Un santo para cada día: 13 de mayo Ntra. Señora de Fátima
Francisco y Jacinta, hoy declarados santos por la Iglesia, fallecieron poco después, ofreciendo sus sufrimientos a la Virgen por la conversión de los pecadores. El Papa Francisco fue quien recientemente canonizó a estos dos pequeños videntes de la Virgen de Fátima, Jacinta y Francisco Marto, en 2017. Estos dos pastorcitos, murieron a las edades de 10 y 11 años, respectivamente, convirtiéndose así en los santos no mártires más jóvenes en la historia de la Iglesia Católica
Hay una localidad en Portugal, que hace poco más de 100 años apenas era conocida por los portugueses y menos aún por el resto del mundo. Ahora es uno de los centros más famosos de peregrinación mariana.
Todo comenzó el 13 de mayo de 1917, cuando tres niños cuidaban las ovejas de sus familias. La mayor, llamada Lucía dos Santos, de 10 años y sus primos Francisco y Jacinta Marto, de 9 y 7 años. Solo Lucía había recibido la Primera Comunión y algo de Catequesis, pero no sabía leer ni escribir, lo mismo que sus primos. Ella se encargaba de enseñarles cosas religiosas y de rezar con ellos todos los días el Santo Rosario.
Ese día, nada más terminar de rezarlo, les sorprendió un relámpago y creyendo que amenazaba tormenta, empujaron a las ovejas hacia el valle. Entonces vieron sobre una encina, una Señora bellísima, vestida de blanco y toda resplandeciente. Pensaban huir asustados, cuando la Señora les dijo: “No tengáis miedo, no quiero haceros mal alguno”.
Ella les pidió que acudieran a ese lugar los días 13 de cada mes, durante 6 meses y que el 13 de octubre les diría quien era y lo que quería de ellos. También les pidió que no dejaran de rezar todos los días el Rosario para obtener la conversión de los pecadores y la paz del mundo.
A lo largo de las sucesivas apariciones, los niños sufrieron mucho acoso, persecuciones y hasta una firme oposición por parte de algunos, incluidos sacerdotes y prelados, llegando hasta encerrarles en un calabozo y amenazarles seriamente si no decían que todo era mentira. Ellos no dudaron ni un instante en mantenerse firmes y seguros de lo que habían visto y oído. Al final muchos se fueron convenciendo de que decían la verdad.
A Lucía le dijo la Señora que aprendiera a leer y escribir para que pudiera dejar constancia de todo cuanto Ella le decía, como contó después Lucía en sus “Memorias”. Les pidió también que propagaran la devoción a su Inmaculado Corazón y que allí mismo se edificara una Capilla en su honor.
Solo en la última de las apariciones, de masiva afluencia de público, la del 13 de octubre, donde estimaron que habría más de 50.000 personas, la Señora les dijo que era Nuestra Señora del Rosario. Al desaparecer Ella, todos pudieron contemplar cómo el disco solar empezó a girar vertiginosamente sobre sí mismo, como si fuese una rueda de fuego, despidiendo ráfagas de luz de varios colores. Según testigos presenciales, parecía que iba a desprenderse del cielo y precipitarse sobre ellos.
Francisco y Jacinta, hoy declarados santos por la Iglesia, fallecieron poco después, ofreciendo sus sufrimientos a la Virgen por la conversión de los pecadores. El Papa Francisco fue quien recientemente canonizó a estos dos pequeños videntes de la Virgen de Fátima, Jacinta y Francisco Marto, en 2017. Estos dos pastorcitos, murieron a las edades de 10 y 11 años, respectivamente, convirtiéndose así en los santos no mártires más jóvenes en la historia de la Iglesia Católica.
Lucía falleció el 13 de febrero de 2005, a los 97 años, en el Convento de Carmelitas Descalzas de Coimbra, dejando constancia de todo, por escrito, en sus “Memorias”. Su elevación a los altares está próxima y todo depende que el papa otorgue el visto bueno a La “Positio” sobre la vida, virtudes y reputación de santidad de Sor Lucía de Jesús Dos Santos.
De todos los acontecimientos importantes relacionados con la Virgen de Fátima, no me resisto a destacar el intento de asesinato del Papa S. Juan Pablo II el 13 de mayo de 1981, en la Plaza de San Pedro de Roma, que pudo haber sido mortal a no ser, como él mismo dijo, porque la mano de la Virgen lo protegió, evitando por milímetros que la bala tocara una zona vital. Extraída la bala, mandó que la colocaran en la corona de la imagen de Nuestra Señora en Fátima, dando también a todos un gran ejemplo de misericordia, perdonando después personalmente a su agresor.
Reflexión desde el contexto actual:
Fátima nos sigue dejando a los hombres de hoy un sereno mensaje de paz y seguridad al saber que no estamos solos, sino que alguien desde lo alto vela por nosotros. Nuestro mundo desesperanzado encuentra en Fátima ese rayito de esperanza que ilumina nuestros ojos, para que puedan vislumbrar un horizonte de luz más allá de un paganismo tenebroso y materialista. Lugar de peregrinaciones masivas se ha convertido en un pequeño oasis donde poder reposar un momento en tiempos de crisis.