Anunciaciones
Empieza por un plano general y lejanísimo en el tiempo: « Al sexto mes…»... (Vaya manera rara de datar un acontecimiento, piensas, a quién le importa cuándo salía de cuentas Isabel, por muy Priest's wife que fuera).
Otro click: «fue enviado por Dios el ángel Gabriel…» (Qué error recurrir a intermediarios - sigues pensando- con lo que lían tantas veces los recados las personas interpuestas...); «a una virgen...» (“será porque usted quiere, señorita”, decían antes en plan cortesía si te presentabas como soltera...); «desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David» (otro error: lo que le va a costar después a Jesús deshacer el malentendido de la realeza…).
“Y le dijo el ángel: ¡Alégrate llena de gracia!” (¿Realmente era eso lo más importante que tenía Dios que decir en el momento trascendental de la Encarnación? ¿No se esperaría algo más enérgico, más tipo 155 en plan “Convertíos”, “Obedecedme” o “Cumplid mis constituciones y leyes”? ¿A santo de qué darle tanta importancia a la autoestima de aquella chica, si ella ya tenía el master de doble titulación bilingüe “Fullofgrace & Buenapersona” concedido por el vecindario de Nazaret?).
“No temas, María, has encontrado gracia ante Dios…” Más de lo mismo: ni un imperativo, ni una orden, ni una amenaza tipo secretodefátima…, en fin, lo que se esperaría de un Dios más homologado con nuestro imaginario. Y en vez de eso: “concebirás y darás a luz un hijo…”
Más de veinte siglos de cristianismo y aún extrañados de que el globito rojo y parpadeante del “Aquí, aquí está Dios”, coincida con la alegría, la gracia, la noticia de que “le caemos bien”, la invitación a que acojamos a su Hijo en el seno de nuestra vida, porque es así como nos ensanchamos y nos desplegamos y nos volvemos fecundos.
Más de veinte siglos de predicación y catequesis contando la parábola del tesoro escondido y poniendo el acento en que aquel hombre renunció a todo y lo vendió todo para comprar el campo, y pasando por alto lo más importante: si vendió todo lo demás, fue precisamente por la ALEGRÍA que le daba lo que había encontrado.
Menos mal que ha llegado un Papa que usa Gaudium y Laetitia en los títulos de sus primeros documentos. Menos mal que alguien nos invita a recordar que en la otra anunciación, la de los pastores de Belén en aquella bendita noche, el anuncio fue: ¡ALEGRAOS!