Me da la impresión de que nos sentimos, no sé si la palabra sería “avergonzados” de lo que sentimos, vivimos o creemos.
Quizá como no está “de moda” no queremos pronunciarnos como tal por el qué dirán tan típico de este país…
Todo esto lo comparto por una experiencia que tuve hace unos días.
Coincidí en un medio de transporte con una persona que intentaba leer (malamente) un libro tamaño bolsillo, su comportamiento era extraño, por lo que me llamó la atención.
Resultaba ser una pequeña Biblia que no se atrevió a sacarla del bolso y medio escondidas, la buena mujer, intentaba leer a la vez que miraba a su alrededor.
Esta actitud me dio que pensar, me pregunté el por qué de su forma de actuar, llegando, no sé si a la mejor conclusión, de que nos da vergüenza mostrarnos como somos y sentimos, es como si nos hiciera sentirnos bichos raros porque “no se lleva”, nos da miedo la burla, el qué dirán, la indiferencia, no se…. Ante esto, me pregunto qué es lo que está fallando, por qué me asusta vivir contra corriente.
Sé que no es fácil pensar diferente y más hoy día, pero si de verdad nos sentimos cristianos, si estamos convencidos de lo que somos ¿a qué estamos jugando? por pensar y sentir de forma diferente, Él acabo donde acabo, sabía que su forma de ser le podía llevar a lo peor, pero fue consecuente.
¡Claro que es fácil mostrarnos como somos junto a personas que sienten y viven como nosotros!, pero ¿por qué sólo ahí?, ¿Dónde se queda nuestra autenticidad al Evangelio, nuestra coherencia?
Espero que no lleguemos a perder el coraje, la sed, la pasión, la búsqueda por lo que verdaderamente merece la pena y no nos dejemos vencer por el silencio y la incomodidad…
Afortunadamente Él sigue rompiendo todas nuestras incoherencias y defensas, sigue dominando tormentas, estando presente cautivando y seduciendo…
Ojala que este comportamiento no se vuelva a repetir en ninguna persona que se hace llamar cristiana….