Un santo para cada día: 10 de enero San Gregorio de Nisa (Uno de los Padres Capadocios, columnas de la Iglesia)
Se les conoce como “los padres capadocios” y sus nombres son Basilio, Gregorio Nacianceno y Gregorio de Nisa
En la región de Capadocia a mediados del siglo IV aparece un grupo de cristianos que, sin crear una escuela propiamente teológica, bien podemos decir que se constituyó como un foco de espiritualidad y ascetismo, que a través del brillantísimo escritor Orígenes enlaza con la escuela Alejandrina. Es como si dijéramos un colectivo de gigantes del espíritu unidos por vínculos de sangre y de amistad, cuyas enseñanzas iluminarían las sendas hacia la santidad durante varios siglos. Todos ellos lamentan el grado de postración en que ha caído la Iglesia y tratan de ponerle remedio aunando esfuerzos, un movimiento dirigido por Basilio quien se erige como alma del mismo. Se les conoce como “los padres capadocios” y sus nombres son Basilio, Gregorio Nacianceno y Gregorio de Nisa. Todos ensalzaron en sus escritos la vida retirada aunque, por razones de necesidades apostólicas, del momento, no pudieran entregarse a ella, incluso el último llegó a estar sujeto al vínculo matrimonial durante un tiempo; pero no por ello dejó de ensalzar el celibato tal como lo evidencia en su tratado "De virginitate".
Gregorio debió nacer hacia el año 332 en la ciudad de Cesarea de Capadocia y tuvo la gran suerte de pertenecer a una familia de santos. Hijo de santos (Basilio y Emmelia) y hermano también de santos entre ellos del gran Basilio. No le faltaron buenos educadores en la familia, aún así por voluntad de su padre fue educado en Atenas, donde tuvo una esmerada formación humanista influenciado por Orígenes y la corriente platónica. Siendo todavía muy joven se casó con Theosobina, de la que Gregorio Nacianceno diría que "era su compañera de ministerio…verdaderamente santa esposa de un presbítero". Pasó un tiempo como lector en la iglesia, pero acabó abandonando este puesto para dedicarse a la enseñanza como profesor de Retorica, sin que llegara a sentirse a gusto con este cargo, por lo que escuchando los consejos de su buen amigo el Nacianceno, se ordenó sacerdote y pasado un tiempo su propio hermano Basilio, después de convencerlo, le consagraría obispo de Nisa en 372 a cuyo ministerio pudo dedicarse por entero una vez liberado de los vínculos matrimoniales de mutuo acuerdo con su esposa. En este mismo año escribe su tratado “De virginitate”, que habría de ser el primero de su ingente labor como escritor, detrás vendrían las obras exegéticas, teológicas, ascéticas etc. entre las que cabe destacar el “Discurso Catequético” o “Instrucción sobre le fe”. En ellas se deja sentir la influencia de Platón y de Orígenes, de quien toma el sentido alegórico de no pocos pasajes pertenecientes a la Sagrada Escritura. Más que su originalidad cabe destacar su forma elegante de escribir.
Basilio esperaba tener en él un excelente colaborador para combatir la herejía, pero los comienzos no fueron buenos. Seguramente la inexperiencia fue el motivo por el cual no se vieran cumplidas las expectativas que su hermano había depositado sobre él. Además fue acusado por sus enemigos, entre los que se encontraba Filocarres, de haber cometido irregularidades en la administración de los bienes de la iglesia, lo que le llevó a la cárcel de la que pudo escapar al demostrar su inocencia y serle devuelta la sede episcopal. Muerto su hermano, al que tenía por padre, recibió su rica herencia espiritual y asumió la responsabilidad de continuar su obra.
Se dejó sentir su influencia en los concilios de Antioquía y sobre todo en el concilio ecuménico de Constantinopla del año 38, convocado por el emperador Teodosio, donde jugó un papel importante. Su ortodoxia no deja lugar a dudas, si bien es cierto que en el tema de la “pocatastasis”, se mostró a favor de la tesis de Orígenes que sostenía que todo acabaría con la universal reconciliación de todas las cosas en Cristo, doctrina que en su tiempo estuvo mal vista por las autoridades religiosas y por la Iglesia, fue también quien condenó expresamente la esclavitud porque ella no se compadecía con la doctrina cristiana que defiende que todos somos hijos de Dios con igual dignidad para todos. Durante su mandato la diócesis de Nisa fue elevada por el emperador al rango de categoría suprema y él fue nombrado una especie de supervisor general, lo que le permitió al final de sus días viajar a Palestina, donde pudo ver que se había perdido el genuino sentido de la peregrinación a Tierra Santa, por lo que en una carta la daba como no recomendable dado los abusos y la atmosfera poco recomendable que se había creado en torno a esta visita, el mismo reconoce haber sacado poco provecho del viaje a Tierra Santa. Siendo bastante mayor, la muerte le sobrevino en Nisa hacia el año 397, aunque no se sabe con exactitud.
Reflexión desde el contexto actual:
En los tiempos modernos solo de vez en cuando aparece en el universo mundo un gigante del espíritu; en cambio antiguamente, solamente en la modesta región de Capadocia aparecen de golpe y a la vez columnas de la Iglesia tan importantes como Basilio, Gregorio Nacianceno y Gregorio de Nisa, aparte de otros nombres relevantes. Instintivamente te vienen a la mente la locución latina “¡O tempora o mores!”