Parábolas de Jesús, hoy día, para la vida toda de hombres y mujeres.

Domingo Diez y Seis Año Ordinario A. 23.07.2017.


1. Parábola del trigo y la cizaña. Mateo 13, 24-30.
2. Parábola del grano de mostaza.
3. Parábola de la levadura en la masa.



El Evangelio de esta domínica nos trae tres parábolas sobre el Reino de Dios. El anuncio y la extensión de este Reino es la mayor preocupación de Jesús. Porque el Reinado de Dios significa impregnar y encarnar los valores liberadores del Evangelio.Se encarnan y se insertan en cada persona, en la sociedad y en la cultura y las culturas. En breve: estos valores podemos resumirlos en la amistad con Dios y la fraternidad entre los hombres y mujeres: una verdadera reconciliación.
La verdad acerca del Reino es de mucha profundidad y muy rica. Esa verdad del Reino comienza aquí y ahora. Jesús instauró el Reino y a través de nosotros, sus seguidores, Él lo va complementando, construyendo, y lo va llevando, a futuro, a su plenitud. Todo esto, Jesús, lo explica de diversas maneras, poniendo diversos ejemplos, haciendo comparaciones; lo evangeliza a través de parábolas.
Hoy escucharemos y meditaremos tres de estas parábolas explicativas de Jesús.


1.- La parábola del trigo y la cizaña.

Esta parábola nos indica cómo el Reino, aquí en la tierra, se va dando como una mezcla de bien y de mal; de gracia y pecado. Todo esto se dará mientras vamos caminando por este mundo hacia la vida eterna. Es decir esta lucha y mezcla del bien y del mal se dará mientras dura nuestra condición humana. Nada en nuestra vida humana y en nuestro mundo es puramente bueno o malo. Nuestras liberaciones, pasos de servidumbres y esclavitudes, personales y sociales, a condiciones de libertad, en esta tierra serán incompletas, hasta la victoria final del amor y la gracia al fin de los tiempos. Entonces, esta mezcla de trigo y cizaña, de bien y de mal estará presente en nuestros corazones, sociedades y culturas, en nuestro caminar hacia la plenitud, hacia el Bien Absoluto. Nuestro compromiso cristiano es trabajar en la construcción y complementación del Reino instaurado por Cristo. Nuestra tarea es hacer crecer y aumentar la presencia del trigo: semilla del Reino dentro de nosotros y en todas partes de este mundo temporal.


Con la parábola de la cizaña, Jesús responde a los que se escandalizan al ver el mal presente en muchas partes. Podríamos decir que el pecado y la gracia, el bien y el mal estarán mezclados hasta el fin del mundo; estarán mezclados lo bueno y lo malo en las personas e instituciones; y en la Iglesia, también, a través de toda su historia en este mundo, tendrá santos y pecadores. La Iglesia, por esto mismo, siempre será un tema de discusión. Se censura a la institución, a los obispos, sacerdotes, religiosas y agentes pastorales. La razón de tantas críticas se basa en que está formada tanto por santos como por pecadores. Por no entender esta realidad, es que algunos se alejan de la Iglesia, ya sea oficialmente, ya sea en silencio. El pecador y el santo son dos partes, dos piezas del mecanismo del cristianismo. Dos piezas que se complementan mutuamente, en un cristianismo que jamás será desmontado. El pecador tiende la mano al santo, y el santo tiende la mano al pecador. El que es intolerante ante esta realidad de trigo y cizaña, también en la Iglesia temporal, el que no da la mano, ése no es cristiano, ése no tiene ninguna competencia en materia de cristianismo. Y ambos, el santo y el pecador, el uno arrastra al otro, llegan a Jesús formando una cadena de dedos indesatables.
La Iglesia es santa y pecadora, tiene trigo y cizaña, y en cada uno de nosotros hay un santo y un pecador. La Iglesia tiene un cuerpo cuya Cabeza está coronada de espinas, lo cual repercute necesariamente en todos los cristianos y le da sentido a nuestros problemas y sufrimientos en esta tarea de hacer Reino; de que el bien venza al mal; de que el trigo sea más fecundo que la cizaña. Y esto hasta el fin del mundo.

Dios nos ha dado la libertad. Hay hombres y mujeres, también sociedades e instituciones, que con la libertad concedida por Dios, tienen el triste privilegio de decirle no a Dios, de convertirse en maleza o cizaña, o de actuar, muchas veces, como cizaña y mal.
Dios respeta a los hombres y mujeres; sabe que el mal es a menudo más fuerte que sus buenas intenciones. Sabe darle tiempo para afirmarse en el bien. Dios es paciente: la reconciliación de los grupos y de las fuerzas tan diversas que llevan el mundo se conseguirá solamente al final de la historia. Mientras tanto, no nos corresponde decidir tajantemente que éstos o aquellos no sirven para nada: hay una gran tarea: ir haciendo y adelantando el Reino, haciendo un compromiso actual y de hoy, sabiendo que esta dicotomía entre santos y pecadores, entre trigo y cizaña sólo la redime la persona de Jesús. Por eso hay que preocuparse del bien, del trigo, haciendo presente a Jesús en todo y en todos. Porque el mal mayormente es ausencia de bien. Hay que poner al alcance de todos a la persona de Jesús. Algunos sólo se preocupan de lo malo que está el mundo, perdiendo el tiempo, y no haciendo el bien ni haciéndole caso al trigo. Hay algunos que quieren, como la parábola, arrancar la cizaña, perdiendo su tiempo, que más bien es de construcción del Reino:

"No, dijo el patrón, no sea que al arrancar la maleza arranquen también el trigo. Dejen crecer juntos el trigo y la maleza. Cuando llegue el momento de la cosecha, yo diré a los segadores: Corten primero la maleza y en atados échenla al fuego y después guarden el trigo en las bodegas".(Mt. 13,29-30).

Esto me recuerda un diálogo en Chile, en tiempos de dictadura, entre el dictador y un obispo, en un acto público. Se acerca el dictador al obispo: "Usted, señor obispo, no está de acuerdo conmigo. Pero ha de saber usted que yo estoy cumpliendo con lo que dice la Biblia: estoy arrancando la cizaña marxista". El obispo, con mucha tranquilidad, le dijo: "General, la Biblia dice todo lo contrario, que no corresponde estar arrancando la cizaña porque se puede perder o dañar el trigo. No ve lo que le ha pasado a usted por estar arrancando la cizaña: tiene sus manos ensangrentadas con sangre de hermanos chilenos".


2. La parábola del grano de mostaza.


Es una complementación a las otras parábolas. El reino ha de crecer, poco a poco, dentro de nosotros y en las sociedades, y hacerse un signo visible de salvación para toda clase de personas.
Con la parábola del grano de mostaza, Jesús nos muestra que el Reino de Dios debe ser una señal, algo muy notable en el mundo temporal.
Una corriente ya sea religiosa o ideológica; un movimiento o un grupo asociado necesita concretarse en una o varias instituciones que le dan un cuerpo, o sea, una existencia más clara, más visible, más eficaz. Asimismo Jesús proyecta su Iglesia como portadora del Reino de Dios. Iglesia significa: Asamblea de los convocados. Es una característica de la Iglesia de Jesús. Jesús no se conforma con una Iglesia invisible, intimista, o sea, una fraternidad sentimental y una comunión espiritual de todos aquellos que por todas partes del mundo creen en Él. Se necesita un árbol grande, una ciudad edificada en una cumbre, en que todos reconozcan que la semilla era buena y llena de vida; dicho de otra manera: de ese grano de mostaza, que es el más pequeño de los granos, nace un árbol frondoso, "de modo que las aves del cielo se posan en sus ramas":Iglesia: todos pueden cobijarse en ella; de lo pequeño Dios hace algo grande: "en lo pequeño Dios se manifiesta grande."

Se necesitan comunidades cristianas organizadas, misioneras, evangelizadoras de todo y de todos. Se necesitan lazos entre estas comunidades, una jerarquía, o sea, una red organizada de responsables, con una cabeza que será el Papa, sucesor de Pedro.
La Iglesia, Pueblo de Dios, nace en Pentecostés por la acción del Espíritu y en conjunto con Jesús. Está destinada a servir al Reino de Dios, servir al mundo, servir a los pobres.
La Iglesia es la prolongación de Cristo, que naciendo y haciéndose pobre y pequeño: "grano de mostaza", nace como un Niño-Hombre, en Belén. Y desde los pobres hace surgir su Iglesia, que en estos tiempos, haciéndose visible, como un árbol frondoso, tanto Juan XXIII y Francisco I: "la quieren para todos, pero especialmente la quieren pobre y para los pobres". La naturaleza de la Iglesia "es anunciar la Palabra de Dios, celebrar los sacramentos y servir en el amor. Son tareas que no pueden separarse y que se complementan". (Benedicto XVI). La Iglesia evangeliza, da testimonio y muestra el camino hacia el Padre con una visión de eternidad. "Bajo la acción del Espíritu Santo, no deja de renovarse a sí misma". (L.G.9).

Jesús es el Reino, y su misión esencial en la tierra es instaurar y construir el Reino en medio de los hombres.
Jesús dijo: "El Reino de Dios está entre ustedes","Pero, sobre todo, el Reino se manifiesta en la persona misma de Cristo hijo de Dios e Hijo del Hombre, quien vino a servir y a dar su vida, para la redención de todos". (Concilio Vaticano II. L.G.5).
El reino se está construyendo y se va desarrollando en forma silenciosa, como un pequeño grano de mostaza, mezclado el trigo con la maleza. "Solamente Dios y su Reino son absolutos y todo el resto es relativo". (Paulo VI).

Jesús deja a sus discípulos la tarea de continuar la construcción del Reino. Para Jesús, el Reino de Dios fue central en su misión, y para la Iglesia es su tarea fundamental.
"Por esto la Iglesia, enriquecida con los dones de su Fundador y observando fielmente sus preceptos de caridad, humildad y abnegación, recibe la misión de anunciar el Reino de Cristo y de Dios e instaurarlo en todos los pueblos, y constituye en la tierra el germen y el principio de ese Reino". (L.G.5).
La Iglesia de por sí es misionera y presenta una nueva manera de vivir y ser solidario. Es la semilla del Reino que es necesario cuidar y hacerla crecer.
Jesucristo es la Puerta para entrar al Reino. Las llaves de la Puerta las tiene la Iglesia. Iglesia y Reino son inseparables.

El Papa Paulo VI manifestó su preocupación por una cierta separación que algunos hacían entre Cristo, la Iglesia y la Evangelización... : "Existe por tanto un nexo íntimo entre Cristo, la Iglesia y la Evangelización... es ella la que tiene a su cargo la tarea de evangelizar. Una tarea que no se cumple sin ella, ni mucho menos contra ella". Decía que algunas personas pretendían "amar a Cristo pero sin la Iglesia, escuchar a Cristo pero no a la Iglesia, estar en Cristo al margen de la Iglesia" Lo absurdo de esto, decía, lo muestra el Evangelio: "el que a ustedes desecha a Mí me desecha". (Evangelii Nuntiandi. 16)

Y no hace mucho, Francisco I dijo: "No se entiende ser cristiano sin Iglesia". Es decir no se entiende ser de Cristo sin ser de la Iglesia.

Este ha sido el trayecto del "grano de mostaza":

"El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza que tomó un hombre y lo sembró en su campo. Es ciertamente más pequeña que cualquier semilla, pero cuando crece es mayor que las hortalizas, y se hace árbol, hasta el punto de que las aves del cielo viene a anidar en sus ramas". (Mt.13,31-32).


3. La parábola de la levadura en la masa.


La Iglesia, por una parte, como característica, será cosa bien visible en el mundo, como el árbol que hospeda a los pájaros. Pero, por otra parte, se mezclará íntimamente con la masa humana, sin que los creyentes se aparten de los que no creen. Pues ellos (creyentes) son la levadura del mundo.
Cuánto deseo que los políticos católicos en el Parlamento de Chile sean "levadura", cuando allí se está intentando aprobar legalmente el aborto, un crimen de una criatura en camino de nacer. Que los católicos "fermenten esa masa" que ha perdido o que nunca ha tenido valores eternos. Digo: valores eternos, porque los de la "masa" contradicen a los que son "levadura", llamándolos "conservadores" porque defienden o viven esos"valores eternos".

Jesús no quiere una Iglesia centrada en sí misma. Si la Iglesia vive centrada en sí misma, en lo se llama "eclesiocentrismo", ya no es la Iglesia de Jesús. Siempre existirá esta tentación que se debe rechazar con energía y valor.

La Iglesia, si quiere ser fiel a Jesús, debe vivir en un permanente servicio al Reino de Dios, al Mundo y a toda la Humanidad.
Es necesario que los creyentes, hombres y mujeres de Iglesia, no se encierren en sus capillas, que no dediquen toda su atención a las actividades pastorales sólo al interior de la Iglesia, sino que reserven buena parte de sus energías para actuar en el mundo junto con todos los demás hombres y mujeres de buena voluntad, trabajando en todas las tareas de promoción humana. Que no piensen primero en una cooperativa de la Iglesia, sino en una cooperativa para todos, una escuela para todos; un campo de deportes para todos, un taller artesanal o cultural para todos; una olla común y un comedor infantil para todos, etc. Para que seamos levadura que hacemos fermentar la masa, o sea, que transforma la historia humana, el medio no es sólo traerlos a todos a la Iglesia, sino comunicar en la vida diaria y en las iniciativas comunitarias : de poblaciones, de barrios, de los pobres marginados, abiertas a todos, el espíritu que nos anima. Se trata del Reino que influye de manera decisiva, importante y liberadora en las realidades humanas por muy portentosas que ellas sean. Así como la levadura es un pequeña porción en la masa, sin embargo la levanta, del mismo modo el cristianismo y la Iglesia, aunque comparativamente pueda ser menor que la masa humana, está llamada y capacitada a influir en toda la condición humana.

"Evangelizar significa para la Iglesia llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la humanidad y, con su influjo, transformar desde dentro, renovar la misma humanidad: "He aquí que hago nuevas todas las cosas". (Ap.21,5)

"Para la Iglesia no se trata solamente de predicar el Evangelio en zonas geográficas cada vez más vastas o poblaciones cada vez más numerosas, sino alcanzar y transformar con la fuerza del Evangelio los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad, que están en contraste con la Palabra de Dios y con el designio de la salvación". (E.N.19).

"Posiblemente podríamos expresar todo esto diciendo:lo que importa es evangelizar - no de una manera decorativa, como un barniz superficial, sino de manera vital, en profundidades y hasta sus mismas raíces - la cultura y las culturas del hombre en el sentido rico y amplio que tienen sus términos en la Gaudiun et Spes, tomando siempre como punto de partida la persona y teniendo siempre presente las relaciones de las personas entre sí y con Dios".
"El Evangelio,y por consiguiente la evangelización, no se identifican ciertamente con la cultura y son independientes con respecto a todas las culturas. Sin embargo, el reino que anuncia el Evangelio es vivido por hombres profundamente vinculados a una cultura y por la construcción del reino no puede por menos de tomar los elementos de la cultura y de las culturas humanas. Independientes con respecto a las culturas. Evangelio y evangelización no son necesariamente incompatibles con ellas,sino capaces de impregnarlas a todas sin someterse a ninguna.
La ruptura entre Evangelio y cultura es sin duda alguna el drama de nuestro tiempo, como lo fue también en otras épocas. De ahí que hay que hacer todos los esfuerzos con vistas a una generosa evangelización de la cultura, o más exactamente de las culturas. Estas deben ser regeneradas por el encuentro con la Buena Nueva. Pero este encuentro no se llevará a cabo si la Buena Nueva no es proclamada".
(E.N.20).

"La evangelización no sería completa si no tuviera en cuenta la interpelación recíproca que en el curso de los tiempos se establece entre el Evangelio y la vida concreta, personal y social, del hombre.
Precisamente por esto la evangelización lleva un mensaje explícito, adaptado a las diversas situaciones y constantemente actualizado, sobre los derechos y deberes de toda persona humana, sobre la vida familiar sin la cual apenas es posible el progreso personal, sobre la vida comunitaria de la sociedad, sobre la vida internacional, la paz, la justicia, el desarrollo; un mensaje especialmente vigoroso en nuestros días, sobre la liberación".
E.N. 29).

"Es bien sabido en qué términos hablaron durante el reciente Sínodo numerosos Obispos de todos los continentes y, sobre todo, los Obispos del Tercer Mundo, con un acento pastoral en el que vibran las voces de millones de hijos de la Iglesia que forman tales pueblos.
Pueblos, ya lo sabemos, empeñados con todas sus energías en el esfuerzo y en la lucha por superar todo aquello que los condena a quedar al margen de la vida: hambres, enfermedades crónicas, analfabetismo, depauperación, injusticia en las relaciones internacionales y, especialmente, en los intercambios comerciales, situaciones de neocolonialismo económico, y cultural, a veces tan cruel como el político, etc.
La Iglesia repitieron los Obispos,tienen el deber de anunciar la liberación de millones de seres humanos, entre los cuales hay muchos hijos suyos; el deber de ayudar a que nazca esta liberación, de dar testimonio de la misma, de hacer que sea total. Todo esto no es extraño a la evangelización".
(E.N. 30).

En esto, tan bien dicho, se fundamenta el título de mi blog:"Ungido para evangelizar a los pobres y, desde los pobres, a todo y a todos los hombres".

" Entre evangelización y promoción humana - desarrollo, liberación - existen efectivamente lazos muy fuertes. Vínculos de orden antropológico, porque el hombre que hay que evangelizar no es un ser abstracto, sino un ser sujeto a los problemas sociales y económicos.
Lazos de orden teológico, ya que no se puede disociar el plan de la creación del plan de la Redención que llega hasta las situaciones muy concretas de injusticia, a la que hay que combatir y de justicia que hay que restaurar. Vínculos de orden eminentemente evangélico como es el de la caridad: en efecto, ¿cómo proclamar el mandamiento nuevo sin promover, mediante la justicia y la paz, el verdadero, el auténtico crecimiento del hombre?
Nos mismo lo indicamos al recordar que no es posible aceptar "que la obra de evangelización pueda o deba olvidar las cuestiones extremadamente graves, tan agitadas hoy día, que atañen a la justicia, a la liberación, al desarrollo y a la paz en el mundo. Si esto ocurriera, sería ignorar la doctrina del Evangelio acerca del amor hacia el prójimo que sufre o padece necesidad".(Pablo VI, Discurso en la tercera Asamblea General del Sínodo de los Obispos,27 de septiembre 1974).
Pues bien, las mismas voces que con celo, inteligencia y valentía abordaron durante el Sínodo este tema acuciante, adelantaron, con gran complacencia por nuestra parte, los principios iluminadores para comprender mejor la importancia y el sentido profundo de la liberación tal y como la ha anunciado y realizado Jesús de Nazaret y la predica la Iglesia".
(E.N.31).

Podría señalar más argumentos para que entendamos nuestra condición de levadura en la masa humana toda. Pero nos quedaremos aquí, recordando:

"Les dijo otra parábola: El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó
todo". (Mt.13,33).

Como el grano de mostaza, la levadura nos muestra que el Reino tiene comienzos modestos, pero un gran desarrollo. Esta parábola no se refiere tanto a lo que pasa en cada uno de nosotros, o dentro de la Iglesia, como pasa en la parábola de la red.

La tres parábolas de este domingo, con distintos matices y diversas situaciones y realidades, nos están, invitando a mirar cómo el Reino de Dios está y crece en el mundo, fermentado por la levadura y en todas las esferas de la vida humana y profana. Es una obra divina que va madurando,levantando la "masa" a través de toda la historia humana: Historia Sagrada no es solamente la anterior a Jesús, sino también la nuestra actual. En estas parábolas: el campo donde el hombre sembró el grano de mostaza y el campo donde fue sembrada la maleza en medio del trigo y la masa que es mezclada con la levadura,nos están indicando un mundo y desafiando o mandando a continuar en él, la construcción del Reino de Dios instaurado por Jesús, llevándolo con Él hacia su plenitud final y eterna. Amén.


Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+
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