Entrevista con Ramón Suárez Polcari sobre 'Historia de la Iglesia católica en Cuba' “La Iglesia está indiscutiblemente en la vida de los pueblos”
"Mi intención fundamental con este libro fue que las personas sencillas pudiesen conocer la Historia de la Iglesia católica en Cuba; no tanto haciéndome ver como historiador o investigador profundo de esos temas, sino más bien, exponiendo todo lo que hay escrito sobre estos hechos del pasado, revisándolos, y haciendo factible la lectura para los interesados"
"Esta nueva edición ha representado un buen trabajo de rectificación en lo literario, con correcciones en la forma de decir las cosas, con adición de datos importantes. Eso es lo que tiene la Historia, que es una ciencia viva, pues tú la escribes y después aparecen otros datos. Eso me pasó durante la primera publicación y ahora igualmente"
Julio Pernús corresponsal en República Dominicana
Quienes leemos a menudo materiales sobre la historia de la Iglesia en Cuba buscamos sus textos, pues en ellos suele prevalecer el relato sincero y documentado de nuestras raíces eclesiales. A través de las palabras de Mons. Ramón Suárez Polcari, de la arquidiócesis habanera, hoy nos adentramos en la creación de un libro que ha marcado su vida como amante del conocimiento de un pasado que siempre está, a decir de él mismo, “en constante movimiento”.
JP- ¿Cómo surge la idea de hacer esta nueva edición de su texto sobre Historia de la Iglesia católica en Cuba?
Mons. Polcari: Indiscutiblemente la Iglesia está en la vida de los pueblos; desde esa idea desarrollaré mi respuesta. Para contestar tu pregunta debemos remontarnos unos años atrás. Por el 2003 me surge la idea de hacer un texto sobre la Historia de la Iglesia católica en Cuba a partir de un reclamo amistoso de un grupo de laicos que tenían responsabilidades en la parroquia. La propuesta nació de unas pequeñas charlas durante algunos sábados del mes para capacitarlos en historia de la Iglesia cubana, todo un desafío hablarles de más de cinco siglos en pocos días. A partir de esos talleres, me dicen: “¿por qué no nos hace un folleto para quedarnos con algo físico que nos permita comprender nuestras raíces?”.
Esa fue la inspiración que me encendió la chispa de por qué no hacer un libro. En mi vida había escrito algo tan extenso. Entonces, empecé con el esquema que tenía de la revista Palabra Nueva y la serie por los 500 años del descubrimiento de Cuba. En aquella época Orlando Márquez, su director, me pide hacer una sección histórica que debía entregar de forma mensual.
Desde que escribí la primera palabra mi intención fundamental fue que las personas sencillas pudiesen conocer la Historia de la Iglesia católica en Cuba; no tanto haciéndome ver como historiador o investigador profundo de esos temas, sino más bien, exponiendo todo lo que hay escrito sobre estos hechos del pasado, revisándolos, y haciendo factible la lectura para los interesados, que luego podrán seguir profundizándolos a través de las fuentes citadas.
A partir de ese deseo logro publicar la primera edición de Historia de la Iglesia católica en Cuba, que me quedó bastante digna, pero con algunos errores. La edición fue publicada por la Editora Universal, de Miami (USA), en dos tomos. La impresión fue allá, al igual que la presentación del libro, en que tuve el honor de tener a mi lado a Mons. Agustín Román, obispo auxiliar de la arquidiócesis miamense, junto a un profesor cubano de historia de la Universidad Católica de Washington y también al buen amigo Marcos, pastor bautista interesado en estos temas.
Una de las cosas que me preguntó Mons. Román fue: “¿qué tiempo tú le has dedicado a esto?”. Cuando le dije que cinco años exclamó: “Uao, es increíble”
Ahí me pasó esto que dicen de que “el santo se asustó por el milagro”. Una de las cosas que me preguntó Mons. Román fue: “¿qué tiempo tú le has dedicado a esto?”. Cuando le dije que cinco años exclamó: “Uao, es increíble”. Le expliqué que cada vez que tenía una oportunidad -y tuve condiciones en la Iglesia de la Caridad-, lo trabajaba como el carpintero paciente que disfruta haciendo su obra.
Con el paso del tiempo, al leer lo publicado me pude percatar de que el texto pudo tener una mejor revisión; para eso necesitaba un editor específico que revisara a profundidad lo escrito. Hoy reconozco en esta entrevista mis errores de novato. Incluso, me faltaron algunos datos importantes, que no me da pena admitir, como la expulsión de los jesuitas que aún hoy me pregunto, cómo se me fue ese detalle.
Siempre me quedó el deseo de hacer una nueva edición corregida y aumentada, cumpliendo de verdad mi deseo de mejorar la anterior. Para este sueño tuve la oportunidad de tener de cerca a Mons. Felipe Estévez, obispo de San Agustín en la Florida, uno de los grandes promotores de la idea. Un día me preguntó: “¿qué te falta?” y, sin pena, le dije: “Necesito los fondos para poder editarlo e intentar imprimirlo en Cuba.” Él me contestó: “Te ayudaré en eso”. También conté con el apoyo de la Agrupación Católica Universitaria (ACU).
Luego, con el asesoramiento del Dr. Rolando (Piro) Suárez pude presentar la obra para registrar mi autoría. Es curioso que debí hacer un cambio del título, pues una persona cercana como el Dr. Torres Cuevas, hizo una obra parecida, que llegaba hasta el siglo XVIII, y lo registra como Historia de la Iglesia Católica en Cuba, lo que me obligó a cambiar de forma muy sencilla el título. Ahora lo tengo registrado en los Estados Unidos y en Cuba.
Esta nueva edición ha representado un buen trabajo de rectificación en lo literario, con correcciones en la forma de decir las cosas, con adición de datos importantes. Eso es lo que tiene la Historia, que es una ciencia viva, pues tú la escribes y después aparecen otros datos. Eso me pasó durante la primera publicación y ahora igualmente. También pude enriquecer el texto con nuevos grabados e imágenes, como la de los obispos de Cuba. Esta vez la obra saldrá en tres tomos, no tanto porque sea muchísimo más extensa, sino porque no hay posibilidad de hacerla en dos tomos.
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