Vivir con humildad y entregando amor gratuito.
Domingo Veinte y Dos Año Ordinario C. 28.08.2016 (Lucas 14, 1.7-14).
(Me ha parecido bueno y oportuno transcribir, hoy día, un escrito, que guiado por El Espíritu Santo, he escrito en el año 2013. Creo que tiene plena actualidad).
Lo central del Evangelio de hoy son dos puntos: la humildad y la gratuidad del amor:
1. Humildad: "Si alguien te invita a una comida de bodas, no ocupes el primer lugar... al contrario, cuando te inviten, ponte en el último lugar... Porque el que se eleva será humillado y el que se humilla será elevado".
Jesús nos pide que no sea motivo de nuestra vida el afán de figurar, de dominar y de hacerse famoso a costa de los demás; nos pide que dejemos de pensar que somos mejores que los otros y que tenemos más derechos que ellos; que no busquemos estar en primera fila; que saquemos de nuestro interior el afán de hacer carrera. ¡Cuidado con el "carrerismo"! Y que lo hay... lo hay.¡Cuidado con el "carrerismo" eclesiástico!
No se trata de apocarse y dejarse humillar por los otros. Eso sería una falsa humildad.Como dice Santa Teresa: "La humildad es la verdad". Es decir, es aceptar el lugar que nos corresponde y lo que somos..
El que predica la humildad es la misma "humildad": es Jesús; lo que Él dice, lo hace: lo predica y lo practica.
"El Verbo se hizo carne". Jesús, siendo Dios, no consideró indigno hacerse uno de nosotros. Dios y el Hombre se abrazan en la Encarnación de Jesús. El Dios Encarnado se abaja para salvarnos; descendió al corazón del mundo, a lo más profundo del corazón humano.
Nace en un pesebre, pobre y humilde, y no en un palacio ni tampoco en la capital del Imperio. Quiere nacer en el corazón de los pobres y en la pobreza de corazón. Espiritualmente, estamos como en un establo, que no es limpio, lleno de mugre de los animales, pero Jesús quiere habitar precisamente en nuestra mugre y pobreza y allí se Encarna.
Jesús encarna la "espiritualidad desde abajo". Lo vemos preocuparse especialmente de los pecadores y pobres, que son discriminados, ocupando los últimos lugares en la sociedad;lo vemos misericordioso con ellos y, a veces, bastante duro y crítico contra los ricos y fariseos, por ejemplo, en la parábola del fariseo y el publicano, nos encontramos a Jesús inclinándose hacia el publicano, humilde, que tiene un corazón abierto hacia Dios, reconociendo con humildad su condición de pecador. Se trata de un corazón humilde. Jesús no acepta la oración del orgulloso que se pavonea, cual pavo real,con alas desplegadas, buscando ser reconocido en sus méritos: "Los últimos serán los primeros".
Quien se cree impecable y superior a los otros, no está en condiciones de reconocer sus debilidades y no será "enaltecido".
"La espiritualidad desde abajo" es la "humildad", que viene del "humus", de la mejor tierra de hojas.
Y Jesús nos dice: "Aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón". Él se abajó hacia nuestra miseria humana "a la vera del camino". Jesús se hizo humilde al morir crucificado. Se hizo nuestro servidor. Nos lo mostró con su vida, por ejemplo, lavando los pies de los apóstoles. "Jesús se anonadó a sí mismo, tomó la condición de servido y llegó a ser semejante a los hombres. Se humilló hasta morir en la cruz". (Filip. 2, 5-8).
Para ser de Dios, Jesús nos indica que no es buen camino el ponerse una escala de perfección por la que se sube peldaño a peldaño, centrándose en méritos personales, Jesús nos muestra el camino del descenso al fondo de nuestra humanidad, hasta lo más profundo de nuestras miserias, con mucha humildad.
La humildad es una actitud de verdad religiosa,es el camino de reconciliación con todo lo negativo que existe en el interior nuestro. Es reconocer que en nuestras miserias y debilidades se encuentra a Dios. Jesús, con sus brazos, nos sube, desde nuestras profundidades y miserias, cual ascensor. Él es nuestro ascensor.
"Dios resiste a los soberbios y los deja con las manos vacías,y entrega su gracia a los humildes... se fija en la humildad de su sierva y hace maravillas en ella". (Magnificat).
2. Amor gratuito:"Cuando des un almuerzo o una comida, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos, porque ellos también te invitarán a su vez y recibirás de ellos lo mismo que diste.Al contrario, cuando ofrezcas un banquete, invita a los pobres... y serás feliz porque ellos no tienen con qué pagar. Pero tu recompensa la recibirás en la resurrección de los justos".
La enseñanza de Jesús es que el amor (la caridad) debe ser sin buscar dividendos personales, gratuita. Se trata de entregarnos aunque no recibamos del otro lo mismo. Dar amor sin buscar recompensa. Eso es lo que nos distingue como cristianos:"Porque si ustedes aman a los que los aman,¿qué premio merecen? ¿no obran así también los pecadores?
¿Qué hay de nuevo si saludan a su amigos?, ¿no lo hacen también los que no conocen a Dios?". (Mateo 5, 46-48).
Nuestro testimonio cristiano está en que nos entregamos a los demás con amor gratuito, con un amor desinteresado, porque una amor así sólo puede venir de Cristo:"Así serán hijos de su Padre. Él hace brillar el sol sobre buenos y malos, y hace caer la lluvia sobre justos y pecadores". (Mateo 5,45).
"Tú, en cambio cuando des limosna,no debe saber tu mano izquierda lo que hace tu derecha, cuida que tu limosna quede en secreto, y el Padre que ve los secretos, te premiará...Tengan cuidado de no hacer el bien delante de la gente para que los vean; de lo contrario, el Padre que está en los cielos no les dará ningún premio.Por eso, cuando des limosna, no lo publiques al son de trompetas, como hacen los hipócratas en las sinagogas y en las calles, para que los hombres los alaben. Yo les digo que ya recibieron su premio." (Mateo 5, 3-4.1-2.).
Una muestra de madurez cristiana en el amor es la calidad de dar,no buscando recompensa; aceptando la no correspondencia de los demás.El inmaduro en el amor, es el que, como un adolescente, necesita recibir, y no sabe dar.El cristiano maduro es el que puede amar y entregarse, sin recibir.
Creo, que está demás intentar demostrar, que este amor fue vivido con gran consecuencia por Jesús. Creo, que para mí, sería irrespetuoso hacerlo con aquel que "nos amó hasta el extremo". (Juan 13,1).
"Ámense unos con otros, como yo los amo a ustedes. No hay amor más grande que éste: dar la vida por sus amigos." (Juan 15,12-13).
El amor gratuito del Dios hecho Hombre es inmenso, sin cálculo humano ninguno. Y al modo humano, diríamos, que es tan evidente, que es una "verdad del porte de una Catedral". El amor de Cristo no necesita ser probado y explicado con intelecto.Y a lo divino, con gran fe,diremos que Dios es el Amor.Esto lo sé porque Él me amó primero.
Señor, yo creo en tu amor por mí.Sé de mi imperfección, que no podrá nunca, como creatura, igualarte en tu amor por mí.Tampoco esperaré ser más perfecto para amarte como Tú lo mereces. Así no podría amarte nunca.Escucho en mis oídos y en lo más profundo de mi ser, tu voz: "Ámame como tú eres". Amén.
Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+
(Me ha parecido bueno y oportuno transcribir, hoy día, un escrito, que guiado por El Espíritu Santo, he escrito en el año 2013. Creo que tiene plena actualidad).
Lo central del Evangelio de hoy son dos puntos: la humildad y la gratuidad del amor:
1. Humildad: "Si alguien te invita a una comida de bodas, no ocupes el primer lugar... al contrario, cuando te inviten, ponte en el último lugar... Porque el que se eleva será humillado y el que se humilla será elevado".
Jesús nos pide que no sea motivo de nuestra vida el afán de figurar, de dominar y de hacerse famoso a costa de los demás; nos pide que dejemos de pensar que somos mejores que los otros y que tenemos más derechos que ellos; que no busquemos estar en primera fila; que saquemos de nuestro interior el afán de hacer carrera. ¡Cuidado con el "carrerismo"! Y que lo hay... lo hay.¡Cuidado con el "carrerismo" eclesiástico!
No se trata de apocarse y dejarse humillar por los otros. Eso sería una falsa humildad.Como dice Santa Teresa: "La humildad es la verdad". Es decir, es aceptar el lugar que nos corresponde y lo que somos..
El que predica la humildad es la misma "humildad": es Jesús; lo que Él dice, lo hace: lo predica y lo practica.
"El Verbo se hizo carne". Jesús, siendo Dios, no consideró indigno hacerse uno de nosotros. Dios y el Hombre se abrazan en la Encarnación de Jesús. El Dios Encarnado se abaja para salvarnos; descendió al corazón del mundo, a lo más profundo del corazón humano.
Nace en un pesebre, pobre y humilde, y no en un palacio ni tampoco en la capital del Imperio. Quiere nacer en el corazón de los pobres y en la pobreza de corazón. Espiritualmente, estamos como en un establo, que no es limpio, lleno de mugre de los animales, pero Jesús quiere habitar precisamente en nuestra mugre y pobreza y allí se Encarna.
Jesús encarna la "espiritualidad desde abajo". Lo vemos preocuparse especialmente de los pecadores y pobres, que son discriminados, ocupando los últimos lugares en la sociedad;lo vemos misericordioso con ellos y, a veces, bastante duro y crítico contra los ricos y fariseos, por ejemplo, en la parábola del fariseo y el publicano, nos encontramos a Jesús inclinándose hacia el publicano, humilde, que tiene un corazón abierto hacia Dios, reconociendo con humildad su condición de pecador. Se trata de un corazón humilde. Jesús no acepta la oración del orgulloso que se pavonea, cual pavo real,con alas desplegadas, buscando ser reconocido en sus méritos: "Los últimos serán los primeros".
Quien se cree impecable y superior a los otros, no está en condiciones de reconocer sus debilidades y no será "enaltecido".
"La espiritualidad desde abajo" es la "humildad", que viene del "humus", de la mejor tierra de hojas.
Y Jesús nos dice: "Aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón". Él se abajó hacia nuestra miseria humana "a la vera del camino". Jesús se hizo humilde al morir crucificado. Se hizo nuestro servidor. Nos lo mostró con su vida, por ejemplo, lavando los pies de los apóstoles. "Jesús se anonadó a sí mismo, tomó la condición de servido y llegó a ser semejante a los hombres. Se humilló hasta morir en la cruz". (Filip. 2, 5-8).
Para ser de Dios, Jesús nos indica que no es buen camino el ponerse una escala de perfección por la que se sube peldaño a peldaño, centrándose en méritos personales, Jesús nos muestra el camino del descenso al fondo de nuestra humanidad, hasta lo más profundo de nuestras miserias, con mucha humildad.
La humildad es una actitud de verdad religiosa,es el camino de reconciliación con todo lo negativo que existe en el interior nuestro. Es reconocer que en nuestras miserias y debilidades se encuentra a Dios. Jesús, con sus brazos, nos sube, desde nuestras profundidades y miserias, cual ascensor. Él es nuestro ascensor.
"Dios resiste a los soberbios y los deja con las manos vacías,y entrega su gracia a los humildes... se fija en la humildad de su sierva y hace maravillas en ella". (Magnificat).
2. Amor gratuito:"Cuando des un almuerzo o una comida, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos, porque ellos también te invitarán a su vez y recibirás de ellos lo mismo que diste.Al contrario, cuando ofrezcas un banquete, invita a los pobres... y serás feliz porque ellos no tienen con qué pagar. Pero tu recompensa la recibirás en la resurrección de los justos".
La enseñanza de Jesús es que el amor (la caridad) debe ser sin buscar dividendos personales, gratuita. Se trata de entregarnos aunque no recibamos del otro lo mismo. Dar amor sin buscar recompensa. Eso es lo que nos distingue como cristianos:"Porque si ustedes aman a los que los aman,¿qué premio merecen? ¿no obran así también los pecadores?
¿Qué hay de nuevo si saludan a su amigos?, ¿no lo hacen también los que no conocen a Dios?". (Mateo 5, 46-48).
Nuestro testimonio cristiano está en que nos entregamos a los demás con amor gratuito, con un amor desinteresado, porque una amor así sólo puede venir de Cristo:"Así serán hijos de su Padre. Él hace brillar el sol sobre buenos y malos, y hace caer la lluvia sobre justos y pecadores". (Mateo 5,45).
"Tú, en cambio cuando des limosna,no debe saber tu mano izquierda lo que hace tu derecha, cuida que tu limosna quede en secreto, y el Padre que ve los secretos, te premiará...Tengan cuidado de no hacer el bien delante de la gente para que los vean; de lo contrario, el Padre que está en los cielos no les dará ningún premio.Por eso, cuando des limosna, no lo publiques al son de trompetas, como hacen los hipócratas en las sinagogas y en las calles, para que los hombres los alaben. Yo les digo que ya recibieron su premio." (Mateo 5, 3-4.1-2.).
Una muestra de madurez cristiana en el amor es la calidad de dar,no buscando recompensa; aceptando la no correspondencia de los demás.El inmaduro en el amor, es el que, como un adolescente, necesita recibir, y no sabe dar.El cristiano maduro es el que puede amar y entregarse, sin recibir.
Creo, que está demás intentar demostrar, que este amor fue vivido con gran consecuencia por Jesús. Creo, que para mí, sería irrespetuoso hacerlo con aquel que "nos amó hasta el extremo". (Juan 13,1).
"Ámense unos con otros, como yo los amo a ustedes. No hay amor más grande que éste: dar la vida por sus amigos." (Juan 15,12-13).
El amor gratuito del Dios hecho Hombre es inmenso, sin cálculo humano ninguno. Y al modo humano, diríamos, que es tan evidente, que es una "verdad del porte de una Catedral". El amor de Cristo no necesita ser probado y explicado con intelecto.Y a lo divino, con gran fe,diremos que Dios es el Amor.Esto lo sé porque Él me amó primero.
Señor, yo creo en tu amor por mí.Sé de mi imperfección, que no podrá nunca, como creatura, igualarte en tu amor por mí.Tampoco esperaré ser más perfecto para amarte como Tú lo mereces. Así no podría amarte nunca.Escucho en mis oídos y en lo más profundo de mi ser, tu voz: "Ámame como tú eres". Amén.
Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+