La declaración le costó varias amenazas y acusaciones -también al Papa- de herético Un año de 'Fiducia supplicans', la nota que puso a Tucho Fernández al borde del abismo
El 18 de diciembre de 2023 se publicaba Fiducia suplicans, la declaración sobre ekl sentido pastoral de las bendiciones y que causó una gran conmoción entre los episcopados más conservadores, especialmente en África, pero también en España, con el obispo José Ignacio Munilla a la cabeza o un grupo de curas de Toledo
Hace hoy un año comenzaba un auténtico calvario para el cardenal argentino, a quien precisamente su amigo y ahora Papa había puesto al frente de Doctrina de la Fe para remover sus estructuras, dejar de perseguir a teólogos
"Él [Francisco] los considera purificaciones de Dios para permitirnos cumplir mejor y con más humildad la tarea que el Señor nos encomienda”. Así se refería el prefecto de Doctrina de la Fe, Víctor Manuel Fernández, en entrevista con EFE, a los furibundos ataques que estaba recibiendo la declaración Fiduccia supplicans (FS), que permitía las bendiciones pastorales a las parejas en situación irregular o del mismo sexo, y que hoy hace un año veía la luz.
Aunque se trata de simples oraciones y se incidía en que no cambiaban la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio ni podrían equiparse a ellos, la declaración causó una gran conmoción entre los episcopados más conservadores, especialmente en África.
Pero también en España, con el obispo José Ignacio Munilla a la cabeza o un grupo de curas de Toledo, que inició una campaña de recogida de firmas porque “no podemos aceptar este tipo de bendiciones”, se negaban a aplicarlas en sus parroquias y pedían a Francisco anular la nota que él expresamente había autorizado tras recibir en audiencia a Fernández y al secretario del Dicasterio.
Calvario para el amigo del Papa
Hace hoy un año comenzaba un auténtico calvario para el cardenal argentino, a quien precisamente su amigo y ahora Papa había puesto al frente de Doctrina de la Fe para remover sus estructuras, dejar de perseguir a teólogos y, en definitiva, “custodiar la enseñanza que brota de la fe para 'dar razón de nuestra esperanza, pero no como enemigos que señalan y condenan'”.
“Te destruiremos". Esa fue la reiterada amenaza que hasta en tres ocasiones recibió el purpurado argentino desde la publicación de ese texto. Eran esas palabras mayores, porque ya le habían acusado, tanto a él como al Papa, de hereje y blasfemo.
No todo fueron críticas, claro, y los obispos alemanes, por ejemplo, acogieron esa declaración como “un regalo de Navidad”. También lo hicieron los franceses o los portugueses en aquellos primeros compases de la declaración. En España, había que ir preguntando casi uno a uno a los obispos para ver su posicionamiento. El cardenal de Madrid no dudó ni un instante en su aplicación. También numerosas organizaciones LGTBI mostraron su agrado, aunque, en su opinión, se quedaba corta porque no contempla lo que venían reclamando, que era la bendición sacramental.
En todo caso, las presiones de los sectores más reacios fueron subiendo de intensidad, y, además de las ya previsibles -los cardenales Sarah, Müller o Burke-, fueron los episcopados del África subsahariana quienes se opusieron frontalmente e hicieron llegar al Vaticano sus consideraciones totalmente contrarias a lo que, señalaban, podía entenderse como sacramentalizar las uniones homosexuales, algo impensable, aducían, en aquellas culturas.
También se resintió el diálogo ecuménico, con la ortodoxia rusa calificando el documento vaticano de “muy peligroso”, y el enfado del patriarca copto Tawadros II, quien suspendió el diálogo teológico con la Iglesia católica y motivó un viaje del prefecto de Doctrina de la Fe a Egipto para tratar de aclarar el verdadero sentido de Fiducia supplicans y pegar los cristales rotos de un camino que había llevado -en un gesto histórico- a que el Papa copto y el Papa católico presidiesen seis meses antes una audiencia general en el la plaza De San Pedro, en el Vaticano.
El tsunami generado por la declaración vaticana, y el temor a que sus efectos se prolongasen -como finalmente así ha sido- y lograsen condicionar la celebración de la segunda asamblea del Sínodo de la Sinodalidad, en octubre, llevaron a que el propio Dicasterio emitiese unos días después una nota explicativa y con un claro efecto pedagógico, “dado que algunos han expresado que les cuesta entender cómo podrían ser estas bendiciones”.
Nota aclaratoria
En este sentido, Fernández, reiteraba que FS no cambiaba la doctrina del sacramento del matrimonio entre un hombre y una mujer y ofrecía algunas cuestiones prácticas para tratar de evitar todo tipo de malinterpretaciones, como que esas bendiciones pastorales que acoge la nota “ante todo deben ser muy breves”, bendiciones “de pocos segundos, sin Ritual ni Bendicional”, que “no deberían realizarse en un lugar destacado del templo o frente al altar”.
Igualmente les marcaba un tiempo: “Son 10 o 15 segundos”, explicitó el texto aclaratorio, que finalmente se preguntaba si en esas condiciones “¿tiene sentido negar este tipo de bendiciones a esas dos personas que la suplican?”.
Un año después, la doctrina no ha cambiado al respecto, pero sí la mirada. Que, en el fondo, es de lo que se trataba.