Cambiemos la forma de mirar a nuestra alrededor
Parece que es en esta fecha cuando algunos, solo algunos, medios de comunicación, se hacen eco de una situación que están sufriendo muchas más de las personas que creemos, especialmente en estos momentos tan difíciles.
La carencia más grande que tienen no es solo la falta de techo, sino una familia y un trabajo, es decir: un hogar.
Personas que viven en las calles de nuestras ciudades como consecuencia de una ruptura encadenada, brusca, y traumática familiar, unida a lo social y laboral, algo que los empresarios conocen muy bien y que cada vez provocan con mayor facilidad y sin ningún cargo de conciencia, quizá porque no la tengan…
Salvaguardar los derechos de las personas sin hogar es vital, no es un lujo, sino el resultado de cómo un país aborda los derechos humanos.
Personas en situación de pobreza y exclusión social que son discriminadas y excluidas, como si no tuvieran suficiente con la “losa” que llevan encima. La sociedad hace que no existan, que sean lo más invisibles posibles porque molestan…
No solo ven cada vez más reducida su posibilidad de acceder a los derechos que toda persona tiene, sino que sufren la exclusión, convirtiéndoles frente a la sociedad en “personas indignadas”.
¡Cuantas veces se han acercado para ser atendidos y se les ha rechazado por su aspecto o forma de comportarse, sin tener en cuenta la situación social que están sufriendo o de la que son objeto!
Esto es lo que hace la sociedad, pero recordemos que la sociedad la formamos cada uno de nosotros…
“Venid Benditos de mi Padre, porque estuve desnudo y me vestisteis” (Mt 25, 35-36)
Qué bien nos sabemos la teoria…