Fue el 11 de febrero, mediante una declaración que leyó en latín ante los cardenales "Declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma": Se cumplen 10 años del histórico gesto de Benedicto XVI

"Siendo muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro".

Hoy hace diez años, Joseph Ratzinger anunciaba en latín a un grupo de cardenales que lo escuchaban poco menos que estupefactos su renuncia como Papa. Ahora, su biógrafo. Peter Seewald develó una carta firmada por Benedicto XVI en la que reconocía que el "motivo central" de su renuncia fue el insomnio contra el que se medicaba desde 2005 y su incapacidad para afrontar la enfermedad, y que la decisión la tomó tras sufrir una caída durante un viaje a México y Cuba en 2012.

Pero muy pocos han olvidado que también reconoció que "mis fuerzas, por la edad avanzada, no son ya las adecuadas para ejercer del modo adecuado el ministerio petrino", y que a sus entonces 85 años, señaló que no tenía ya el vigor necesario "para gobernar la barca de Pedro", pues sus energías habían disminuido notablemente durante los últimos meses.

"Ha disminuido el vigor en mí"

"En el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de san Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado", precisó.

El paso que abrió el camino a Francisco

Como tampoco se duda que esa histórica renuncia, la primera de un Pontífice en más de 500 años, “abrió el camino para la elección de Jorge Mario Bergoglio como el papa Francisco”, como señala la agencia Telam que, en un análisis, señala: “Así, golpeado por disputas internas que tuvieron su pico más alto en el primer escándalo Vatileaks, que reveló el robo de documentos secretos de su mayordomo, Ratzinger sobrevivió menos de ocho años al cargo para el que había sido elegido el 19 de abril de 2005”.

Dos Papas dentro de los Muros Vaticanos

De esta manera, tras la elección de Francisco, se abrió otro capítulo histórico en la vida de la Iglesia católica, con la coexistencia de dos Papas dentro de los Muros Vaticanos, una situación no exenta de tensiones, a pesar del cariño que Jorge Mario Bergoglio dispensó siempre al desde entonces llamado Papa emérito, expuesto este a intentos de manipulación (a veces más o menos conscientemente) de su autoridad moral por parte de los cardenales más críticos con el nuevo Papa.

Tras su fallecimiento, el pasado 31 de diciembre en su residencia del convento Mater Eclesiae, los balances sobre su figura volvieron a incidir en los claroscuros de una vida dedicada al servicio a la Iglesia, sobre todo durante su papel como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y que resultó fundamental, ya como Papa, para impulsar la lucha contra la lacra de los abusos sexuales en la Iglesia.

Lamentablemente, tras su fallecimiento se vio muy a la claras que su figura fue, efectivamente, utilizada por los críticos, entre ellos quien había sido su fiel secretario durante dos décadas, el arzobispo Georg Gänswein, quien, todavía de cuerpo presente Ratzinger, filtró el contenido de sus memorias (“Nada más que la verdad”, que serán publicadas en español esta primavera por Desclée de Brouwer), en donde desvelaba presuntas decepciones del Papa emérito con Francisco, sobre todo a raíz del motu proprio que ponía coto a la misa tradicionalista.