¡Muchas Felicidades!
Vivimos en tiempos de crisis y no sólo económica, sino también vocacional, por lo que es necesario, más que nunca, apostar por un estilo de vida diferente, si cabe, más profético y autentico sabiendo ser un referente para la vida eclesial que tanto lo necesita en estos momentos, en los que parece que nos anclamos en el pasado con una excesiva institucionalización. Por lo tanto, precisamos de una vida religiosa encarnada, fuerte, capaz de anunciar la esperanza del Reino, pero no desde el Tabor, sino desde la periferia, desde la frontera, desde el clamor de los pobres, desde el encuentro con Cristo en la calle. Recordemos que la Exhortación Apostólica “Vita Consecrata” de Juan Pablo II, pide ser signos, saber anunciar en una sociedad saciada de todo, menos del Evangelio. Esto conlleva algo que tanto nos cuesta, y es aprender a morir a tantas seguridades y estructuras que nos rodean.
La vida Consagrada tiene que saber dar lo mejor de si misma cada día, cada amanecer, porque el futuro necesita de odres nuevos sabiendo caminar junto a los laicos y no por necesidad, sino por apuesta.
Desde este “minuto para el encuentro”, agradecer la labor de tant@s religios@s y misioner@s que un día quisieron apostar por un mundo diferente dando ese “sí” como María y que sin ellos, estoy segura que la Iglesia carecería de algo tan necesario como es la sensibilidad.
Desde este rincón, mi felicitación y agradecimiento por su generosidad.