también las violencias contra su población, la ofensa de su identidad cultural y todas las actividades que causan la degradación y la explotación voraz del ambiente”, se lee en el Mensaje.
Al respecto el cardenal Turkson indica que “las posibilidades de desarrollo que ofrece el sector turístico son considerables, tanto en términos de oportunidades de empleo como de promoción humana, social y cultural. Oportunidades especialmente abiertas a los jóvenes”.
Poniendo de manifiesto los datos publicados por la Organización Mundial del Turismo (OMT) que registran un crecimiento constante del fenómeno turístico que involucra a millones de personas en todos los rincones del mundo, “el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral llama, a los gobernantes y responsables de las políticas económicas nacionales para que favorezcan el trabajo, particularmente entre los jóvenes en el sector del turismo. Un trabajo que ponga en el centro a la dignidad de la persona”.
Por último el Mensaje expresa la cercanía y apoyo del dicasterio “a todos los que están comprometidos con el logro de estos objetivos, y exhortamos a los responsables y operadores del turismo a tomar conciencia de los desafíos y oportunidades que caracterizan el trabajo en este sector”.
Finalmente agradece a los trabajadores pastorales “que dedican cada día a asegurar que la Palabra de Dios ilumine y vivifique este campo único de la vida humana”.
Texto completo del Mensaje
“Turismo y empleo: un futuro mejor para todos” es el tema del Día Mundial del Turismo, que se celebra el 27 de septiembre, promovido por la Organización Mundial del Turismo (OMT). Un tema que recuerda la iniciativa: “El futuro del trabajo”, deseada por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que este año celebra su centenario.
La elección de tratar el tema del turismo desde la perspectiva del trabajo parece particularmente apropiada en vista del enraizamiento del estado crítico que caracteriza la dimensión laboral en la vida de muchas personas, en todas las latitudes. Los deseados objetivos de paz, seguridad, promoción e inclusión social no se pueden alcanzar si se descuida el esfuerzo conjunto para garantizar a todos un trabajo decente, equitativo y libre, construido en torno a la persona y a sus necesidades primarias de desarrollo humano integral.”Trabajar es propio de la persona humana. Expresa su dignidad de haber sido creado a imagen de Dios”[1], ha afirmado el Papa Francisco. Donde no hay trabajo, no puede haber progreso, no puede haber prosperidad y, seguramente, no puede haber un futuro mejor. El trabajo, que no es solo el empleo, sino la forma en que el hombre se realiza a sí mismo en la sociedad y en el mundo, es una parte esencial para determinar el desarrollo integral tanto de la persona como de la comunidad en que vive.
“Estamos llamados al trabajo desde nuestra creación”, escribe el Papa Francisco en la encíclica Laudato si', señalando que “el trabajo es una necesidad, parte del sentido de la vida en esta tierra, camino de maduración, de desarrollo humano y de realización personal” [2]. “Sin trabajo- ha reiterado en el mensaje de video a los participantes en la 48ª Semana Social de los Católicos Italianos (Cagliari, 26-29 de octubre de 2017)- no hay dignidad”.
Como recuerda el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia: “La persona es el criterio de la dignidad del trabajo” y, citando la Encíclica Laborem exercens, “En efecto, no hay duda de que el trabajo humano tiene un valor ético, el cual está vinculado completa y directamente al hecho de que quien lo lleva a cabo es una persona” [3]
Con especial referencia al turismo, en su Mensaje para el XXIV Día Mundial del Turismo[4] San Juan Pablo II explicaba también que este sector “se ha de considerar como una expresión particular de la vida social, con implicaciones económicas, financieras, culturales y con consecuencias decisivas para las personas y los pueblos. Su relación directa con el desarrollo integral de la persona debería orientar su servicio, como el de las demás actividades humanas, a la edificación de la civilización en el sentido más auténtico y completo, es decir la edificación de la “civilización del amor” (ver Sollicitudo rei socialis, No. 33)”.
En el día de hoy no son pocos los problemas relacionados con el trabajo en el sector del turismo, que se caracteriza por su variada profesionalidad y sus tareas específicas. Consultores de viajes y guías turísticos, chefs, sommeliers y camareros, azafatas, animadores, expertos en marketing turístico y redes sociales: muchos operan en condiciones de precariedad y, a veces, de ilegalidad, con salarios injustos, obligados a un duro trabajo, a menudo lejos de la familia, con alto riesgo de estrés y sometidos a las reglas de una competitividad agresiva.
Indigna, además, la explotación del trabajo en los países pobres pero con una alta vocación turística en virtud del rico patrimonio ambiental e histórico-cultural que los caracteriza, donde rara vez son las poblaciones nativas las que se benefician del uso de los recursos locales. Inaceptables son también las violencias contra su población, la ofensa de su identidad cultural y todas las actividades que causan la degradación y la explotación voraz del ambiente.
En este sentido, en 2003, siempre San Juan Pablo II señalaba que “la actividad turística puede desempeñar un papel relevante en la lucha contra la pobreza, tanto desde el punto de vista económico, como social y cultural. Viajando se conocen lugares y situaciones diversas, y se cae en la cuenta de cuán grande es la brecha entre los países ricos y pobres. Además, se pueden valorar mejor los recursos y las actividades locales, favoreciendo la participación de los sectores más pobres de la población”[5].
En este sentido, las posibilidades de desarrollo que ofrece el sector turístico son considerables, tanto en términos de oportunidades de empleo como de promoción humana, social y cultural. Oportunidades especialmente abiertas a los jóvenes y que fomentan su participación como protagonistas de su desarrollo, quizás a través de iniciativas empresariales en propio en los países desfavorecidos.
Los datos publicados por la Organización Mundial del Turismo (OMT) muestran que de 11 puestos de trabajo en el mundo, al menos 1 es generado, -directa o indirectamente-, por el turismo, y registran un crecimiento constante del fenómeno que involucra a millones de personas en todos los rincones del mundo. Se habla de un ciclo expansivo, con enormes implicaciones a nivel social, económico y cultural, que ha superado las expectativas más optimistas. Basta con decir que en 1950 los turistas internacionales eran algo más de 25 millones, mientras que en la próxima década se estima que podrían alcanzar la cifra de dos mil millones de viajeros en todo el mundo.
Frente a estos flujos, resulta alentadora la dimensión de encuentro que puede brindar el trabajo en el sector turístico. En muchos casos en el desempeño de sus tareas diarias los operadores del sector en todos los niveles, tienen la oportunidad de encontrarse con personas de los países más diversos y comenzar ese conocimiento, que es el primer paso para el abandonando de prejuicios y estereotipos y para construir relaciones basadas en la amistad. El pasado mes de marzo, dirigiéndose a los jóvenes del Centro de Turismo Juvenil con motivo del 70 aniversario de la fundación de esa asociación el Papa Francisco ha hablado del turismo como una oportunidad para encontrarse. El Pontífice expresó su aprecio por el esfuerzo en promover un “turismo lento”, “no inspirado por los cánones del consumismo o deseoso solamente de acumular experiencias, sino capaz de favorecer el encuentro entre las personas y el territorio, y de favorecer el crecimiento en el conocimiento y el respeto mutuos”[6].
El Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral llama, pues, a todos los gobernantes y responsables de las políticas económicas nacionales para que favorezcan el trabajo, particularmente entre los jóvenes en el sector del turismo. Un trabajo que ponga en el centro a la dignidad de la persona, como recomienda la Comisión Mundial sobre el Futuro del Trabajo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT)[7] , que se convierta en instrumento para promover el desarrollo integral de cada hombre y de todo el hombre, que coopere en el desarrollo de las comunidades, cada una de acuerdo con sus propias peculiaridades, y que favorezca la creación de relaciones de amistad y fraternidad entre las personas y los pueblos.
Aseguramos nuestra cercanía y nuestro apoyo a todos aquellos que están comprometidos con el logro de estos objetivos, y exhortamos a los responsables y operadores del turismo a tomar conciencia de los desafíos y oportunidades que caracterizan el trabajo en este sector. Finalmente, deseamos dar las gracias en particular a los trabajadores pastorales por las energías que dedican cada día a asegurar que la Palabra de Dios ilumine y vivifique este campo único de la vida humana.
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